—Está un poco lejos de la capilla —dije.
—Lo sé —contestó y se bajó del auto.
Yo hice lo mismo, bajando todas mis cosas. Seguía con el espantoso uniforme del trabajo y la gorra puesta. Él, en cambio, se veía tan atractivo con su ropa de día normal. Eso me hizo replantearme muchas cosas.
—Vivo aquí desde los dieciocho—me contó—. Cerca de aquí hay una gran parroquia a la que solía ir cuando todavía no iba al seminario.
—¿Por qué tan joven? —pregunté con un toque de curiosidad.
Entonces él abrió la puerta del departamento y yo subí los pequeños escalones que me separaban de la puerta. Ambos entramos en el edificio.
—Siendo sincero, no lo sé.
No dijo más, aunque sospeché que no estaba siendo del todo sincero.
Subimos unas escaleras hasta llegar al tercer piso —llegué agotadisima— y Nicholas se paró delante de la puerta 224, buscó la otra llave y entonces abrió.
A este punto ya no podía negarme,aunque mis pensamientos cambiaron drásticamente. Estaba por entrar al departamento privado de un sacerdote, de Nicholas, quien me había dado consejos sobre cómo acercarme a Dios. Y ahora ambos estábamos acá, delante de la puerta de su casa, sin saber qué pasaría si yo decidía entrar.
Me ofreció pasar primero, y con paso decidido y al frente, entré. Escuché cómo él cerraba la puerta detrás de mí. Me quedé parada observando su acogedor departamento. Era más grande que el mío, no mucho más, pero tenía una mesa cuadrada con seis sillas. Tenía colgado de una pared el cuatro de la Divina Misericordia, pero solo eso, no había ninguna otra imagen católica dentro de esa habitación.
—Bienvenida —me dijo.
Movía sus manos con nerviosismo, como si quisiera decir algo pero sus palabras estuvieran atoradas en su garganta.
Cuando de repente mis ojos se desviaron a su biblioteca, Era un gran mueble repleto de libros y de música. Gran cantidad de vinilos en maravilloso estado. Nunca había visto una colección tan grande de vinilos.
—Tienes mucha música –dije atónita.
—Sí —dijo con un suspiro mientras se rascaba la nuca—. Son todos de Jazz, al menos la gran mayoría.
—¿Te gusta el Jazz?
—Sí y no —. Lo miré con el ceño fruncido. Él se sentó en el pequeño sofá que había en el living—. Eran de mi papá. Él amaba el Jazz desde Miles Davis hasta Nubya Garcia. A veces, cuando era niño, miraba cómo los limpiaba con un pequeño trapo y les quitaba todo el polvo. Y cuando yo intentaba tomar uno, me daba un ligero golpe en la mano, nada que doliera en realidad. Luego me decía “Ese no se toca, toma este” y me daba otro que quizás no le gustaba tanto. Algunos ratos me dejaba poner alguno que otro mientras él me estuviera observando, y escuchábamos la música juntos. —En su rostro apareció una sonrisa sincera—. Pero fue cuando…
Su voz se entrecortó y se quedó viendo un punto fijo de la biblioteca, como si un recuerdo angustiante hubiera aparecido mirando todos esos vinilos. Me mordí el labio preguntándome si debía seguir con esa conversación o cambiarla a otra cosa.
—Mi padre falleció cuando tenía diecisiete. Mi madre no soportó tener su colección en casa y me la dio cuando me mudé. Supongo que es una forma de… mantener algo de él vivo en mí —dijo en un tono que mezclaba nostalgia y resignación—. Fue por ese entonces cuando mis problemas con el alcohol comenzaron.
—Lo siento tanto Nicholas —le dije.
Él negó con la cabeza.
—No, no hace falta que lo hagas.
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TENTACIÓN SAGRADA | Nicholas Chavez
FanfictionDesde que tengo memoria me he criado en un ambiente religioso, desde escuelas hasta estar todos los domingos rezando delante del altar. Hace unas semanas tuve que mudarme por la Universidad, y desde entonces he ido a la capilla de este nuevo y de...