VIII

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cuando se abrieron las puertas, lo primero que vio fueron unas escaleras, idénticas a las de la caverna. justo detrás de estas, se encontraban los engranajes, de diversos tamaños, que pertenecían a la torre. se encontraban inmóviles. en definitiva, una caída desde ahi resultaría en una muerte seca y rápida.

rodeo los tubos con ambas manos, mirando para abajo mientras subía las escaleras, se mordió con fuerza el labio, lastimando un poco su piel. cuando escucho el sonido de las tijeras afilarse, alcanzó a ver por el rabillo del ojo al deforme niño saliendo del elevador, con sus brazos por encima de su cabeza. apartó la mirada y trató de avanzar con más rapidez, cada vez mas cerca de la cima.

apoyó su mano sobre la plataforma de madera, ayudándose con un poco de fuerza para así subir. apenas y observó el entorno; miles de engranajes conectados entre si, la base en la que estaba parado se sentía muy débil y había una especie de barra de seguridad, también de madera. el niño, sin dejar de mover sus tijeras de un lado a otro, subió las escaleras detrás de él. eunsang se adelanto. estaba en nada más y nada menos que el control principal de la torre.

recordando las palabras de sihun, llevo ambas manos a los dos interruptores, conectados a una placa de metal y llenos de polvo y telarañas, bajando la palanca de estos. se puso de cuclillas y cubrió sus orejas en cuando las úvulas de las campanas empezaron a chocar en el interior de estas, los engranajes se movían, chirriando.

de repente, las tijeras cayeron del otro lado de la plataforma. el niño intento cubrirse los oídos, aparentemente desorientado. su cuerpo temblaba y parecía que estaba perdiendo el control de si mismo. un desesperado grito salió de su boca, acercándose cada vez más al extremo, la barra de seguridad.

—¡M-MMH! ¡AAAGH!

lo que menos se esperaba era que la madera se rompiera y él diera un paso mas, y efectivamente eso ocurrió. chocó con tanta agresividad contra el borde que este se quebró, dando un paso que acabó con su vida. el grito, largo y fuerte, se fue desvaneciendo poco a poco cuando el niño cayó por la torre.

eunsang aclaró la vista y poco a poco quitó sus manos de su cabeza. los ruidos de las campanas ya no se sentían tan fuertes después de todo. se volvió a parar y sus rodillas crujieron.

sintió unos pasos que provenían de la puerta del otro lado de la plataforma y dio un paso para atrás, levantando las cejas. algo estaba asegurado para él; ese terrorífico y deforme niño con tijeras ya no estaría detrás suyo. el tiempo en la mansión lim había vuelto a la normalidad después de tanto.

la sombra frente a él se aclaró ante sus ojos gracias a la enorme lámpara que colgaba del techo.

—¡seongjun! —el contrario, con su ropa sucia y rasgada, corrió hacia él, con sus brazos extendidos.

—¡eunsang!

seongjun se aferró, abrazandolo y apoyando su cabeza en el pecho del pelirrojo. se separó a los segundos, tomándolo de las manos, con una sonrisa. y por un instante, eunsang se sintió bien. dejó ir a sihun y junghwan, pero seongjun... al menos lo tenía a él, no estaba solo.  muchas preguntas pasaron por su mente; ¿por qué a ellos? ¿por qué tuvieron que arrebatarle la vida a sus amigos de una manera tan cruel?

en su mente, la escena de junghwan cayendo del techo, que le destruyó la cordura de un zarpa, se reproducía una y otra vez. si hubiese sido mas rápido, si no se hubiese apartado del grupo... nada de eso hubiera ocurrido. en parte, se sentía culpable.

una voz lo saco de sus pensamientos, haciendo que levantara la cabeza, alarmado. soltó las manos de seongjun.

—eunsang... tú, tú...

de golpe, la señora boah salió de la parte de atrás del control, con sus brazos extendidos en dirección a seongjun. sin piedad alguna, lo empujó por la barra, que crujió con fuerza, cediendo. las pupilas de eunsang se dilataron al ver como su amigo caía boca arriba, estirando su mano con su ultimo aliento, en un intento de agarrarse de la madera, pero no le fue posible. su grito también se desvaneció, y en ese preciso momento, hong seongjun dejó de existir.

—¡tú mataste a mis hijos! —antes de que pudiera reaccionar, boah se abalanzó hacia eunsang, quién retrocedió poco a poco. sostenía en una de sus manos un brillante cuchillo de mango negro.

justo cuando sus talones tocaron el borde de la plataforma, del lado de las escaleras, boah quedó frente a él. mostraba los dientes en una sonrisa blanca y helada.

levantó la mano con el cuchillo, y justo cuando apuntó al cuello del contrario, la frenó con las fuerzas que le quedaban. eunsang presentía que en cualquier momento iba a caer y estrellarse contra los engranajes hasta que lo aplasten y muera, todo su esfuerzo seria en vano.

—ja, ja... —eunsang jadeó, su muñeca empezaba a doler.

una bandada de ruidosos cuervos cruzó la puerta, dirigiéndose hacia boah. atacaron su cabeza, tironeando con sus garras de su pelo y también del cuero cabelludo, enredándose. no paraban de graznar. soltando el cuchillo, boah se llevó las manos a la cabeza, moviéndola de un lado a otro en busca de que las aves se alejaran.

él se hizo a un lado, con los ojos abiertos como platos, enfocados en los pies de la señora, próximos al borde. sabia que liberar al cuervo que encontró en la sala de la mansión le traería algo bueno, casi un milagro.

—¡AHH! —gritó con dolor al sentir como sus pies perdían el equilibrio, y ya no estaba tocando nada. su destino acabo siendo el mismo que el de su hijo, un destino bien merecido.

eunsang se asomó por la baranda. el cuerpo de la señora lim yacía en el inicio de las escaleras, el charco de sangre se expandía poco a poco por el piso, filtrandose en los bordes de los azulejos. un trozo de hueso, horriblemente brillante, asomaba por la tela de su blusa.

los cuervos se alejaron por la puerta que él decidió cruzar. daba en dirección al balcón, tenía una perfecta vista de las estrellas y el cielo. dejo sus codos apoyados en la barra de cerámica.

eunsang observo la brillante luna bajo la lluvia hasta que dio el amanecer.

fin.

la torre del reloj   |   bdcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora