Cómplices

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Nikolai y Fyodor tenían un problema.

Y era que ninguno pensó en la forma en la que regresarían a la habitación.
Luego de que la sirvienta salió, oyeron alboroto en la cocina por lo que salir por la puerta que entraron no era una opción, seguro que ya estaban preparando la cena. El aroma a pan recién horneado se mezclaba con el dulce olor de las mermeladas enfrascadas y el frío de la habitación. Fyodor comenzaba a morderse sus uñas por la ansiedad, quizás Sigma ya lo estaría buscando.

Se quedaron en silencio absoluto mientras Nikolai revisaba el lugar, iba iluminando con la lampara de aceite que volvieron a encender luego de bastante trabajo. Fyodor lo seguía muy de cerca, abrazándose a sí mismo con el abrigo ajeno, al príncipe no le gustaba mucho la oscuridad, pero no admitiría eso ante el bufón lo que lo llevo a esconder su disgusto detrás de estar ayudándolo a buscar una salida que no sea la puerta principal; Acechaba las mismas partes que Nikolai, desde atrás de su brazo. Nikolai tenía el rostro caliente por la cercanía del príncipe, incluso sentía los golpecitos de la canasta con dulces que sostenía desde la manija con un tembleque que Fyodor no sabía que el peliblanco podía notar.

Giro su cabeza por encima de su hombro, las paredes iluminadas a penas por su lampara de aceite tenían las sombras de las cosas que estaban ahí y ahora que Fyodor lo veía mejor, los barriles amontonados, las cajas de madera que crujían por momentos y los estantes abarrotados con golosinas y mermeladas, parecían aterradores en las penumbras. Esto causo que se preguntara porque decidieron poner esa bodega en un sótano, sin ventanas. O peor, porque acepto la idea de Nikolai llena de exceso y tentación, luego debía irse a confesar.

Estaba intentando descifrar que contenían unas botellas en un estante cuando sintió que Nikolai dio la vuelta de golpe en dirección suyo, de una forma tan abrupta que casi chocan sus cabezas. La luz de la lampara ilumino la sonrisa del bufón y su nariz roja por el frio. Le señalo la pared de piedra, su dedo se elevaba a una altura considerable.

— Mira, hay un ventiluz por ahí.
Fyodor miro lo que indicaba el dedo de Nikolai con la boca semiabierta. Efectivamente un pequeño ventiluz con marco gris, en su rostro hizo aparición una mirada de pesimismo.

— Seguro que la tapa la nieve.

— Yo puedo encargarme de eso. — dijo Nikolai mientras le mostraba su mano enguantada.

— ¿Cuál es el plan?

— Tendremos que caminar por la nieve a oscuras y.… podemos entrar a su habitación por el balcón. — Nikolai junto sus manos como si estuviera rezando, la emoción ante el peligro se reflejó en su rostro. — operación “salir con vida de la bodega de la cocina” ha comenzado.

Fyodor sonrió sosteniendo la canasta contra sí, sus pupilas dilatadas delataban un destello de confianza y admiración hacia el bufón.

Nikolai se subió a un barril y poniéndose de puntas de pie, asomo su cabeza por el cristal empañado luego de limpiarlo con su puño. Para la fortuna de ambos, del otro lado había solamente un gran manto de nieve, no había guardias ni tampoco mucha luz. Parecía que dios estaba de su lado. Con mucha dedicación, saco la madera que trababa el cristal el cual tuvo que empujar con fuerza para que la fina capa de hielo que tenia se rompa, y cuando la abrió le dio paso al tintineo lunar y a una ráfaga fría que arrastró varios copos de nieve en todos sus tamaños, estos adornaron algunos barriles cercanos.

— ¿Puede reconocer el balcón de su habitación? — le preguntó, bajando la voz. Un vaho salió tras las palabras.

— Si… pero ¿cómo subiremos?

— ¿Escalando?

Fyodor le dio lugar a la duda, Nikolai aun encima del barril dejo la lámpara en el borde de la ventana y zarandeo sus manos, impaciente.

Grotesco resplandor - fyolai Donde viven las historias. Descúbrelo ahora