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Gael se despertó asustada y lo primero que intento hacer fue estirar su mano para tomar su espada, pero un cuerpo se interpuso frente a ella. Ser Erryk la miraba casi con lástima. Detrás de Gael, alguien la sostuvo con fuerza para que ni siquiera pensará en escapar, pero ella apenas lograba mantener los ojos abiertos por el sueño.
—¿Que sucede? —le preguntó a su guardián, aunque ya sabía de lo que se trataba.
Ser Erryk no respondió, pero se movió para pararse detrás de ella. El agarre fuerte en sus brazos se fue momentáneamente y alguien volvió a tomarla ahora con más delicadeza.
—El Rey solita su presencia en el salón del trono —otro guardián dijo con indiferencia.
Gael frunció el ceño y estiró un poco su cuello para confirmar que era Ser Erryk quien la sostenía, cuando lo hizo, hablo en voz baja solo para que el logrará escucharla:
—¿En el salón del trono? ¿Que está sucediendo?
Con el transcurrir de los años, el Rey estaba cada vez peor físicamente y si podía evitarlo, nunca se sentaba en el trono se hierro, pero debía se ser algo sumamente importante para que lo hiciera. A Gael no le gustó pensar en la desición a la que había llegado au padre y en lo terrible que debería de ser para ser citada frente al Rey en lugar de a su padre.
—El Rey tomo una decisión —Ser Erryk le susurro en respuesta— paso toda la mañana reunido con el pequeño consejo y llegó a una desición.
—¿Sabes cuál es? —ella preguntó con esperanza, mientras miraba al frente.
Mientras caminaban por los pasillos, las criadas se volteaban a verla sin disimulo y las mujeres que recidian en la corte (las que antes se arrastraban desesperadas por ser sus damas) ahora chismorroseaban entre ellas sin disimulo.
—No, lo siento, princesa.
Gael no insistió de nuevo. En su lugar se mantuvo en silencio y no opuso resistencia, dejo que la arrastran hasta el salón del trono. No fue una sorpresa para ella que su padre no se encontrará solo. Mientras que el Rey estaba sentando en el trono de hierro, su mano, Lyonel Strong estaba parado al costado de las escaleras. La presencia de la Reina y la heredera tampoco pasaron desapercibidas para Gael, pero si se sorprendió de ver a Aegon.
Ya con un pie dentro del salón, los guardias se alejaron de ella y Ser Erryk la soltó, pero camino a una distancia segura mientras ella se acercaba al trono. Aegon que estaba frente al trono se volteó a verla y Gael se sintió completamente mal cuando vio su ojo morada y la palma de una mano en su mejilla, pero el no aprecia preocupado por eso, en su lugar le sonrió de costado y luego volvió su vista al frente. Ella misma pensó luego que también debería de tener la marca de la bofetada que su padre le había dado la noche anterior.
