Secreto

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Apenas fue capaz de sentir la claridad del día, se despertó sobresaltado y corrió al primer balde que vio para vomitar. Se puso una mano en su rostro. Había experimentado terribles sueños en los que quedaba en ridículo enfrente de los reyes y Pushkin lo terminaba botando a la calle muy enojado.

Dramáticamente se apoyó con un codo en el balde y se deslizo la mano por la cara hasta su cabello suelto que hizo hacia atrás. No estaba seguro de como iba a hacer para rendir al cien por ciento este día. No había podido dormir correctamente, dio vueltas en la cama hasta muy tarde y cuando se durmió tuvo dichas terribles pesadillas.

Arrodillado en el suelo, intentó acomodar sus pensamientos. Hizo una lista mental con todas las cosas que le preocupaban.

- ¡ Nikolai, ya deberías estar listo!

Soltó un bufido. Bueno, tampoco tenía tiempo para pensar mucho.

Se levantó como pudo, con sus manos en su estómago. Sentía el piso frio bajo sus pies desnudos. La cabeza le dolía un poco y esperó que el dolor se le pasara cuando tomara el fresco aire de la mañana.

Unos minutos más tarde, ya estaba en la cocina con Pushkin, que le lanzó una taza de té y un pan con mermelada. No dejaba de hablar de la grandeza del rey, estaba muy convencido de que seria el sacerdote elegido. Nikolai miró por la ventana justo cuando llego un trineo de madera oscura y elegante, tirado por dos caballos negros, se estacionó en la puerta de la muy pequeña casa.

- Ya llegó.

El hombre se apresuró a tomar sus cosas y señaló a Nikolai que estaba a medio desayuno.

- Rápido, nos vamos.

Suspiró y dejó lo que estaba haciendo para tomar su gusli y un bolso con ropa, se subió al trineo. Resulta que el rey los envió a buscar, para que no tengan que caminar por la nieve que estaba bastante dura temprano.

Tardaron al menos diez minutos en llegar a su destino, y los condujeron a una pequeña capilla que estaba al lado del palacio, pasaron por un estrecho pasillo hasta que se toparon en el final con un hombre con atuendo de la guardia real, tenía los ojos cerrados y cuando habló, Nikolai supo que era extranjero por su particular acento.

- Bienvenidos, Alexander Pushkin, Nikolai Gogol... Soy Jouno Saigiku, funcionario del rey.

Jouno les hizo un ademán con la mano en señal de que lo sigan, se adentraron a la parte trasera de la capilla, más específicamente era un patio más espacioso con un montón de elementos que Nikolai podría utilizar para sus espectáculos. Los observo a todos muy emocionado.

- Primero, mi señor Pushkin, a usted lo esperan en la otra habitación.

Le dijo señalando en dirección a las oficinas de la capilla, Pushkin asintió amablemente y desapareció por la puerta.

Jouno se giró directamente hacía Nikolai.

- Debemos charlar sobre algunas indicaciones que me pidió el rey que te haga llegar, no te tomaré demasiado tiempo.

Se sentaron alrededor de una pequeña mesa y una mujer se acercó con tazas de té. Nikolai observo la cerámica, blanca y en pintura tenia una decoración a mano de flores rosadas. Dejo que el té le calentara todo el cuerpo, hasta cerro los ojos luego de beber el primer sorbo.

- Estas aquí como el bufón principal para la fiesta de nuestra soberana... que honor debe ser para alguien como tu.

Hizo una pausa para llevarse la taza de té a sus labios.

- En primer lugar y de suma importancia es que no puedes hacer bromas dirigidas a nuestra reina , se pide que el humor sea más... general. Ella es una mujer con una gran sensibilidad y si por accidente la humillas el día de su cumpleaños no podría soportarlo, eso podría costarte la cabeza.

Grotesco resplandor - fyolai Donde viven las historias. Descúbrelo ahora