Capítulo 20. "La primera reunión entre un Hada y un hombre de Hielo" Parte 2

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Clara.

Sala de reuniones del hotel The Langham Huntington, Pasadena, California, Principios de Octubre de 2024.

Respiré hondo cuando llegamos al piso número veintidós, y cuadrando mis hombros, seguí al asistente, y a una extrañada Morgan, que me miraba con resignación, y advertencia.

- "¿Quieres calmarte de una vez? Me estas poniendo nerviosa, Mamá Clara.". - me dijo en un murmullo al oído, mientras avanzábamos por los pasillos en dirección a la sala de reuniones. Yo sólo asentí, algo avergonzada, por mi actitud, tan poco profesional.

Cuando llegamos la sala, esta estaba vacía. Sobre una gran mesa, estaba colocado los diferentes puestos donde debíamos sentarnos, unos vasos junto a diferentes bebidas, desde donde había zumo hasta café, junto a bolígrafos, y unas carpetas muy bien ordenadas, nos esperaban a cada uno en su lugar.

Todo estaban colocado en un lateral de la enorme mesa de reuniones, haciendo una forma de semi elipse, lógicamente, pensé que en la cabecera se estaría el Presidente Osman, y nosotras, nos sentaríamos en uno de los laterales, frente a más personal de ese grupo empresarial.

- "¿Se puede saber que te pasa?, estas más rara que nunca, ¿Lo sabías? ¿Mamá Clara?"- me dijo Morgan acercándose a mí, para mirarme muy seria, a la cara.

- "No lo sé, pero creo que quiero tanto este proyecto, que me he vuelto paranoica, veo conspiraciones donde no las hay."- le dije mirando alrededor, y centrándome en lo que me rodeaba.

Si hubiera estado más atenta, me hubiera dado cuenta de que, en la cara de Morgana, por un segundo, cruzo una expresión de sorpresa y aprensión, pero como les digo, en ese momento, estaba intentado calmarme, para controlar, esta extraña sensación que me atravesaba.

- "Pues siéntate como una niña buena, y calmante, si no lo vamos a perder, si hace falta, sólo hablo yo."- me dijo muy seria, y el nerviosismo volvió a golpearme.

- "¿Tú? ¿Estás loca?, ¿Quieres que perdamos el proyecto? Ni loca, te dejo hablar a ti, tiendes a convertirte en una gánster, en ocasiones, si no te dan la razón o te critican algo de tu trabajo, no quiero perder este proyecto."- le dije mirándola, mientras me sentaba en uno de los laterales, y Morgan se sentaba a mi lado.

- "¡Exagerada!"- me dijo sonriendo, pero yo la miré seria, y con intensidad. - "Bueno quizás tengas razón, soy mejor hablando con los jefes de obra y los capataces, que con los clientes."- me dijo sonriendo con cierto aire de culpa, y no pude evitar reírme, haciendo que mis nervios desaparecieran.

Justo en ese momento la puerta de la sala se abrió, y entro Burak, a continuación de él, entró otro hombre, uno muy atractivo, de casi la misma edad que el asistente, aunque se veía que su traje ejecutivo era de marca, y una muy cara, su pelo era de color castaño oscuro, con ojos de color verde oliva, tenía una sonrisa muy atractiva, y nos miraba con claro interés.

Ambos se colocaron, a ambos lados de la puerta, como esperando la entrada triunfal de alguien, y esa entrada se produjo, contribuyendo a que, tras mirar a ese hombre, me quedara sin respiración, y totalmente paralizada, mientras sentía como un calor extraño recorría desde la punta de los dedos de mis pies, rápidamente, hasta el nacimiento de mi cabello, se pueden imaginar, que siendo yo tan pálida, ese enrojecimiento repentino, podía ser detectado a simple vista y varios metros de distancia.

El hombre que entró por la puerta no era atractivo, no lo era entre los estándares de belleza de los hombres según las actuales modas, era alto, muy alto, a mi parecer, de complexión fuerte, y totalmente masculino. Desde luego que intimidaba con sólo su presencia, debía de tener sobre treinta, o treinta y un años, su pelo era oscuro, casi azabache, me recordaba un poco al color de pelo de Mark, estaba bien cortado, y justo a él, como para darle un toque de atracción, una pequeña barba muy masculina, y bien cortada, que solo cubría parte de su barbilla. Sus ojos eran de color negros y brillantes, como el carbón, tremendamente profundos, cuando esos ojos se clavaron en mí, sentí que algo temblaba en mi interior.

Papá, cásate con mamá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora