03. Dios

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Yo era consiente de muchas cosas.

Yo sabía que Dios, nuestro amo y señor no me quería.

Tal vez era por mi lista larga de pecados o tal vez por mis pensamientos hacía la gente.

¿Acaso no era normal querer a un amigo?

¿O mi tipo de amor era un pecado para Dios? 

Pero era consiente que el no me quería.

Tenía mis dudas, pero el solo contestaba que no me quería. Tal vez George Harrison no estaba en sus planes de creación.

La voz suave de Sarah hizo que George saliera de sus pensamientos.

—¿Todo bien?—la mirada de Sarah era preocupante.

—¿Crees en Dios?—preguntó de repente, su tono era más curioso que desafiante, aunque un matiz de vulnerabilidad se asomaba en su voz.

Sarah parpadeó, sorprendida por la pregunta. No era un tema que surgiera con frecuencia en sus sesiones.

Por un momento, sus labios se entreabrieron, pero ninguna palabra salió de ellos. Dudó.

En ese instante, Sarah se permitió reflexionar. No era solo una pregunta sobre religión, sino sobre algo más profundo, algo que seguramente tenía que ver con lo que George estaba enfrentando en su vida.

¿Qué respondería? Como terapeuta, solía mantenerse neutral, pero sabía que esta pregunta era diferente, que su respuesta importaría.

—Bueno... —comenzó con suavidad—, es una pregunta complicada, ¿no?—su mirada se tornó más empática, y su tono, cuidadoso—. La verdad es que, personalmente, a veces no tengo una respuesta clara. Creo que es algo que cada persona explora a su manera y en su propio tiempo.

George asintió lentamente, no del todo satisfecho pero tampoco sorprendido por la respuesta.

—¿Por qué me preguntas eso?—dijo finalmente, su voz baja y tranquila, pero llena de curiosidad profesional.

—He estado soñando con Dios—confesó, casi en un susurro, como si las palabras tuvieran un peso distinto al decirlas en voz alta.

—¿Qué sueñas?—preguntó con suavidad, intentando no romper el hilo de pensamiento que George había comenzado a tejer.

George mojo sus labios antes de hablar.

—Dios... —empezó, titubeando—. En mis sueños, Él me dice que no me ama.

Sarah guardó silencio por unos instantes, permitiendo que las palabras de George resonaran en el espacio.

Luego, con mucha suavidad, tomó su libreta y escribió algo, no tanto por necesidad de tomar nota, sino como una pausa que le diera a George tiempo para respirar.

—Eso debe ser muy doloroso de escuchar, incluso en un sueño—dijo finalmente, mirándolo a los ojos—. ¿Cómo te hace sentir eso?

George exhaló lentamente, como si soltar esas palabras le aliviara de alguna carga, aunque no completamente.

—Me siento... abandonado, supongo—dijo, con un tono bajo y vacilante—. Como si hubiera hecho algo mal, como si no fuera digno de ser amado ni siquiera por Dios. Y si ni Él me ama, ¿quién lo hará?

Sarah tomó una pequeña pausa antes de continuar.

—¿Has sentido algo parecido fuera de los sueños? Esa sensación de no ser digno de amor, o de ser rechazado.

George asintió lentamente, pero no dijo nada. Simplemente miró hacia la ventana, hacia un cielo nublado que parecía reflejar lo que sentía por dentro.

Y su tiempo con Sarah acabo.

゚ ⋆ ゚ ☂︎ ⋆ ゚

Paguemos la terapia de George. 😔

Lamb | Starrison.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora