Capítulo 9

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—¿¡LO BESASTE!? —gritó Sam desde el otro lado de la llamada. Tuve que alejar el celular de mi oído para que no me dejase sorda.

—No, obvio no —dije—. Bueno, casi.

— ¿Y qué más pasó? —preguntó.

Yo terminé de preparar mi té de frutilla y me senté en la pequeña mesa de mi departamento.

—Bueno —dije mientras tomaba un sorbo—. Él se alejó y luego se fue.

—¿Cómo que se fue?

—Sí —dije poco convencida—. Tenía que arreglarse y comenzar la misa.

—¿Cómo hiciste para no besarlo delante de todos?

—Simplemente no podía —me encogí de hombros—. Y después actuó muy cortante.

—Bah —dijo ella desde el otro lado—¿Cómo?

—Es como si me hubiera echado la culpa de lo que pasó. —Me metí un pedazo de manzana en la boca—. No sé qué pasó. Además, él fue el primero en acercarse y luego me sostuvo…

—Espera, ¿qué? —dijo ella en un grito agudo—.  ¿Cómo que te sostuvo?

—Sí, cuando me estaba por caer.

—Esa parte te la salteaste —dijo.

—Sí —comenté—. Me tropecé y él me agarró la cintura, entonces me acercó más a él. Ay Dios, no sabía qué hacer. Tenerlo tan cerca…

—AAAAHHH —gritó de nuevo.

Esa fue tercera vez que me quedé sorda por culpa de mi amiga

—O sea —comenzó—. Él se te insinúa y luego te dice que te alejes.

—Básicamente.

—¡Es porque es hombre! —gruñó—. Aunque sea un sacerdote con complejo de héroe, sigue siendo un hombre.

Me reí de su comentario mientras terminaba mi manzana.

—¿Complejo de héroe? —pregunté con una sonrisa.

—Estudio Lenguas Clásicas y créeme, tiene complejo de héroe.

—Como sea —dije entre risas—. Al terminar la misa me dijo que no fue buena idea que yo estuviera ahí y que me tenía que ir.

—Le pasan cosas.

—¿Tú crees?

— A ver, Olivia. —Su tono no mostraba mucha paciencia—. Casi se besan, en el templo, delante de Yisus, él es sacerdote. Luego te dijo que te fueras. Está pasando por un momento difícil, porque seguro quiere algo contigo, sino no te hubiera tomado de la cintura como me dices. Y tampoco te hubiera dicho que te fueras así y ya si no sintiera algo. Comprendes?

—¿Tendré que hablar con él? —pregunté.

—No creo que sea buena idea. Yo que tú esperaría al domingo que viene.

—Es mucho tiempo, apenas es lunes —dije.

—Sino, lo que puedes hacer es esperar que él te diga algo. Quizás no se resiste y te llama esta semana.

—No creo que lo haga —sospeché—. ¿Y si lo hace qué hago?

—Deja que fluya —dijo—. Te gusta, le gustas. ¿Qué mejor que un romance prohibido?

—No me gusta esa idea, prefiero dejarlo para las telenovelas.

—Fíjate, quizás no es tan malo.

TENTACIÓN SAGRADA | Nicholas Chavez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora