─── ⋆⋅☆⋅⋆ ───𝟭𝟮𝟲 𝗗. 𝗖 𝗞𝗶𝗻𝗴'𝘀 𝗟𝗮𝗻𝗱𝗶𝗻𝗴
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Los muros de la Fortaleza Roja parecían más altos aquella mañana, más imponentes, casi aplastantes. El sol apenas había despuntado en el horizonte, pero su luz parecía no llegar a calentar las piedras frías del castillo. Ceryse caminaba por los pasillos solitarios, envuelta en una neblina de pensamientos y silencios. Había pasado tan solo unas horas desde que Daemon se había marchado, pero a ella le parecía una eternidad. Una eternidad que se sentía extrañamente liberadora.
No era la primera vez que Daemon la abandonaba, lo sabía bien. La primera vez que él se fue, dejando atrás promesas rotas y un lecho vacío, Ceryse había sentido un dolor punzante, profundo, como si su corazón hubiera sido arrancado de su pecho y dejado expuesto para que todos lo vieran. Ese día, cuando Daemon embarazó a Laena, la traición había sido insoportable. Su mundo, antes estable aunque complejo, se desmoronó bajo el peso de esa deslealtad.
Pero esta vez, todo era diferente. El dolor había cambiado, se había transformado en algo más frío, más calculado. El amor por Daemon, ese sentimiento que alguna vez la había consumido, seguía existiendo en lo más profundo de su ser, pero estaba atrapado bajo capas de resentimiento y desilusión. No era el amor que te impulsa a luchar, sino el amor que te desgasta, que te deja cicatrices invisibles que nunca sanan por completo. Y aun así, el amor seguía allí, persistente, como un fantasma que se negaba a desvanecerse.
Mientras caminaba, los ecos de sus pasos resonaban por el pasillo vacío, creando una sinfonía triste que parecía reflejar el vacío que sentía en su interior. Daemon ya no era su esposo. El hombre al que había jurado amar hasta la muerte ya no existía para ella. Se había ido la primera vez que eligió a otra, cuando Laena Velaryon se convirtió en su prioridad, cuando decidió que su "familia" con ella valía más que su lealtad hacia Ceryse. El Daemon que alguna vez amó había muerto, y con él, su matrimonio también.
Ahora, Ceryse era libre. Libre, pero no intacta. El vacío que Daemon dejó se llenaba poco a poco con nuevas posibilidades, y Rickon Stark era una de ellas. A diferencia de Daemon, Rickon la veía. La veía realmente. No como una esposa abandonada, ni como un trofeo que mantener en un castillo, sino como una mujer que aún tenía deseos, sueños y una vida por vivir. Rickon estaba aquí, en la Fortaleza, y con Daemon lejos de aquí, Ceryse sentía que tenía el derecho, no, el deber de hacer lo que quisiera con quien ella quisiera. Daemon no tenía poder sobre ella. Él era una sombra, una sombra que se desvanecía con cada día que pasaba lejos.
Mientras su mente seguía divagando, sus ojos captaron un movimiento al final del pasillo. Rhaenyra. La princesa caminaba lentamente, su cuerpo aún débil y tembloroso tras el parto reciente. Laenor Velaryon la sostenía con cuidado, su brazo firme bajo el de ella, como si temiera que pudiera desmoronarse en cualquier momento. Rhaenyra estaba pálida, el cansancio evidente en cada línea de su rostro. En sus brazos, llevaba a un pequeño bebé, tan frágil y nuevo que apenas podía creerlo.
Ceryse aceleró el paso al verlos, su curiosidad y sus viejos lazos con Rhaenyra impulsándola a acercarse. Aunque ya no eran las amigas que alguna vez fueron, Ceryse sentía una mezcla de nostalgia y compasión al ver a Rhaenyra en ese estado. A pesar de todo lo que había sucedido entre ellas, había un vínculo que, aunque dañado, nunca podría romperse del todo.
"Rhaenyra," llamó Ceryse, con una suavidad en la voz que la sorprendió incluso a ella. Laenor fue el primero en mirarla, sus ojos oscuros observándola con una expresión cansada, pero neutral. Ceryse sonrió levemente, una sonrisa que apenas alcanzaba sus ojos. "¿Cuándo diste a luz?"
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𝒖𝒍𝒕𝒓𝒂𝒗𝒊𝒐𝒍𝒆𝒏𝒄𝒆 | ᴄᴇʀʏꜱᴇ ʜɪɢʜᴛᴏᴡᴇʀ
Fanfiction-ɪ ᴄᴀɴ ʜᴇᴀʀ ꜱɪʀᴇɴꜱ, ꜱɪʀᴇɴ ʜᴇ ʜɪᴛ ᴍᴇ ᴀɴᴅ ɪᴛ ꜰᴇʟᴛ ʟɪᴋᴇ ᴀ ᴋɪꜱꜱ ɪ ᴄᴀɴ ʜᴇᴀʀ ᴠɪᴏʟɪɴꜱ, ᴠɪᴏʟɪɴꜱ ɢɪᴠᴇ ᴍᴇ ᴀʟʟ ᴏꜰ ᴛʜᴀᴛ ᴜʟᴛʀᴀᴠɪᴏʟᴇɴᴄᴇ ʜᴇ ᴜꜱᴇᴅ ᴛᴏ ᴄᴀʟʟ ᴍᴇ ᴘᴏɪꜱᴏɴ ʟɪᴋᴇ ɪ ᴡᴀꜱ ᴘᴏɪꜱᴏɴ ɪᴠʏ ɪ ᴄᴏᴜʟᴅ ʜᴀᴠᴇ ᴅɪᴇᴅ ʀɪɢʜᴛ ᴛʜᴇʀᴇ'ᴄᴀᴜꜱᴇ ʜᴇ ᴡᴀꜱ ʀɪɢʜᴛ ʙᴇꜱɪᴅᴇ ᴍᴇ