Capítulo 6: Tormentas de otro país.

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Capítulo 6: Tormentas de otro país

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Capítulo 6: Tormentas de otro país.

Pasando aquellas tierras cálidas, aquel cuervo siguió volando sin descanso durante muchos días hasta que logró traspasar el océano atlántico, pasando por un par de países y muchos climas variados hasta que logró llegar al techo de la Catedral de Canterbury en Inglaterra, en donde un hombre adulto bastante alto, vestido con una gabardina negra larga que llegaba hasta sus rodillas comenzó a caminar hacia el balcón de la Catedral, además de esto llevaba lentes oscuros y una boina de color café con una marca de tres líneas verticales separadas.

Con una sonrisa de oreja a oreja, el hombre de nariz respingada y boca pequeña camino hasta donde el cuervo yacía descansando posterior a su viaje, y despacio le acercó su mano para que este brincara a esta, pero el cuervo bajo la cabeza y luego pico entre su ala.

   — Hola...— dijo con un tono de voz bajo.

A pesar de esto su acento lograba distinguirse a la perfección.

   — Hola...— una voz gruesa fue pronunciada por el ave quien alzo la vista y giro la cabeza para verlo con su ojo derecho.

   — Infórmame.

   — Él está vivo. 

   — ¿Es un niño?

   — Sí.— respondió inmediatamente el cuervo.

   — Bien... ¿Entonces tendré que ir yo personalmente?

   — Sí.

El hombre dio media vuelta y se dirigió a la puerta de la entrada metiendo las manos en los bolsillos de su gabardina.

Más tarde, ese mismo día, el hombre se dirigió a una banca en un parque donde ya se encontraba un hombre de cabello corto y castaño, su cara era ovalada, sus cejas eran delgadas y sus ojos almendrados de color verde, su nariz era respingada y su boca pequeña de labios delgados, vestía una chaqueta café de motociclista, unos pantalones de mezclilla de color azul cielo y unos tenis azules de suela y agujetas blancas. Dicho hombre de aproximadamente unos treinta años estaba sentado en una banca del parque, con su casco de color negro con franjas rojas a su costado izquierdo, y sus guantes sobre su pierna derecha.

Sorprendido lo miró llegar y saco de las bolsas de su chaqueta sus manos, para después tomar sus guantes y levantarse de la banca.

   — No pensé que llegarías temprano, detective.

   — Tampoco yo, pero mi contacto resultó más efectivo de lo que tenía planeado.

   — ¿Y...?— su tonó parecía temblar.

Por un momento las piernas del hombre perdieron internamente su fuerza, sintiéndolas ligeras, pero sin moverse hacia un lado mentalmente se preparaba para lo que aquel hombre estaba apunto de revelarle.

   — Me temó que su esposa si fue violada, señor Grayson. 

El señor Grayson no se movió en lo absoluto, pero su semblante cambió, su mirada bajó hacia el suelo, triste, su boca y sus labios estaban caídos y dentro de él en su pecho se sintió un dolor, no un dolor físico que podía hacerlo doblarse o retorcerse en el suelo, sino un dolor de un corazón dañado emocionalmente.

A diferencia de él, aquel hombre misterioso de la boina, yacía tranquilo, pero no apático, ya que debajo de esos lentes oscuros, al igual que él bajó la mirada y guardo unos segundos silencio, para después comenzar hablar.

   — Yo...— trato de hablar, pero su voz era átona que casi no se escuchó, no obstante, antes de que terminará su frase fue interrumpido por el hombre de la boina.

   — Le aconsejaría que no toqué el tema con su esposa, tanto mis colegas como yo, tenemos información de que la persona que abusó de su esposa pudo haberla amenazado con hacerle algo a usted, debido a esto, naturalmente ella nunca tocó el tema.

   — No, pero se metieron con la persona incorrecta, voy a...— ahora su tono era alto, sus ojos reflejaban una rabia y enojo similares a los de una bestia, sus puños ahora estaban cerrados y el hombre pronto sintió mucho calor en su cuerpo.

   — Espere... Tomar una decisión precipitada podría estropear la investigación y no se podría actuar de manera legal contra aquella persona.— trato de calmarlo acercándose dos pasos a él.

   — Yo no quiero nada legal, voy a matar a ese hijo de perra que se atrevió a tocar a mi esposa, se metió con la familia equivocada.

   — Entiendo que amenazar con el legado de una de las familias más antiguas y nobles de Inglaterra no es a la ligera, pero le pido que me deje terminar la investigación... Más aún, no quiere saber si aquel niño pueda saber de su madre. 

   — ¡¿Qué?!— dio unos pasos atrás dispuesto a tomar el casco de su motocicleta.

   — Ahora es un adolescente, va la secundaria, no quiere saber de él, porque puede que al final él quiera saber de su madre.

   — ¿Por qué habla así? Como si disfrutará esto, como si le gustase lo que investiga.

   — A mi esposa la violaron en México y usted sale con esto.

   — Me refiero a que puede llegar a buscar a su esposa, si usted desea nosotros podemos intervenir para que él nunca sepa quien fue su madre.

   — ¿Y cómo harán eso?

   — Viajando a México para investigar al muchacho.

El señor Grayson, ahora con su piel rojiza por el enfado, pensó unos segundos su respuesta, para después sin decir una sola palabra asintió con la cabeza, se giro y comenzó a ponerse sus guantes, seguido de eso, tomó su casco y camino hacia la dirección opuesta del detective para salir de este llegando hasta su motocicleta, una Ducati de color rojo con negro muy llamativa. Se montó a esta y la encendió.

Con mucha rabia que poco a poco conforme avanzaban las calles se iba disipando, en su mente a su vez se iba aclarando la imagen de su esposa, su cálida sonrisa.

   — Evie.... ¿Cómo haz podido guardar esto tanto tiempo?—  una ligera lágrima broto de su ojo derecho y bajo por su mejilla.


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