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—Esto se nos está haciendo costumbre ¿Eh? —Daemon preguntó sin diversión, mirando a su sobrina más joven, su verdadera sobrina.
A él le gustó la forma en la que Gael lo miro, no de forma temerosa, no hubo miradas juzgadoras, solo una genuina curiosidad.
Había crecido mucho desde la última vez que él la vio. Su dragón ya no se enroscaba en su cuello, el lo había visto cuando llego a desembarco del Rey, más grande que un caballo y tan rojo como el lo recordaba.
Gael lo observó con determinación. ¿Tenía qué, cinco días del nombre? Era probable que no supiera quién era, no le había hecho ningún presente y no había estado en la corte desde que fue exiliado y no lo estaría ahora que había vuelto a ser exiliado.
—Esa es la espada de Visenya —ella dijo para su sorpresa, estirando su dedito para tocar la empuñadura que sobresalia.
—Gaomagonaogīmigonzȳhonbrōzi? (¿Conoces su nombre?) —el preguntó en alto valyrio.
No esperaba que Gael lo hablara a la perfección porque había escuchado que esa puta Hightower se había hecho cargo de su cuidado como si fuera su madre, no sería extraño que fuera más educada con la fe que con las propias costumbres de su casa.
—Zōbrie mandia (hermana oscura) —Gael respondió aún mirando con admiración su espada.
Su alto valyrio era terrible, resultaba letras que no debería y se asemejaba más a la versión de los las ciudades libres que al que el estaba acostumbrado. Rhaenyra podría haberla educado, su propio padre podría haberla corregido, ¿Pero como aprendería rodeada de tantos cabrones Hightower?
—Zōbrie mandia —el repitió para que ella escuchara la pronunciación correcta.
—¿Me la prestas?
El se rió genuinamente. La nariz respingona de Gael se arrugó.
—¿Y que harás con ella?
—¡Seré Visenya! —ella gritó hasta que se dio cuenta de lo que hizo y se tapo la boca con diversión y volvió a repetir en voz baja— seré Visenya.
Estaban en la guardería, los demás hijos de esa perra Hightower, Aegon, el tan ansiado hijo hombre de su hermano lo miraba desde el rincón de la habitación, tan asustado y tan patético.. La bebé que no podía recordar su nombre estaba despierta pero sin omitir sonido. Gael que había estado jugando con ese cabrón Hightower se acercó a él apenas entro, sin temores como su sangre lo exigía.
—¿Sabes usarla? —el preguntó agachándose para quedar a su altura. Los ojos azules profundos de su buena hermana Aemma le devolvieron la mirada, pero había algo más allí, la suavidad de su cuñada no existía, en su lugar había una chispa de algo que el aún no pudo reconocer pero que le gustó.