Capítulo 10 - Parte 2.

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   — ¿Qué fue lo pasó después?— preguntó Rafal sumamente interesado. 

   — Examinaron la cámara de vídeo y encontraron que estaba grabando a las niñas de la escuela desde hace mucho tiempo, después la policía y la fiscalía comenzó a investigar más a fondo hasta que encontraron un montón de cintas en su casa y vídeos de ese tipo... 

  — ¿Entonces fue a la cárcel? 

   — Sí, por unos cuantos años.— respondió Juana con un notable desanimo e indignación. 

   — ¿Unos cuantos años? 

   — Su sentencia fue reducida gracias a su buena conducta y que... Bueno, resulta que él era parte de un grupo de personas que se dedicaban a espiar a niñas y mujeres, se pasaban estos vídeos así que esta red de acosadores cayó. 

   — ¿Y qué hay de la profesora?

   — Ella se fue del país después de eso, ya que...— respondió su abuelo viendo en un vistazo a su esposa.— Fue una víctima, puesto que, al revisar los demás baños, también estaban espiando a las profesoras y algunos profesores.

   — ¿Cómo es que no lo recuerdo? Si fue algo tan grande y que claramente tuvo difusión, ¿no es así?

Su abuela Juana se acercó a él con un semblante más tranquilo y pasivo.

   — Sí, la tuvo, pero... El hecho de que no recuerdes muchas cosas se debe a que, tuviste un pequeño accidente hace unos años cuando tenías cerca de siete años.

   — ¿Accidente?

Sus dos abuelos guardaron silencio unos segundos para después suspirar. No obstante, Rafael se dio cuenta de que podría no gustarle lo que estaba apunto de escuchar así que se irguió para prepararse y aceptar la verdad sobre el porque no recordaba nada de su niñez.

   — Tiempo después de la muerte de tu tío, tu abuelo se dio cuenta de que muchas cosas estaban pasando en la hacienda, mismas cosas que hace muchos muchos años, le pasaron a tu tío y a su hermano, tu padre.

La noche era tranquila, en una mesita de madera pequeña y circular, un chico delgado, de piel morena, cabello largo y chino con una camisa color caqui escribía ante la luz de la vela en un cuaderno. Pronto, sus líneas fueron interrumpidas cuando se sentó a su costado su hermano poniendo en la mesa su plato extendido con una concha sobre este, así como su taza con café, se trataba del tío de Rafael, años más joven e igualmente delgado que su hermano miró con detenimiento lo que este escribía.

Su tío vestía con una chaqueta color negro cerrada y un pantalón de mezclilla color azul marino. Sorprendido le hablo con una sonrisa pícara.

   — ¿Otra vez andas con esas cosas?

   — Sí... 

   — Si nuestro apa nos ve, yo no te voy a volver a defender.— procedió a tomar su pan y a darle una mordida.

   — Agradezco el apoyo, en serio lo hago, pero no te preocupes.— cerró su cuaderno y lo metió a su mochila que estaba a un costado en sus pies.— Ya vienen.

   — ¿Qué? 

Aquella casa humilde de piedras y adobe iluminada por velas era el cálido hogar de los hermanos, quienes al ver entrar por la puerta a su padre y a su madre agarrados tomados de la mano, vestidos con aquellas ropas típicas de la época a sombrero y con rebozo, ambos agacharon la cabeza y siguieron cenando, más tranquilos y en silencio. Sus padres desde luego no notaron que ellos estaban dialogando y de inmediato se sentaron a la mesa para cenar con ellos.

   — Su mamá me dijo que empezaron a estudiar para el examen de admisión a la universidad, espero que se pongan chingones y no quiero que me lo reprueben, ¿entendido?

   — Sí.— contestaron firmemente con seriedad.

Los dos comenzaron a comer más rápido con el objetivo de irse lo más antes posible, pero antes de que su conversación siguiera o ellos terminasen, un fuerte ruido captó la atención de todos tratándose de un animal que chilló horriblemente.

   — ¿Qué fue eso?— preguntó Juana.

   — Una vaca.— respondió su esposo levantándose de prisa y yendo a por su rifle.— Lázaro quédate con tu mamá, Serván tu ven.

Los dos chicos acataron lo que su padre les ordeno, saliendo él y su hijo mayor hacia afuera, automáticamente, Lázaro atrancó la puerta tan solo al salir su hermano y su padre, para después tomar de la mano a su madre quien temerosa veía la puerta esperando que nada le pasase a su esposo y su hijo, comenzando a rezar por el miedo. A diferencia de su hijo menor quien se mantuvo tranquilo y pensativo.

   — No veo nada...— mencionó Serván mientras ambos caminaban hacia el camino. 

   — Shh, no hables.— su padre lo calló manteniendo aún el rifle apuntando.

Ambos, intranquilos se dieron cuenta de que la luz de la luna llena los ayudaba a ver alumbrando todo el terreno pues el cielo estaba completamente despejado y la luna era llena con un tonó rojizo, pero ellos aún no encontraban al animal responsable de aquel quejido que le erizo los pelos a toda la familia. 

Confundidos pensaron en regresar al no encontrar nada en el sendero, hasta que nuevamente escucharon ese quejido de dolor que los alerto.

   — Maldita sea.

Los dos corrieron hacia el terreno que tenía la hierva alta siempre apuntando con el rifle para ir seguros. Esto hasta que llegaron al sitio de donde provenían esos lamentos desgarradores, se trataba de una vaca que estaba tirada en el suelo y con el pelaje lleno de sangre, al lado de esta se encontraba una silueta con una túnica negra, la cual, al sentir la presencia de los dos hombres se irguió, dejando caer aquella túnica a su pies y sobre la hierba.

Tanto el padre como el hijo se llevaron una gran sorpresa al ver a una mujer hermosa desnuda, con el cabello negro sumamente largo que le llegaba casi hasta las posaderas. Los dos hombres se quedaron boquiabiertos al ver como el cuerpo de la mujer estaba cubierto de sangre, desde la boca, el cuello y los pechos hasta casi el estómago, así como las manos, notando que ella era la culpable de la muerte del animal y dándose apenas cuenta del semblante de la mujer y de su rostro quien los estaba viendo con una sonrisa maquiavélica y unos ojos entre abiertos con una mirada pícara que los dejó aún más estupefactos.

Teófilo bajó el arma al no saber que hacer, pero algo era seguro, de pronto ambos, padre e hijo se vieron hipnotizados por la belleza de aquella mujer, sus caderas y sus piernos le llamaban fuertemente la atención provocando que dieran un paso para acercarse más, no obstante cuando esta iba a dirigirse hacia ellos un fuerte ruido se hizo presente era el motor de un auto y las luces de este lo que se escuchaba y veía a lo lejos, alertando aquella mujer que miró hacia un costado el camino, cambiando su semblante a uno más enfadado.

Además de ella, los hombres también notaron la presencia de aquella camioneta que se dirigía hacia su hogar, pero cuando voltearon a ver hacia enfrente la mujer ya no se encontraba ahí, así como la túnica negra que llevaba consigo. El padre confundido miró por la hierba tratando de encontrar la túnica negra, pero no encontró esta por ningún lugar, sin embargo, su hijo si pudo ver a lo lejos como una figura negra parecía volar sobre las copas de los árboles.

   — Serván... Serván, escuchame.

El chico volteo a verlo y camino hacia él.

   — ¿Qué pasa?

   —  Vamos a decir que fue... Un lobo... La vaca puede que haya sido de los Dorantes. Diremos que vimos al lobo, pero ya no le pudimos dar porque se fue entre los árboles.

   — Sí... 





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⏰ Última actualización: 19 hours ago ⏰

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