CAPÍTULO 4

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<< La elegancia de extrañar sin

demostrarlo, de morirse por

dentro y no perder ni siquiera

un poco de dignidad >>.

Santiago Gaviria.

Violeta Hódar:

Aristóteles, discípulo de Platón y maestro de Alejandro Magno expresaba un profundo conocimiento sobre la esperanza. ¿Qué es la esperanza? La esperanza es un sueño despierto, dijo. Y en esas 7 palabras se encierra un conglomerado de situaciones pasadas, presentes y futuras con un elemento en común: la incertidumbre.

Podríamos pensar que todo sueño depende de la suerte, pero Aristóteles va un poco más allá, evidenciando que los sueños son algo que se producen durante toda la vida, más allá de nuestro deseo o voluntad. Algunos nacen del enfado o la disconformidad, mientras que otros lo hacen desde el amor y la alegría. La capacidad soñadora solo termina cuando dejamos de ocupar un espacio físico y tangible.

Todos necesitamos soñar, abrirnos paso entre las grietas de cristal de la realidad y reírnos bastante, no solo de nuestro pasado sino de la anónima proyección de nuestro futuro. Mark Twain señalaba que la raza humana tiene un arma verdaderamente eficaz y que se centra precisamente en el fenómeno de la risa. De hecho, se puede considerar la risa como la distancia más corta entre dos personas, un aliado verdaderamente eficaz a la hora de tender puentes, de superar conflictos y de suturar heridas que permanecen abiertas en las profundidades del corazón. Sus efectos son superiores a las armas más modernas como puede ser el cañón de riel electromagnético, cuyos proyectiles llegan a los 9.200kms de velocidad y de paso recorren cómodamente una distancia de 200kms. En fin, lo que equivale a una larga carcajada.

Igual a la carcajada que Chiara ha estado lanzando al viento durante los últimos veinte segundos, consiguiendo que se recline sobre su propio cuerpo y apriete los brazos alrededor de su estómago. Es la primera vez que la veo haciendo un gesto como este y, si no fuera porque es ella quien lleva mi cámara colgando de su cuello, estaría sacando fotos para poder tenerlas de recuerdo.

—No te rías —repito por segunda vez—. Alfred apareció al día siguiente con un plato de sopa y algún que otro medicamente porque sabía que me iba a resfriar. No veas la bronca que me echó por tu maravillosa y romántica idea.

—Si es que... no me rio de...

—Tampoco te rías de que se me cayera la sopa encima cuando me preguntó si éramos novias, Chiara —aunque intento sonar exigente, la sonrisa me traiciona—. Ha sido de los momentos más incómodos de toda mi vida porque, aunque le diga que no, Alfred es como un abuelo para mí y hablar de temas amorosos con él es un límite que no estoy dispuesta a traspasar.

—Uff —suspira con fuerza, conteniendo la risa y limpiando una lágrima con el índice—. Es raro viniendo de ti, con lo que te gusta contar al mundo todo lo que te encanta.

—A él no... estoy seguro de que investigaría el tipo de protección que sería necesaria entre mujeres para tener sexo. —Doy una patada a una hoja que hay en el suelo de este parque mientras muerdo mi sonrisa. Tres días sin ver a Chiara y lo primero que hacemos es lanzarnos a la boca del lobo con este tema.

—Entonces no verás el disgusto que va a llevarse el pobre cuando sepa que ni siquiera me dejas darte otro beso. —Bromea, ahora mucho más calmada, pero con esa sonrisa pícara que le he descubierto.

Una vez cualquier rastro de introversión desaparece del cuerpo de Chaira, se transforma en alguien directo, divertido y sin miedo a decir lo que piensa o puede sentir. Esto último es lo que más me impresiona y apasiona de ella, porque a pesar de que jamás ha estado tan cerca de experimentar el amor como ahora, no teme hablar de ello libremente y contar sobre sus avances en la materia. Y sí, digo hasta ahora porque no cabe en mí ni un rastro de duda de que tarde o temprano se reconocerá a sí misma que siente lo mismo que yo por ella.

CON TUS PALABRASWhere stories live. Discover now