Las personas empezaron a acumularse en la entrada de la iglesia. Yo seguía un poco en shock a la hora de abrirlas. El coro se acomodó en su lugar, con los instrumentos y micrófonos. Sonreí cuando el lugar estuvo casi repleto, aunque eso no significa mucho, ya que en estos días, las iglesias nunca están llenas.
Me acomodé en el lugar que Nicholas me había indicado, cerca del altar, pero esta vez del otro lado del ambón. Sentía detrás mío el murmullo de los feligreses esperando a que el sacerdote diera su entrada para comenzar con la celebración.
Nicholas apareció en el pasillo central, llevando consigo la solemnidad de siempre, pero algo en su andar era diferente. No se atrevía a mirarme, ni siquiera de reojo. Su postura rígida, con las manos firmemente unidas frente a él, dejaba claro que el peso de lo que había ocurrido seguía presente. El silencio entre nosotros no solo estaba cargado, era ensordecedor.
La misa transcurrió como de costumbre. Los cánticos resonaron en las paredes, y las oraciones se elevaron junto con el incienso que llenaba el aire. Sin embargo, no pude concentrarme. Cada palabra que salía de los labios de Nicholas era un recordatorio de lo prohibido, de lo que estaba destinado a no ser. Mis pensamientos regresaban una y otra vez a ese momento en que nuestras respiraciones se habían entrelazado, en que la tentación había estado a un suspiro de distancia.
El peor momento fue el de la homilía, porque sus palabras tenían un gusto amargo y falso. Era como si ni él mismo creyera lo que decía. ¿Cómo seríamos capaces de pensarlo entonces? Quizás yo era la culpable de todo lo que estaba pasando. Miré a mi alrededor y solo vi a personas atentas a las frases de él, algunas incluso sonriendo, como si les trajera paz. Yo no podía estarlo, no con él delante de mí, no luego de casi rozar sus labios.
Quise huir, escapar, correr. Quería alejarme de él porque no sabía qué sería capaz de hacer luego de semejante escena. Después de todo somos pecadores, nadie se libra de eso.
Pero no lo hice, porque tenía otra labor más grande que mi atracción hacia un sacerdote. Me quedé por Cristo, que me miraba suplicante desde lo alto del altar.
Traté de negar toda clase de pensamientos cuando llegó el momento de la comunión. Y como todo ministro de eucaristía, mi turno era el primero de todos. Llegué a los pies del altar mirando las baldosas del suelo. Nicholas estaba ahí, de pie, delante de mí, su mirada era seria y penetrante. Trataba de ocultar sus emociones reprimiendo su mandíbula.
-El cuerpo de Cristo -dijo con voz firme pero casi susurrante.
-Amén -contesté.
Pero cuando abrí la boca con un leve movimiento, la ostia nunca llegó. En cambio la puso entre mis manos, y nunca me miró. Tomé el cuerpo de Cristo y me lo comí. Luego él me dió un copón con el resto de las ostias que les daría a los feligreses. Me volví sobre mi propio eje y bajé los escalones del atrio para posicionarme en el pasillo.
Las personas iban formando una fila para recibir el cuerpo de Cristo mientras el coro cantaba "O come to the altar". Les iba entregando la comunión, pero mi rostro no decía nada. Quería voltearme para mirar a Nicholas pero no podía, si lo hacía, quedaría expuesta. Y por lo sensible que soy, mejor ni pensarlo. De todas formas, sentía el murmullo de su tranquila voz a la distancia. Mi corazón empezó a latir con fuerza, como un tambor a punto de llegar al clímax de una canción. La ansiedad se apoderó poco a poco de mi cuerpo. Sentía que la fila de los feligreses era eterna y cada vez el pensamiento de salir corriendo volvía con más fuerza a mi mente.
Pero traté de calmarme, me volteé un segundo para ver a La Virgen y respiré,y pude calmarme.
La misa terminó como de costumbre, Nicholas dio unos avisos y la última bendición. Los feligreses se fueron dando saltitos mientras el coro cantaba alegremente. Nicholas fue afuera para despedir a su comunidad hasta el siguiente domingo. Yo me quedé levantando los cancioneros, tratando de no mirar hacia las puertas de entrada, en donde sonreía Nick.
Minutos después sentí cómo unos pasos se acercaban a donde yo estaba, y vi cómo él recogía los cancioneros de la otra fila de asientos. No habló, no me miró, solo suspiraba pesadamente y se movía con rapidez. Su caminata era densa y firme, y sus labios formaban una fina línea recta, que fui incapaz de descifrar. Sus ropas murmuraron el roce contra sus largas piernas y brazos. Caminó hacia la puerta del interior, pero antes de entrar pasó por mi lado.
-Olivia, no hace falta que te quedes -dijo, pero con un tono más dulce que el de antes, mas su rostro no mostraba suavidad alguna.
-No me cuesta nada -contesté-. Puedo ayudarte a ordenar todo y...
-Creo que no entendiste -se paró delante de mí y con su postura me obligó a mirarlo-. No fue buena idea decirte que fueras ministro de Eucaristía. Necesito que te vayas.
-Pero...
-Sin peros, vete, por favor. -Sus últimas palabras se sintieron como una súplica, como si quisiera arrodillarse delante de mí para pedírmelo.
-Iré por mis cosas -dije y me fui de ahí sin mirarlo.
Entré en la oficina en donde había dejado una campera y mi bolso, los tomé y me encaminé a la salida. Daba grandes pasos con tal de salir a las urgencias de aquel lugar, no podía volver a verlo, no después de lo que había pasado. ¿Cómo era 'posible que sus emociones fueran tan contradictorias? ¿Por qué jugó así conmigo? Ni siquiera fue capaz de decir en voz alta lo que ocurrió, ni pidió perdón sincero.
Estábamos jugando con fuego, y en cualquier momento arderemos.
*
Hola mis querid@s lector@s, aparezco. Perdón por estar ausente, he estado con los parciales y todo eso.
Además quería contarles que yo, desde los catorce años, soy fan de One Direction, y (como tod@s ya sabemos) lo de Liam me dejó shockeada en estos días. He llorado hasta el cansancio, y voy a extrañar mucho a esta persona que tanto me ayudó salir adelante. No quiero dedicarle este capítulo a él, porque no me parece memorable. Pero sí quería dedicarle unas palabras por acá.
Y por último, si algun@ se encuentra en una situación similar, yo siempre voy a escucharl@s. Les mando besos y ánimos!
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TENTACIÓN SAGRADA | Nicholas Chavez
FanfictionDesde que tengo memoria me he criado en un ambiente religioso, desde escuelas hasta estar todos los domingos rezando delante del altar. Hace unas semanas tuve que mudarme por la Universidad, y desde entonces he ido a la capilla de este nuevo y de...