Capítulo 25. "Unos misterios por resolver" Parte 1.

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Haul.

Aeropuerto Internacional de los Ángeles LAX, Los Ángeles, California, Principios de Principios de Noviembre 2024.

-" No sé qué castigo es el que hemos cometido, siempre acabamos solucionado los embrollos de nuestro amado jefe, ¿No crees Burak?. De alguna forma siempre se libra de todo, ¡Maldito Hombre de Hielo!"- le dije al asistente de mi mejor amigo, y jefe.

-" Creo recordar, señor Sezer, que fue usted el que se autoinvitó a recoger a la futura señora Osman, al hijo del presidente, y a los invitados que vienen con ellos, pese a que el Presidente Osman lo amenazó con decapitarlo si creaba otro problema con la señorita Wellington."- me dijo el perro fiel del Hombre de Hielo.

Yo sólo lo mire con burla, como queriendo quitarle importancia, de nada servía, con esos dos, discutir lo evidente. De todas formas, mi auto invitación tenía una razón de ser, a diferencia del Hombre de Hielo, yo no podía quedarme en Estambul, esperando conocer a mi ahijado, tal como había hecho el estúpido de Azize, ese maldito autocontrol que tiene de sí mismo, algún día le va a causar una ulcera, o algo peor, no entiendo cómo puede vivir así.

Tampoco puedo negar que tengo otro motivo oculto, provocado por la curiosidad, que la reacción, y las palabras, de que la furibunda Morgan Wellington, expresó cuando nos conocimos.

Por mucho que intenta recordar si alguna vez nos habíamos visto, no lograba hacerlo, en realidad nada de lo que tuviera que ver con esa morena, de ojos verdes gitanos, me era familiar, y eso que por mis manos habían pasado decenas de mujeres.

La curiosidad, junto con la amenaza del Hombre de Hielo, para que averiguara qué es lo que había pasado con la señorita Wellington, la mejor amiga y socia de su mujer, fue lo que me hizo investigar, a que era debido ese extraño odio que esa mujer sentía por mí, así que me introduje aún más afondo de lo que ya, había investigado, para saber cuál era su relación con Clara Goodman.

Morgan era una mujer hecha a sí misma, había sido adoptada por una familia neoyorkina de clase media baja, donde todos sus hermanos, los siete, eran adoptados. Estudió en la universidad de Washington becada, y los últimos dos años entró, junto con Clara, en un programa especial de intercambio, con una universidad de California, se hizo amiga de Clara Goodman, cuando ella llegó, en el primer año de carrera, y descubrieron que eran compañeras de habitación en el colegio mayor, luego más tarde, un año después, se fueron a vivir juntas a un piso, que ambas compartían.

Toda la información que sacaba de ella, no me decía nada, ni los tiempos, ni los espacios, había coincidido conmigo, no habíamos compartido nada los dos, así que era imposible que nos hubiéramos conocido.

Tengo muy buena memoria, para nombres, para lugares, incluso para personas, así que me resultó muy fácil acordarme de lo que ella me había dicho el día que nos encontramos en la entrevista, según las palabras que ella pronuncio, yo le había sido infiel a alguien que había rehecho su vida, alguien importante para ella, o si no, no era entendible esa ira gratuita hacía mí.

Cuando le comenté esto a Azize, él me respondió con su acostumbrado sarcasmo frio y desmedido.

-" ¿Se te ha ocurrido pensar que no es algo referente a ella, sino a una mujer de su familia, o una amiga? Claro que para eso tendrías que bucear entre tantas amantes que has tenido, que lo mismo descubres que hay más de una de las amigas de la señorita Wellington que te conoce, y seguro que todas te odian, hasta yo te odio a veces, y no me he ido a la cama contigo. Eso te pasa por pasarte media vida de tu yo adulto, con los pantalones bajados, maldito estúpido."- como siempre la lógica envenenada del Hombre de Hielo, me abrió los ojos.

Justo por eso llevaba varios días rebuscando en mi memoria quien podría ser, había descartado a las hermanas de Morgan, ya que todas compartían el mismo apellido, a no ser que estuvieran casadas, y aunque yo respeto moderadamente mis costumbres turcas, porque estudié y viví casi toda mi vida entre Londres y Turquía donde me hice amigo de ese tempano de hielo, nunca tengo nada con una mujer casada.

Atendiendo a este detalle, y por una razón clara y evidente, como ya he dicho tengo una muy buena memoria, nunca olvido los nombres de las mujeres con las que tengo relaciones, por lo que, si hubiera salido o acostado, aunque sólo sea una vez, con alguna señorita Wellington, nunca lo hubiera olvidado.

Además, en las acusaciones que se descargan sobre mí, hay algo que no cuadra, nunca, ya que para mí es una norma inviolable, mantengo dos o más reacciones a la vez, así que jamás he sido infiel a ninguna mujer, ni siquiera en relaciones de una noche, algo que por otro lado no tiene mucho sentido.

Mi norma es nada de complicaciones, antes de estar con alguien, acabo mi relación anterior, intentado que quedemos en buenos términos, aunque eso por desgracias no me suele pasar siempre, así que, se me puede achacar que soy un maldito mujeriego, que no se compromete con ninguna relación seria, en mi vocabulario nos está el matrimonio. Pero lo que si tengo claro es que no soy un traidor, nunca he mentido, ni engañado a una mujer, eso sólo te complica la vida, siempre dejo claro mi posición en eso.

Así que no sé cuál es la amiga de Morgan Wellington, que le ha contado cosas extrañas de mí, estoy seguro de que se trata de alguna barbaridad, pero que, yo sea juzgado, sentenciado, y casi ejecutado, sin tan siquiera ser escuchado, ni saber quién me acusa, es por lo menos, a mí entender algo, como mínimo, injusto.

Sobre todo, porque el Hombre de Hielo está más extraño que nunca, la llegada de su mujer y de su hijo, lo tiene especialmente "sensible" y difícil de tratar, algo que, en él, es como entrar en terreno desconocido, donde un mínimo tropiezo, puede hacer que caigan víctimas inocentes, entre ellas, yo.

Esa es la verdadera razón por la que me auto invité para recoger, en Jet privado del grupo Osman, a la familia de Azize, y crear, dicho sea de paso, un momento propicio y seguro, para poder hablar, tranquilamente, y sin interrupciones con la señorita Wellington, y así, no sólo limar nuestras asperezas, sino conocer des u boca, quien era la mujer que me acusaba de todas esas atrocidades que ahora mismo tenían mi vida, pendiente de un hilo.

Además, debía mejorar su animadversión hacía mí, para que la convivencia en este año, ya que los dos tendríamos que vernos a menudo, por ser padrinos de mi adorado ahijado, fuera lo más llevadera posible.

Lamentablemente eso era algo que no saldría bien. Sólo me puso más cerca de la guillotina, que una Hombre de Hielo sostenía en su mano, sobre mi cabeza. Decididamente esta no fue una de mis mejores ideas, y menos con una mujer tan imprevisible, y peligrosa como Morgan Wellington, nunca había visto a alguien encenderse tan rápido a diez mil pies de altura, y en cubículo tan pequeño. 

Papá, cásate con mamá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora