capítulo dieciocho.

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Hummingbird.

─Oye, no veo nada ─dijo, dándole un leve empujón, con la intención de que se moviera un poco

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─Oye, no veo nada ─dijo, dándole un leve empujón, con la intención de que se moviera un poco.

─¡Pero no me empujes! ─reclama.

─¡No grites!

─¡Tú estás-... ─Le pone la mano en la boca, evitando que siga hablando al entrar en cuenta de que los dos estaban gritando.

Cinco resopla, pero no niega que le gustó que le haya callado.

Y que lo haya tocado.

Ahora bien, una vez superada la crisis de ___, de haberse lavado la cara y unos segundos en silencio con algunas suaves caricias y en los que acordaron calladamente a que tratarían de hacer como que nada de ello pasó, siguieron adelante con la misión.

Tratando de ignorar el ahogante calor que hacía en el clóset en el que estaban y que los abrigos colgados en sus espaldas dejaran de picarles, ambos se acercan a ver entre medio de las tablas de la puerta.

Baja la mano de los labios de Cinco, agudizando la vista para ver mejor.

Afortunadamente, nadie los oyó, ni los escuchó. Esperan.

La habitación era una pequeña sala, con un sillón elegante y cortinas largas.

Los hombres de trajes negros estaban sentados y de pie apoyados en las paredes con tragos en sus manos.

─El presidente sigue haciendo averiguaciones sobre Roswell y otros lugares de aterrizaje, caballeros ─dijo con voz gruesa un hombre de cabello canoso y que estaba de espaldas a ellos, mirando el cielo azul por la ventana─. No podemos permitir que siga metiendo sus narices en nuestros asuntos. Confirmo que la caravana girará a la izquierda por la calle Elm. Tendremos hombres en todos los puestos.

Diego tenía razón, pensó Cinco por unos segundos, pero luego ese pensamiento se borra al oírlo hablar.

─Caballeros, el plan que armaron parece inoportuno.

─Es un blanco fácil.

Al reacomodarse en una posición recta, las maderas del suelo sonaron, despacio, pero coincidió justo en el momento en el que todos los hombres se quedaron en completo silencio.

Cinco busca su mano inevitablemente, casi como un reflejo, ansioso y nervioso al Reginald haberse dado vuelta y mirado entre medio de los espacios de las tablas.

Era la primera vez que veía a Reginald desde hace casi cincuenta años, y más a los ojos.

Aprieta el agarre, asustado ahora que notó que todos sabían de su presencia.

━━━ 𐙚 El aquí no es aquí ⋆ 🍂☕°。↝ 𝗙𝗜𝗩𝗘 𝗛𝗔𝗥𝗚𝗥𝗘𝗘𝗩𝗘𝗦. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora