Nikolai estaba enfrente de un enorme pergamino donde habían plasmado una pintura del príncipe que parecía bastante actual. Estaba hipnotizado admirando cada uno de sus detalles, la sonrisa que tenía casi invisible, sus labios se inclinaban suavemente. Se le veía una túnica de manga larga blanca que estaba un poco ajustada en su cuello. Sobre sus hombros reposaba un abrigo rojo que quizás era de terciopelo, con bordados dorados y una capucha que se veía apenas, cerraba en su cuello con dos botones que se perdían tras el rosario negro que colgaba y resaltaba de forma exagerada. Su cabeza ladeada apenas dejaba caer su cabello hacia la izquierda y en sus manos, finas y detalladas con tonos rosados que delineaban sus falanges, sostenía unos lirios blancos con total elegancia.
El bufón mientras más la miraba más abrumado se sentía, incluso se tuvo que dejar caer en uno de los sillones azules que había en la habitación porque se sintió tan ligero como una pluma y tan desesperado como un perro que lleva semanas sin comer. Apoyo su mentón en un puño para verlo con más detalle.
Había estado pensando mucho en el príncipe desde la última vez que lo había visto, el día que despertó. Y no porque se le haga extraño que no lo vuelva a visitar, porque no lo era, digo, ¿Por qué el príncipe visitaría a un sirviente herido? Por más que fuese del personal de su hogar, no tenía sentido; Los nobles no hacían eso. Se había convencido de que se encontró con Fyodor cuando despertó por mera casualidad. Entendía si el príncipe se encontraba curioso por su estado.
Porque estaba muy seguro de que era eso, pero de lo que no estaba tan seguro era por qué la voz del príncipe se le hacía tan familiar y porque eso le preocupaba tanto. No había noche en la que no se durmiera pensando en ello, en la que no soñara con Fyodor. Se repetía constantemente el escenario de cuando lo vio por primera vez, también de cuando converso con él por primera vez y no podía evitar que su corazón latiera con rapidez. Parecía que se había encendido una llama en su ser que ardía con tanta intensidad que lo consumía y no había forma de que sea apagada.
Pero Nikolai sabía que todo esto era porque no sabía de donde había oído su voz y lo quería recordar, sin querer se habia obsesionado con eso y la voz de Fyodor rondaba por su mente como el canto de los pajaritos en las mañanas.
Ahora sentado frente a la imagen de Fyodor, mirándola como si fuera lo más bello que piso la tierra a Nikolai se le ocurrió algo que podría estar sucediéndole con el príncipe, pero no le quiso dar tanto lugar o se volvería demente, ‘Que se ocupe de eso el Nikolai del futuro’ dijo en su mente en tanto se volvía a parar enfrente del pergamino para mirarlo otra vez, acaricio el material, sintiendo algunas áreas más rugosas por la cantidad de pintura. Su aroma a la piel mezclada con las temperas era muy característico, pero no le pareció desagradable o no le importo.
Jamás había visto un pergamino tan grande, probablemente había costado mucho dinero y pensó que, con tal de tener una imagen fija del príncipe, estaría dispuesto a dejar todos sus ahorros. Se rasco la nuca, incomodo por su propio pensamiento. Esto era algo enteramente nuevo, se encontró luchando contra sentimientos intensos que le dibujaban una sonrisa involuntaria. Juraba que intentaba ocultarla, pero no podía. Puso una mano en sus labios mientras dejaba ver sus dientes con una tonta sonrisa.
Ahora... ¿Como llego a este pergamino? Bueno, Nikolai paso varios días bajo el intenso cuidado de Teruko y ahora que ya había sanado como era debido, quiso investigar el lugar donde se alojaba. Parece que había entrado en área de los reyes, y no sabía si tenía permitido estar ahí, por eso se encargó de no ser visto por nadie. Paso por puros pasillos oscuros que estaban decorados con lujosas cosas que variaban en tapices con pinturas que Nikolai no entendía del todo y otras que sí, esas eran más sencillas y contenían mapas, flores o alguna criatura mística. Las estatuas de piedras eran muchísimas y se podían encontrar una diferente en cada esquina, había varias de lobos y supuso que sería el animal favorito del rey.
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Grotesco resplandor - fyolai
RomanceTiempos oscuros comienzan cuando Nikolai Gogol, el bufón de la corte rusa, se enamora de Fyodor Dostoyevski, el príncipe heredero al trono. Esta historia que hace tanto sucedió, fue transmitida de voz en voz hasta el día de hoy. Y sigue fascinando a...