13| Yuji

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Salí disparada hacia afuera de la correccional. Maldita sea, no podía luchar, mi cabeza no dejaba de doler y dar vueltas, un pitido en mis oidos no me dejaba pensar sentía que iba a explotarme el cráneo. Pero debía hacer algo, no podía dejar que murieran personas inocentes.

Me acerqué a el rápidamente e intenté golpearlo pero fué en vano. Me tomó del brazo y me lanzó lejos, caí al lado de Megumi. Tenía una expresión de terror en su rostro. No sabía que hacer.

—S-señorita—Dijo apenas audible— ¿Estás bien?

—Sí. Solo fue un golpe—Dije incorporandome en el suelo.

—Solo necesitamos que Itadori regrese y...— Megumi se paralizó al sentirlo detrás de nosotros.

—Lo siento. El no regresará—Habló Sukuna detrás nuestro.

Megumi estaba asustado, me levanté de inmediato. Aún no podía luchar, pero no iba a quedarme sin hacer nada. Aparecí detrás de Sukuna, el no se inmutó, además permaneció ahí sin mover ni un solo músculo.

—Déjalo ir. Tú pelea es conmigo—Dije Megumi se negó.

—¡No pienso irme y dejarla aquí sola!

—¡Silencio! Has lo que te digo y vete. No podrás contra el—Procedí a golpear a Sukuna.

Le dí varios golpes, puños y patadas, algunos los acerté pero siempre terminaba en el suelo. No podía hacer nada, estaba débil ¿Acaso era obra suya? ¿Todo era a causa de la presencia de Sukuna? Aún así, no podía permitir que le hiciera daño a Megumi.

Mientras estaba en el suelo tratando de recuperarme, Sukuna desgarró la parte superior del uniforme de Yuji dejando su torso expuesto. Dejando a la vista todos sus tatuajes.

No podía respirar bien, me costaba hacerlo. Mis piernas no respondían a lo que les pedía hacer, era inservible. Y todo por el simple hecho de estar conectada a Sukuna.

Y la sensación de no poder respirar se hizo más fuerte, al ver a Sukuna atravesarse el pecho y sacar su corazón, o más bien el de Itadori.

—Tomaré a este mocoso como rehén—Espetó con su corazón en la mano— Yo puedo vivir sin esto dentro de mí, pero el mocoso no—Dijo lanzando el corazón a un lado.

Traté de moverme pero el dolor de cabeza era aún más fuerte. Megumi estaba contra la espada y la pared, no sabía que hacer.

—Sí cambia conmigo, morirá—Me levanté como pude y me abalance a el. Me tomó del brazo y me lanzó al suelo nuevamente— Y además,una precaución adicional— Sacó el dedo que le había quitado a la maldición de la correccional y se lo tragó.

—¡No te dejaré!—Concentré toda mi energía en un golpe, el cual lancé justo a su estómago. Fallé.

—Maldita mujer. Eres una molestia, mejor me deshago de tí—Puso dos de sus dedos en mi frente y sentí como el dolor de cabeza era más fuerte, mis oídos pitaban y todo se puso negro.

Escuché a Megumi llamarme varias veces antes de caer desmayada.

Mierda, a pesar de ser de grado especial. Fuí un estorbo.

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Todo estaba oscuro, no podía ver ni sentir nada. Solo estaba ahí, era como si hubiese muerto. ¿Estaba muerta? No, no podía ser eso. Se sentía como si estuviera en un sueño.

Todo a mi alrededor empezó a modificarse. Reconocí el lugar rápidamente, estaba en los laberintos subterráneos de mi casa. Estaba en la sala de investigación dónde... Hacían experimentos conmigo.

Pero este recuerdo era diferente, no lo había visto, no recuerdo nada de esto. ¿Será acaso, algo hecho por Sukuna para jugar conmigo? Tal vez pero, no puedo estar segura.

Estaba suspendida en el aire, mis pies no tocaban el suelo, y mis brazos estaban sujetos a cadenas con sellos. No podía moverme, a penas si podía respirar.

—Con esto, ¿Lograremos nuestro objetivo?—Oí la voz de mi madre.

—Sí. Si todo sale bien, Sukuna podrá tomar su cuerpo y, renacer. Obtendrá un inmenso poder, si todo sale a la perfecció, obtendremos lo que hemos soñado. El mundo que siempre quisimos—Dijo mi padre.

¿Tomar mi cuerpo? Entonces para eso querían tanto poder. Si el obtenía mi cuerpo, renacería, no solo con todo su poder, sino también con la técnica de mi Clan, junto con el poder de todas las maldiciones que había ingerido.

Para eso también querían a Satoru, así podrían también obtener los seis ojos y el infinito. Malditos codiciosos ¿Y para qué? ¿Porque lo hacían? No tenía idea pero, esa duda iba a responderla a como dé lugar.

"El mundo que siempre quisimos"

Esa frase se repetía en mi cabeza. ¿Qué era precisamente lo que querían? ¿Qué querían lograr?

Antes de que pudiese ver más. Todo empezó a dar vueltas, me levanté de golpe, abrí mis ojos y para mí sorpresa estaba en una de las habitaciones de la enfermería.

¿Qué fué todo eso? Pensé.

Aún estaba confundida, me dió un pequeño mareo por levantarme tan rápido, y sentí una mano en mi hombro.

—Princesa, ¿Estás bien?—Su voz era suave. Me giré para verlo.

—S-satoru... ¿Dónde está Megumi? ¿Qué paso con Yuji? ¿! Que fue lo que pasó?—Estaba exaltada. El solo me abrazó y acarició mi espalda.

—Megumi está bien. Está recuperándose del daño que recibió y...—Se quedó en silencio por varios segundos que se me hicieron eternos. Estaba empezando preocuparme.

—¿Qué pasó con Yuji?—Dije sacándolo de su trance.

—El... Está muerto—Mis ojos se abrieron de par en par, y las lágrimas no tardaron en llegar. Me aferré a el y comencé a llorar y gritar desenfrenada, Satoru me abrazó y trató de calmarme acariciando mi espalda y cabello.

Todo era mi culpa, de haber actuado antes nada de esto hubiera pasado. O si solo no hubiese sido tan débil y fuese tratado de hacer que volviera. Pero no, Sukuna le sacó el corazón. Y ya no podía hacer nada, estaba tirada en el suelo como una idiota.

Mis padres tenían razón, no sirvo de nada.

—T-todo esto... Es mi culpa—Dije entre llantos— D-de h-haber... Hecho a-algo, el... El estaría aquí aún.

—Ey—Me atrajo más a él— Nada de esto es tu culpa. Hiciste lo que pudiste princesa.

—N-no... No fué suficiente... Mis padres tenían razón... S-soy una, inútil—No podía parar de llorar. Satoru ma tomó de las mejillas y limpió las lágrimas.

—Eso no es cierto. Ellos se equivocan, Naomi. Tu eres una mujer fuerte y talentosa, no dejes que esto te afecte—Dijo suave pero firme— Sé que es difícil pero no puedes culparte por algo de lo que no tenías control. Tal vez solo estaba destinado a pasar y ya.

Me abrazó y dejó un beso en mi frente. Traté de calmarme, mi respiración estaba agitada y entrecortada. No podía parar de sollozar, en verdad me dolía saber que Yuji estaba muerto.

El era un gran muchacho, era alguien muy alegre, de buen corazón. Era una gran persona y murió de la peor manera. Ni siquiera pude... Despedirme.

A pesar de no haberlo conocido tanto, se convirtió en alguien especial. Todos mejor dicho, El, Nobara y Megumi. Ellos son mis pequeños niños.

Lost in his Blue Eyes | Satoru Gojo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora