VI

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cuando llegó al último escalón, bajo de un salto. eunsang se tambaleó sobre la tierra, observando la especie de caverna a la que había entrado. estaba rodeado de troncos, el suelo estaba lleno de piedras, velas colgadas en las ramas y un ambiente tan silencioso como un golpe de brisa. arrugó su nariz y miró hacia el frente.

a unos metros de él, alcanzó a ver a alguien caminar, pasando frente a un perro que estaba atado con una cadena al árbol. pero ese alguien llevaba una larga capa que tapaba sus pies, y estaba encapuchado. eunsang estiró su mano, abriendo un poco su boca, pero se guardó todo para el mismo. iba a tener cuidado, al menos por una vez, porque la última vez que habló, casi lo degollan con unas enormes tijeras.

se quedo viendo al perro guardián, un gran rottweiler. si pasaba por ahi, así como si nada, se iba a llevar un gran mordiscón, y si es de parte de un perro comúnmente agresivo como ese, no saldría con vida. eso, o lo atraparían.

recordó algo: llevaba puesto el saco de la señora boah. con ese aroma a naranjas, estaba casi seguro de que iba a pasar sin problemas. no avanzó y se lo quito, acomodándolo en su cabeza de modo que cubriera todo su rostro, menos sus ojos, e hizo un nudo en la parte de la nuca. aguantando la respiración, paso frente al perro, que se lo quedo mirando, pero ni se inmuto.

al alejarse, se quitó el saco con prisa. tenia la cara transpirada incluso desde antes de bajar. hablando físicamente, se encontraba fatal. dejó caer la prenda y continuó, a su costado habían una especie de pasadizos, conectados con los troncos de los árboles. apenas y alcanzaba a ver bien gracias a las velas.

pero algo llamo su atención, una encandilante luz se encontraba al final del camino, tan solo a unos metros. apretó sus puños y echó a correr, por ese pequeño instante, la muerte de junghwan, el hecho de que estaba siendo perseguido y que no encontraba a los demás dejó de existir.

no podía creer lo que estaba viendo, por un momento pensó que no era real, que estaba alucinando. un circulo de velas, llenas de cera en su base, como si hubiesen estado por un buen tiempo consumiéndose por la llama, rodeaba a un moribundo sihun, con sus brazos y piernas extendidas.

—sihun... ¡sihun! —se dejó caer de rodillas frente a este, con una sonrisa esperanzada. sus jeans rotos dejaban a la vista sus raspadas y enrojecidas rodillas.

—uhh... —el chico jadeó, con sus ojos entrecerrados. apenas movió la cabeza.

una lágrima se conservo en la cuenca de su ojo derecho, pero no bajaba. el contrario lo agarro de los hombros cuidadosamente, moviéndolo de atrás para adelante en un intento de hacerlo reaccionar. se mordió el labio, nervioso.

—sihun, ¡¿estas vivo?!

su suéter, azul con rayas rojas y mangas negras, estaba rasgado en su pecho. eunsang no se dio cuenta en el momento, pero tenía una mancha de sangre. no sabía por cuanto tiempo había estado ahi, perdió totalmente la noción.

—mmm... eunsang... —habló, entrecortado. un pequeño hilo de saliva colgaba de su labio superior— los interruptores en... la torre del reloj...

—¿sihun? —lo sacudió una vez mas, pero no reacciono, ni hablo, ni respiro. cerro sus ojos, aguantando sus lágrimas, y plantó su cabeza en el pecho de su amigo. un inexplicable dolor atormento su corazón— no me... no me dejes solo...

si tan solo no los hubiese dejado solos. fue un pequeño descuido que le costo la vida a las únicas personas que tenia. y ahora, estaba solo, nadie podía ayudarlo. sollozo mientras ensuciaba la ropa del ya fallecido sihun. recuerdos de como los cuatro chicos se divertían hace días atrás pasaron por su mente. no duró mucho ahi arrodillado, cayó una vez más en la realidad; tenia que ser rápido, o podría toparse con ese deforme y sus tijeras.

decidió adentrarse mas a fondo en la caverna. puede que de esa forma encontrara otra escapatoria, lejos de la muerte. podia irse solo, haber buscado un auto o simplemente quedarse escondido hasta que diera el amanecer, pero se negaba. solo quedaba seongjun... tendría que estar en alguna parte, vivo o no.

cruzó uno de los huecos enormes en los troncos, que lo dirigió a una gruta igual que la anterior. se escuchaba el agua correr por el techo, dejando caer gotas. había un pequeño banco, a su lado una enorme botella rellena de un líquido transparente, con etiqueta roja. le permitió subir encima de otra plataforma áspera y sucia, la parte de arriba de una pendiente de tierra. le dolían los pies, no descanso en ningún momento desde que los chicos desaparecieron. solo estuvo... escondiéndose y luchando. cuando llegó al fondo, se detuvo.

las luces de la caverna se tornaron rojas, al igual que las cortinas que colgaban de una barra de metal, parecía haber algo más atrás. eunsang se armó de valor para acercarse a pasos lentos, con el corazón saliéndose de su pecho. llevó una mano a la fina y suave cortina, con patrones blancos en los extremos, y se asomó por esta.

sus ojos se abrieron en grande y su boca igual. quiso gritar y no pudo. los gritos eran demasiado fuertes como para salir. ni se lo pensó, y salió corriendo antes de que las cortinas se abrieran en su totalidad.

la torre del reloj   |   bdcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora