04. Amante

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En una noche oscura en las calles de Liverpool, el cielo estaba cubierto de nubes, apenas dejando escapar un rastro de luz de luna. George se encontraba oculto en un callejón estrecho. A su lado estaba Richard.

Lo abrazaba con fuerza mientras ambos compartían besos apasionados, perdidos en el momento, el mundo exterior desvaneciéndose. El frío de la noche no importaba mientras sus labios se encontraban una y otra vez.

Finalmente, se separaron, jadeantes por la falta de aire. La intensidad del encuentro quedó flotando en el aire, y sus miradas lo decían todo. Richard sonrió, con una mezcla de complicidad y ternura.

—¿Como te fue con John?—preguntó Richard ajustando el cuello de la camisa de George.

George, todavía recuperándose de los besos y del momento, se acomodó el abrigo y suspiró.

—Lo intenté de nuevo, Ringo. Le pedí que me dejara entrar a la banda… pero me volvió a rechazar.

El mayor enfrente suyo frunció el ceño, confundido.

—¿Por qué? Eres un increíble guitarrista.

George sacudió la cabeza con resignación.

—Dice que soy demasiado joven, que todavía no estoy listo. Pero no sé… siento que John no confía en mí.

Richard tomo su mano apretándola suavemente.

—Ya verás, George. Tienes talento, y John lo verá pronto. Solo es cuestión de tiempo.

George intento sonreír y Richard apretó sus mejillas.

—Vamos, te dejare en casa. Ya hace frío.

—¿Me das un último beso? Por favor.

Richard dudo un segundo y luego se inclinó para besarlo.

Luego salieron de ese callejón y comenzaron a caminar hacía la casa de los Harrison.

En cuando Richard dejo a George a su casa, se despidieron con los puños.

Richard se fue a toda velocidad mientras que George apenas entraba a su casa y en la ventana se asomaba la figura de su madre.

En cuando entro vio a su madre bajar de las escaleras, George sonrió y la abrazó.

—¿Como te fue con John?

—No quiero hablar de eso, mami.

Louise sonrió y beso la frente de su hijo.

—Algún día ese John verá el talento que tienes, no en todas partes se encuentra a un joven como tú. Inteligente, guapo y talentoso.

—Gracias mamá.

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Al día siguiente, en la tranquilidad de la casa de Richard, la luz del sol se colaba por las cortinas, bañando la habitación en una suave luz dorada. George y Richard se encontraban sentados en el sofá. Habían estado charlando de cosas sin importancia, riendo sobre alguna anécdota de la última vez que habían tocado juntos.

Lamb | Starrison.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora