Capítulo 9: La Escolaridad.

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Capítulo 9: La Escolaridad

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Capítulo 9: La Escolaridad.

<<Muy bien chicos, vamos a continuar con el siguiente ejercicio sobre aprender a identificar las mezclas homogéneas y heterogéneas>>, la voz del profesor cada vez se hacía más distante, alejándose de él, sus ojos comenzaron sentirse pesados, el profesor cuya cabeza era calva, su barba era prominente y sus anteojos negros, su piel era apiñonada, vestía con un pantalón de mezclilla y una camisa de cuadros color beige. De pronto al lanzar su mirada hacia la pizarra pudo ver el esquema dibujado con tiza, pero este de pronto se convirtió en otra cosa, un cara malvada con ojos rojos que lo vieron fijamente a la cara, sin que pudiese reaccionar de un segundo a otro se cerraron, pero él seguía estando consciente.

   — ¡Pero que mierda! ¡Qué esta pasando!— solo veía oscuridad y silencio absoluto. 

Hasta que por fin una luz que los dejó ciego apareció de la nada sorprendiéndolo e incapaz de hacer algo solo miró como si se tratase de una película a un hombre vestido con un pantalón color beige mezclilla, botas café claro, una chaqueta de cuero color café claro que combinaba con sus botas y un sombrero de vaquero color beige. Aquel hombre estaba sentado en una silla en la noche en un cuarto de puro cemento en medio de la nada, aquel hombre estaba en el umbral de la puerta de aquel cuarto viendo la luna y sobre sus piernas el mismo libro que sus abuelos hallaron en el cuarto de su padre cuando era un niño, parecía estar leyendo aquellas páginas en ese idioma desconocido, sus palabras ni si quiera se asemejaban a cualquier idioma que haya escuchado.

Conforme se iba acercando cada vez más a aquel hombre que recitaba se daba cuenta de algo,  enfrente de él el espacio comenzaba a brillar un círculo pequeño que conforme pasaban lo segundos se iba haciendo más grande, pero en el centro no se veía el resto del paisaje, sino que se comenzaba a ver algo más, se veía lo que pudo reconocer como una catedral, y personas caminando a lo lejos, estos civiles llevaban ropa muy antigua, vestidos y trajes de la época medieval que reconoció por las películas como Corazón Valiente y el Guerrero Número 13, que vio en la televisión y la novela de su abuela Alucarda. Pero antes de si quiera poder caminar un paso más para ver con mayor claridad aquel portal tan grande como él este de pronto fue arrastrado hacia atrás con tal fuerza que ni siquiera pudo reaccionar o sujetarse de algo, hasta que salió de la habitación disparado.

Posterior a eso, pudo ver un funeral en el cementerio del pueblo, lo pudo identificar porque lo visitó en repetidas ocasiones con sus abuelos en el día de muertos, también entre las personas logró identificar a muchas personas del pueblo que conocía vestidos de negro y con sombrillas que los cubrían de la fuerte lluvia que se había desatado, algunos eran más jóvenes como sus padres que eran más delgados, sus caras no tenían patas de gallos y sus ojos no se veían tan cansados.

"Es el funeral del tío Juan...", pensó después de ver su foto en las manos de abuela y a esta llorando a cántaro con la car roja y los ojos hinchados, su abuelo se encontraba a un lado de ella tomándola por los hombros. "¿Por qué estoy viendo esto? Sí él murió hace años", se preguntó a sí mismo, pero en ese momento nuevamente otra visión llego hasta él deslumbrándolo, se encontraba en medio de un patio de lo que parecía un castillo, solo que se encontraba todo oscuro porque era de noche, lo único que iluminaba eran las antorchas que estaban alrededor de todo el patio, en este se encontraban un montón de cuerpos que solo podían ser productos de una batalla, no obstante, Rafael pronto se dio cuenta de que estas personas que yacían sin vida y encima de un enorme charco de sangre que inundaba todo el patio, estaban vestidas con ropas medievales, con armaduras y cotas de malla pesadas, algunos portaban yelmos de todo tipo y otros no.

Consciente ya de todo esto, miro sus manos, llevaba guantes, también portaba una armadura, pero esta era oscura pues no reflejaba luz alguna, su espada estaba en su lugar en su cadera de la parte izquierda. Sumamente confundido, el niño miró hacia enfrente y notó como entre la oscuridad de la enorme entrada que tenía las dos puertas de madera destrozadas por un ariete que estaba en llamas a un costado de estas, pero entre las llamas, una figura se hacía presenta era el mismo rostro que vio dibujado en la pizarra, un hombre de mandíbula cuadrada, piel clara, ojos rojos brillantes, cabello negro y largo, cejas delgadas y negras, su mirada era la de alguien sediento de sangre y su sonrisa la de alguien malvado, al igual que él vestía con una armadura completamente oscura, pero este llevaba encima una capa negra y larga, sus pasos eran firmes y largos; se dirigía hacia él sin quitarle la vista de encima y dejándolo muerto de miedo.

Nuevamente un flash lo cegó dejando ver en una cuarto de color menta a una mujer sentada en una silla de madera, dicha mujer era rubia, hermosa y de aspecto encantador y grácil, ella llevaba unos jeans color azul y una camisa blanca de manga larga de color blanco y sin estampado, la condensación del vidrio provocaron que ella tratará de ver hacia fuera el cielo nublado.

Rafael comenzó a caminar hacia ella con intriga sobre el por qué ahora la veía a ella y esa habitación, aunque antes de pensar cualquier otra cosa el chico se fue dando cuenta de que la hermosa mujer llevaba en su otra mano una pequeña fotografía tamaño infantil de un bebé, la cual veía con un semblante de profunda tristeza. Pronto, una lágrima escapo de su ojo derecho y un sollozo tenue se alcanzó a escuchar, la mujer cerró su puño junto con una la fotografía y se abrazo a si misma.

En ese momento sus visiones fueron interrumpidas cuando un fuerte dolor de cabeza lo hizo agacharse y retorcerse de dolor en el suelo. Por tal dolor cerró sus ojos y se tomo la cabeza con las manos gritando hasta que abrió los ojos de golpe al ser movido, alzó la vista y se dio cuenta de que a su lado estaba su amigo, Jonathan y el profesor estaban viéndolo.

   — Te quedaste dormido... — fue movido en el hombro.

Su amigo Jonathan era delgado, por ende el uniforme le quedaba holgado y largo, su cara era ovalada, su piel era blanca y su cabello estaba peinado hacia arriba, este era castaño y algo largo, sus cejas igualmente eran castañas, sus ojos almendrados y de color café oscuro, su nariz era respingada, sus labios delgados y largos. Tenía dos lunares pequeños y juntos en su cachete izquierdo.

   — Ya no te desveles, Rafael.— agregó el profesor mirándolo con extrañeza. 

   — Sí...—  se limpió la baba que tenía en la mejilla para después recoger todas sus cosas de la paleta de la silla y meterlas con rapidez a su mochila.

Mientras que el profesor se iba, su amigo se acercó a él con intención de hablar.

   — ¿Qué traes?

   — No sé, tijeras. De pronto me sentí raro...— Rafael se levantó, pero sintió un fuerte mareo que provocó que se sentará otra vez.

   — ¿Entonces te desmayaste? ¿Estás bien?

   — No, no creo. — comenzó a suspirar.

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