Capítulo 10

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Me quedé viendo el mensaje por un rato. Dudé si contestarle o no, parecía algo urgente. ¿Qué necesitaba hablar? ¿Por qué ahora? De repente volvió su interés y ahora quiere volver a charlar. Después de casi echarme de la capilla. 

No puede ser. ¿Por qué quiere hablar? ¿Qué significan sus palabras? ¿Una disculpa, una advertencia? ¿Algo más quizás? 

El tiempo seguía corriendo, pero yo no me movía. Finalmente, con manos temblorosas, me atreví a escribirle. 

Olivia

Hola Nicholas, recién leo tu mensaje. Dime. 

16:20

Apreté la tecla enviar y me arrepentí al instante. No sabía qué hacer, seguía encerrada en ese baño más pequeño que una tapa de gaseosa. Sentía cómo las paredes se apretaban alrededor mío. Me iba a morir, al menos eso es lo que pensaba. 

—Olivia —preguntó Sam golpeando la puerta. 

—Sí, sí —contesté— Ahí salgo. 

—Okey. 

Mojé mi cara con agua fría para tratar de calmarme, aunque no resultó muy beneficioso. Salí del baño pasados unos dos minutos y me puse a trabajar. 

—¿Segura que estás bien? —preguntó de nuevo Sam —. Te ves, como abrumada. 

—Estoy bien, no te preocupes —dije, preferí no contarle lo del mensaje, no por ahora—. Solo estoy algo cansada. 

—Está bien. 

Preparé unos capuchinos y algunos submarinos, perfectos para la época de frío. 

El celular comenzó a vibrar de nuevo en mi bolsillo y las ganas de abrirlo eran inconmensurables. 

—Voy al baño —dije—. Tengo una urgencia. 

No esperé a que nadie contestara y me encerré de nuevo. Saqué mi celular con las manos algo pegajosas a pesar del frío y abrí su chat. 

Nicholas

Necesito verte

16:30

Me gustaría que fuera hoy

16:30 

Olivia

Es muy urgente? 

16:35

Nicholas 

Lo es

16:35

Puedes hoy? 

16:36

Olivia

Sí, claro

16:36

Salgo a las ocho

16:36

Nicholas 

Pasaré por ti, mándame la dirección

16:37

Al leer el último mensaje me quedé en blanco. Me iría a buscar, pero me pregunté cómo. No pude pensar en otra cosa el resto de la tarde. Preparé alrededor de veinte pedidos ese día. Los clientes entraban y salían agradecidos con sus batidos o cafés. Sam me miraba de reojo algunas veces, ella tenía buen instinto cada vez que alguno de nosotros se sentía mal o raro. 

TENTACIÓN SAGRADA | Nicholas Chavez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora