Confesión

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Cinco años después.

La nieve invadía Rusia y las noches eran cada vez más pesadas, la gente moría fácilmente por terribles resfriados. Nikolai ya perdió la cuenta de la cantidad de sepulturas que presencio, siempre iba con Pushkin cuando realizaban la oración por el alma. En su mayoría los que morían eran niños y ancianos de clase baja, en invierno los mendigos casi desaparecían por completo. La tristeza invadía las calles, la gente apenas tenía para comer y no había tanto trabajo, a veces a Nikolai le resultaba difícil trabajar en ese ambiente.

La gente moría, incluso llegaban enfermos a los festivales de la iglesia y Nikolai debía danzar a su alrededor y bromear diciendo cosas como "Parece que el frío quiere quedarse en su pecho, mi señor, ¿por qué no llegan a un acuerdo y le cobra la renta? ¡Así se hace algo útil con tanta tos!".

Al menos en su mayoría le sacaba una sonrisa a la pobre gente.

Los primeros dos inviernos que paso en este lugar, repartía pan y leche caliente, también a veces mantas, Pushkin lo compraba con lo recaudado en los festivales pero con el tiempo dejo de hacerlo y aunque Nikolai le haya preguntado tanto porque. Pushkin nunca le dio una respuesta clara.

Desde que llego a Moscú, muchas cosas habian cambiado, incluso él y no solo hablamos de su mentalidad. Porque si, la gran ciudad lo había obligado a madurar bastante rápido y su relación con Dios era más cercana, aunque no lo terminaba de entender todavía. En las misas solo seguía lo que tenia que hacer, mantenía un rosario en su cama y rezaba antes de dormir.

O cuando se acordaba de hacerlo.

A veces estaba tan cansado que tocaba su cama y lo último que pensaba era en el padre nuestro.

Su cuerpo había cambiado bastante. Pegó el estirón y ahora medía 1.80 metros, con brazos largos que, aunque delgados, señalaban que poseía una sorprendente fuerza. Su cabello había crecido considerablemente, y Pushkin le había sugerido que trenzarlo le daría un aire más inusual y distintivo. Así que, cada mañana al despertar, Nikolai se dedicaba a su cabello. Aunque resultaba algo tedioso, no podía permitirse salir a la calle con un aspecto fuera de su "papel", con su ropa colorida, su larga trenza y su parche oscuro que acentuaba su particularidad.

Miro su rodilla vendada, que se veía a traves de su pantalón roto, estaba aprendiendo a hacer caminatas sobre cuerdas y ayer en la tarde se había caído causando una raspadura leve, Pushkin se estaba volviendo loco al ver que Nikolai aun no podía caminar en grandes alturas, así que le exigía bastante en el tema, lo hacía practicar al menos seis horas al día. Intercalando obvio con malabares, danza, entre otras cosas.

Se tomo un pequeño descanso luego de limpiar los vidrios y trapear el piso. Estaba comiendo una manzana mientras pensaba en su próximo evento. Iba a ser muy importante y el mas grande de su vida, hasta ahora.

Hace unos meses Pushkin irrumpió en la habitación de Nikolai para revelarle que el rey lo quería probar para que sea el bufón de la corte.

Acá no vamos a mentir, a Nikolai le emocionaba muchísimo la idea de irse a vivir en el palacio, de ser reconocido como "el bufón del rey" y vivir con la fama a sus pies. Desde siempre soñó con aquello, aunque, por supuesto, tenga que dormir en el área de sirvientes. Quería ser respetado por hacer reír a la gente y... le costaba admitirlo, pero también quería dejar de limpiarle los zapatos a Pushkin.

Si bien estaba agradecido con él, a veces se cansaba un poco de ser por poco sirviente suyo en la oscuridad de la capilla.

Le llego una carta que decía que lo invitaba a animar la fiesta de cumpleaños de la reina y también para cenar en el gran banquete, como cortesía. Los ojos de Pushkin brillaron cuando se la leyó y destapo el mejor vino que tenia en su colección. Nikolai por su parte, estaba muy nervioso, había practicado diferentes canciones y preparado varios números. Se le pedía que sepa de todo un poco ya que debían realizar lo que se les pida el mismo día.

Grotesco resplandor - fyolai Donde viven las historias. Descúbrelo ahora