eunsang descendió con cuidado las escaleras crujientes, sus pasos apenas perceptibles en medio del silencio que reinaba en la mansión. cada fibra de su ser temblaba, y no por el frío, sino por el miedo que le atenazaba el pecho. junghwan estaba muerto. la imagen de su cuerpo inerte, sus ojos apagados para siempre, seguía persiguiéndolo. se había ocultado en aquel cuarto polvoriento durante lo que pareció una eternidad, pero sabía que no podía quedarse allí para siempre.
al llegar a la planta baja, la oscuridad del lugar lo envolvió de nuevo. avanzó con cautela, palpando las paredes como un ciego que teme lo que puede encontrar más adelante. finalmente, tras girar por un pasillo largo y vacío, llegó al garaje.
el ambiente era diferente. el eco de sus pasos rebotaba contra las paredes de cemento y las herramientas viejas colgadas en las paredes emitían un ligero tintineo con su movimiento. pero lo que más captó su atención fue el coche, solitario en medio del garaje, con la pintura deslucida pero en condiciones suficientemente buenas como para funcionar. sus ojos se posaron en las llaves que colgaban del contacto, brillando bajo la tenue luz de una bombilla que parpadeaba en el techo. era una salida, una oportunidad de escapar de aquella pesadilla viviente.
se acercó lentamente al vehículo, sintiendo el frío metal de la puerta cuando la abrió. se detuvo un momento, valorando la posibilidad de huir. podía simplemente girar la llave, pisar el acelerador, romper la puerta y dejar atrás todo este horror.
sus manos se aferraron al volante mientras se sentaba en el asiento del conductor, observando su propio reflejo en el espejo retrovisor. sus ojos estaban rojos, agotados, y su rostro sucio por la mezcla de lágrimas, sudor y polvo. la tentación de huir lo embriagaba: podía escapar de ese lugar maldito, podía salvar su vida.
pero al instante, justo cuando iba a tomar las llaves, la culpa lo atravesó como una daga.
-puedo... puedo salir de aquí.
susurró para sí mismo, con la voz rota. el coche estaba listo, las llaves ya puestas, pero entonces el recuerdo de sihun y seongjun lo golpeó como una ola de hielo.
-no los he encontrado aún... -murmuró, con la mirada perdida en el vacío del garaje. sus manos, tensas sobre el volante, comenzaron a temblar-. no sé si están vivos... pero, ¿y si lo están? no puedo dejarlos...
sus ojos se llenaron de lágrimas al pensar en ellos. sihun, su amigo más cercano, siempre había estado a su lado, desde el orfanato hasta este infierno, y seongjun, su compañero, alguien a quien jamás podría abandonar.
se inclinó hacia el volante, respirando con dificultad mientras su mente luchaba entre el instinto de huir y el deber de no abandonar a sus amigos. se llevó una mano al cabello, apretando los dedos en su cuero, como si de alguna manera el dolor físico pudiera aclarar sus pensamientos.
-si me voy ahora... -habló en voz alta para si mismo- ¿qué clase de persona seré? ¿y si están vivos?
cerró los ojos un momento, imaginando la escena de su huida: él solo, alejándose del lugar, mientras sus amigos seguían atrapados en esa pesadilla. esa imagen era insoportable.
-no... no puedo hacerles esto -reflexiono, apretando los labios. abrió los ojos y dejó que una lágrima silenciosa rodara por su mejilla-. pero si me quedo... ¿qué me garantiza que ellos no estén ya...?
finalmente tomó una decisión. una decisión que quemaba en sus entrañas, que le hacía sentir como si estuviera traicionando todo lo que alguna vez había sido, pero no había otra opción. si se quedaba, moriría. si los buscaba, el asesino lo encontraría antes de que pudiera salvarlos. la culpa era un peso asfixiante, pero el miedo a la muerte era más fuerte.
-lo siento... -murmuró entre dientes, las lágrimas surcaban su rostro mientras sus manos giraban la llave con determinación. el motor rugió como una bestia liberada, el sonido rompiendo la quietud como un grito desesperado- ¡lo siento!
gritó ahora, con la garganta cerrada por la angustia. aretó el acelerador y el coche avanzó de golpe, vibrando mientras lo conducía hacia la gran puerta de metal que sellaba su prisión. la velocidad lo empujaba hacia adelante, cada segundo contaba, y el crujido ensordecedor del impacto llenó el aire cuando el coche rompió la puerta, destrozando los escombros a su paso.
escapó.
las ruedas derraparon sobre el pavimento, el aire fresco golpeó su rostro mientras dejaba atrás la mansión, sus horrores y sus muertos. no miró atrás, no lo haría jamás, no podía. mientras el camino se abría frente a él, solo podía pensar en una cosa: había sobrevivido.
(...)
tres días después, las luces del orfanato estaban apagadas. en una de las habitaciones, el cuerpo inerte de eunsang yacía en su cama. su rostro estaba pálido, las sombras de la muerte marcaban sus ojos apagados. lo habían encontrado sin vida, sin señales claras de lo que había sucedido.
algunos dijeron que el dolor, la culpa por abandonar a sus amigos, lo había llevado a quitarse la vida. el trauma de la masacre, la desesperación de no haber podido salvar a nadie, había sido demasiado para soportar. el director del orfanato habló de lo destrozado que parecía en los días previos, de cómo no había hablado con nadie, encerrado en su propio infierno.
pero otros, los que sabían de los rumores, susurraban una versión diferente. el asesino lo había seguido. la posibilidad de que el mismo horror que había vivido en la mansión lo hubiera alcanzado de nuevo era algo que nadie podía descartar. no había señales de lucha, ni una nota de despedida, solo el cuerpo de un joven que había escapado una vez, pero que finalmente no había podido huir de su destino.
la verdad, quizás, nunca sería conocida.
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la torre del reloj | bdc
Fanfictioneunsang, sihun, junghwan y seongjun están por ser adoptados por un millonario. al llegar, la esposa del señor los hace esperar mientras va a buscarlo, pero tarda mas de lo esperado, lo que los preocupa. eunsang se ofrece a investigar, pero al salir...