≩◇ Aᴘᴇɢᴏ Eᴠɪᴛᴀᴛɪᴠᴏ ◇≨ [Duxino]

•𝑆𝑜𝑙𝑜•

Agosto.

Duxo se encontraba sentado solo en las escaleras.

Hoy, por primera vez en el casi año y medio que llevaban de conocerse, Aquino había faltado al colegio... Y Duxo no se sentía cómo habría esperado al respecto. No estaba feliz.

Al inicio, cuando el profesor de C y T mencionó que el castaño había pedido permiso ese día por salud, Duxo se había sentido un tanto aliviado y creyó que sería genial poder pasar su tiempo sin nadie más molestándolo, tal y cómo solía ser antes de la llegada de Aquino al colegio y a su vida. Pero ahora ya no estaba seguro de si la idea le agradaba tanto.

—Duxoregei, no way —escuchó de pronto la voz de Soarinng cerca suyo, saliendo entonces de su trance para mirar al Pikachu mientras éste subía las gradas, y maldiciendo su suerte internamente—. ¿Por qué tan solito?

El oji lila lo miró con molestia, mejor decidiendo ignorarlo mientras concentraba su mirada ahora en el patio.

De cierto modo, se sentía extraño no tener a Aquino sentado al lado suyo como siempre. Era como... Diferente el estar rodeado del ruido de un montón de voces desconocidas en vez de la que escuchaba todos los días y a la que ciertamente se había acostumbrado.

—¿Dieguito no vino hoy?

El azabache negó con la cabeza al escuchar aquella pregunta proveniente de Soarinng, que seguía al lado suyo, y se cruzó de brazos fingiendo desinterés.

—No. —Contestó con simpleza sin siquiera mirar al Pikachu.

—¿Y por qué?

Duxo se encogió de hombros con simpleza antes de quedarse callado otra vez, ignorando al heterocromático mientras éste seguía hablando sin parar. Su mirada siguió perdida en el patio, hasta que alguien captó su atención desde unos gradas más abajo a la que se encontraba: Natalan.

El pelinegro alternó su mirada entre el oji lila y el Pikachu sentados juntos por unos segundos, ates de gritar desde su lugar:

—¡Soarinng!

Tanto Duxo como Soarinng voltearon la mirada, y el oji lila alcanzó a ver de reojo como el Pikachu sonreía antes de levantarse y bajar corriendo las gradas hasta llegar con Natalan.

—¡Mi NataGod!

Bueno, al menos ahora me dejará de joder.