capitulo 9 el altar

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El protagonista caminaba a través del bosque, su figura imponente se deslizaba entre los árboles con una calma inquietante. Habían pasado unos días desde su encuentro con Marina, la Dama del Lago, y ahora que su título como Emperador del Bosque del Norte era firme, sentía una extraña sensación de paz... aunque eso no significaba que estuviera libre de curiosidad.

**Mientras deambulaba, sus ojos captaron algo inusual.** Una estructura antigua, casi enterrada en la maleza y oculta por el paso del tiempo. Al acercarse, vio lo que parecía ser un altar tallado en una piedra negra brillante. Era bastante grande, con marcas en un idioma que no entendía, y en su centro había una plataforma circular que parecía estar destinada a algún tipo de ofrenda o ritual.

—**¿Qué demonios es esto?** —murmuró el protagonista, agachándose para examinar el altar más de cerca.

A pesar de su desconfianza natural, algo en ese lugar lo llamaba, una atracción casi magnética que lo impulsaba a acercarse aún más. **Sin pensarlo mucho más, levantó una de sus patas masivas y la colocó sobre la plataforma del altar.** En el momento en que su piel tocó la fría superficie de la piedra, una energía vibrante recorrió su cuerpo.

De repente, **el ambiente cambió drásticamente.** El aire a su alrededor se volvió pesado y cálido, y el entorno comenzó a brillar con una luz suave y dorada. **El altar parecía cobrar vida.**

—**¿Qué...?** —comenzó a decir el protagonista, pero antes de que pudiera terminar, una figura apareció ante él.

**Emergiendo de la luz dorada**, una mujer de belleza impresionante se materializó, con una sonrisa tranquila y una mirada penetrante. **Era alta, con un aire de nobleza innegable.** Llevaba un kimono blanco con detalles dorados que parecían moverse con el viento a su alrededor. **Detrás de ella, diez majestuosas colas de zorro se movían con gracia,** irradiando una sensación de poder y sabiduría antigua.

—**Vaya, vaya,** —dijo la mujer con una risa suave, su voz era melódica y cálida, aunque llena de una fuerza subyacente. **—¿Qué tenemos aquí? El Emperador del Bosque del Norte en persona.**

**El protagonista dio un paso atrás**, algo desconcertado por la aparición repentina de esta mujer. Pero antes de que pudiera decir algo, ella continuó hablando, como si estuviera disfrutando de su reacción.

—**Es bastante raro ver a uno de los emperadores acercarse a este altar,** —comentó ella, su sonrisa divertida nunca desapareciendo de su rostro. **—Normalmente, los Emperadores del Bosque del Norte son demasiado orgullosos como para buscar algo fuera de sí mismos.**

**El protagonista frunció el ceño**, su confusión dando paso a la irritación.

—**¿Quién eres?** —preguntó con tono firme, entrecerrando los ojos mientras la miraba. **—Y ¿por qué estás aquí?**

La mujer rio de nuevo, sus colas moviéndose a su alrededor como si estuvieran vivas, rodeándola en un aura de poder incontrolable.

—**Mi nombre es Kitsura,** —dijo ella con una leve inclinación de cabeza, **—Soy la diosa de las bestias y protectora de los emperadores de estas tierras. Este altar está dedicado a mí. Pero, lo que es más interesante...** —sus ojos brillaron con una mezcla de curiosidad y diversión **—eres el primer Emperador del Bosque del Norte en siglos que busca un nombre propio.**

**El protagonista se quedó en silencio por un momento,** sus pensamientos corriendo a toda velocidad. Había escuchado historias de dioses de las bestias, seres antiguos que protegían los territorios más salvajes y otorgaban poder a aquellos dignos de gobernar. Pero nunca había imaginado encontrarse con una de esas deidades. Y mucho menos que ella se burlara de él por algo tan trivial como un nombre.

esa vez que reencarne en una manticora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora