Capítulo 19. "La primera reunión entre un Hada y un hombre de Hielo" Parte 1.

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Clara.

Entrada del hotel The Langham Huntington, Pasadena, California, Principios de Octubre de 2024.

Sólo en una ocasión había asistido al Hotel The Langham Huntington, y fue en la recepción de un congresista de California, que como agradecimiento a la reforma que le hice de su casa de Aspen, me invito a la recepción, donde recaudaba fondos para su campaña, recuerdo que conseguí muchos clientes, gracias a esa recepción en uno de los hoteles más caros de Pasadena.

Que el señor Osman hubiera decido que nuestra reunión, fuera en una de las salas de negocios de este hotel, hablaba de forma definitiva y muy clara del poder económico y financiero que debe tener el gran magnate turco.

Por otro lado, no quiero decir que Morgana y yo no nos pudiéramos permitir quedarnos una o dos noches en cualquiera de la Suite, desde que habíamos creado nuestro estudio de arquitectura, después de años de estudio, viajar por el mundo con mi hijo Mark bajo el brazo, y gastar casi todo mi fideicomiso, además del dinero que obtuve, por firmar mi rechazo de la herencia de mi padre, habíamos conseguido muy buenos proyectos, para Garret y Wellington, Estudio de Arquitectura.

Pronto, además con los trabajos, algunos muy famosos, llegaron los premios, y los reconocimientos. Nuestro estudio se convirtió en uno de los referentes en nuestra profesión en Estados Unidos, habíamos llegado al punto que hasta podíamos elegir a nuestros clientes, de tantos proyectos que se nos ofrecían.

Nuestra economía creció, y sin llegar al nivel de ser multimillonarias, si comenzamos a tener una economía mucho más que holgada, incluso claramente importante, que, a mí, me facilitó una mejor educación que contribuyera a las especiales necesidades que Mark requería.

Por su parte, Morgan, había podido construirle a su madre esa mansión, diseñada por ella, que le había prometido, cuando consiguió su beca para la universidad, una mansión con todas las comodidades para ella y sus hermanos, en las afueras de Nueva York.

Al mismo tiempo, yo conseguí mi adorada villa en Italia, la única promesa que me hice a mí misma, que haría en cuanto tuviera el dinero necesario, provocado cuando, en el último curso de la carrera, al viajar por toda Europa, llegamos a Italia, exactamente Costa Amalfitana, y me enamore, no sólo de esa región, sino de sus preciosas villas, mi único gran capricho.

- "¿Vas a dejar de estar ahí, quieta y alelada, mirando a hacia la puerta del hotel, como si esta te fuera a devorar si entras por ella? Por tu atontamiento, vamos a llegar tarde."- la voz de Morgan me hizo regresar a la realidad.

En verdad, era estúpido, y algo incomprensible, estar delante de la entrada del hotel, mirando, desde fuera, a su recepción, mientras el botones esperaba que nos decidiéramos a acceder al interior. Parecía como si tuviera miedo a entrar, era totalmente ridículo, pero por alguna extraña razón, sentía algo de inquietud, como si algo importante fuera a pasar en esta entrevista, quizás era por el hecho de que tenía que quedarme en Turquía por un tiempo, llevándonos a Mark con nosotras.

Los cambios en mi hijo, dada sus características, no son buenos, tenían que ser bien gestionados, aunque, por otro lado, cuando le consulté sobre este trabajo, y los de vivir en Turquía, explicándole lo de los programas de capacitación de la Fundación Osman para niños de altas capacidades, él se emocionó mucho, y me comentó que sus amigos y él, ya los conocían, y que siempre había querido asistir, pero al ser tan pequeño, temía que yo no lo dejara.

- "Entonces ¿si por Mark nos había problemas? ¿Por qué seguía sintiéndome inquieta?"- me pregunté mientras seguía a una decida Morgan que entró, con paso seguro, en la recepción del hotel.

- "¿Señorita Garret?, ¿señorita Wellington?"- una voz con un acento muy marcado, me hizo girarme, hacia un hombre alto, de unos veinte muchos años, con el pelo oscuro, una barba muy bien cuidada y abundante, que vestía un traje ejecutivo, su mirada era tranquila, y en sus labios se veía una sonrisa.

El que ambas lo miráramos, esperando que nos dijera quien era, debió confirmarle que éramos nosotras, porque a continuación nos dijo.

- "Buenos días, soy Burak Sari, el asistente del presidente Osman."- nos dijo haciendo una ligera inclinación de cabeza, en señal de respeto, sin hacer amago de darnos la mano a ninguna de las dos.

Esto era algo que Morgan me había advertido, al parecer en la cultura turca, no se acostumbra que un hombre toque a una mujer, si no tiene una relación o están casados, ni siquiera para saludarla.

- "Me han enviado para que las acompañe hasta la sala de reuniones, donde el presidente Osman y el ejecutivo responsable del proyecto, el señor Sezer, se reunirán con ustedes enseguida."- nos dijo a continuación.

Ambas asentimos, y comenzamos a caminar en la dirección que el asistente nos indicaba con su mano, mientras se colocaba a cierta distancia, respetuosa, de nosotras.

- "¿Podría preguntarle algo, señor Sari?"- le dije mientras caminábamos hacia el ascensor que nos llevaría a la sala de reuniones.

- "Lo que quiera, señorita Garret, y por favor llámeme Burak."- me dijo haciendo que el primer choque con lo que me había explicado Morgan, llegara.

Según ella, y por lo que había leído, solo tus superiores, o tu familia, según me contó, en la cultura turca, pueden usar tu nombre de pila, solamente, y siempre después de un tiempo prudencial en el caso de los superiores, deben de conocerte, y confiar en ti.

- "Entonces ¿por qué el asistente, si esto es sólo una entrevista de trabajo, ya quiere que lo llame por su nombre?"- pensé mirándolo con precaución, mientras las puertas del ascensor se cerraban para llevarnos al piso veintidós.

Morgan debió de notar mi actitud de precaución, porque enseguida me miró, y me hizo una señal con los ojos, como preguntándome que me pasaba, yo simplemente negué, comenzaba a sentirme algo paranoica, definitivamente necesitaba tranquilizar mis estúpidos nervios.

Este proyecto es un sueño para cualquier arquitecto, cuando vi el terreno y la propiedad que había que rehabilitar y modernizar, en la zona Alanya, en Turquía, cuando vi los planos y las fotos, que nos enviaron junto a proyecto, para que nosotras presentáramos nuestras ideas iniciales, para la valoración del Presidente Osman, durante esta entrevista, casi grité de felicidad, era un sueño para cualquier profesional de mi rama.

Nada más recibir las fotos y los planos, miles de ideas me surgieron, me encerré horas y horas en mi despacho, con mi ordenador, y mi tablet de dibujo digital. Me concentré en estudiar y conocer la arquitectura mudéjar del sur de España, además de otras arquitecturas islámicas de diversos países. Todo lo que descubrí, lo discutía con Morgan, haciendo un sin fin de lluvia de ideas, para crear un proyecto que fuera el sueño de cualquier arquitecto. Quizás la ilusión que le estaba poniendo a este proyecto, y ante la idea de que no fuera aceptado, y perderlo, por otro de mis compañeros de profesión, es lo que me tenía tan aprensiva, y nerviosa.

Si seguro, debía de ser eso, era importante que me calmara y que hiciera la mejor entrevista de mi vida, si quería quedarme con él. Quería este proyecto sobre todos los proyectos que había hecho en mi vida, era algo que me motivaba mucho, un maldito sueño profesional, que se daba pocas veces en la vida, y yo tenía que conseguirlo. 

Papá, cásate con mamá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora