6. Regreso a casa

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La mañana siguiente, y considerando todo lo que había pasado, Renku dijo que podrían tomarse esos días con más calma, sin embargo, Kuroka insistió en que no necesitaba descansos. Renku se sintió encantado al verla tan enérgica, pero aun así sabía que tendría algo de fatiga muscular, por lo que en lugar de hacer cincuenta repeticiones seguidas, haría dos tandas de veinticinco. 

Había mejorado mucho su fuerza y técnica, lo que se notaba en la fluidez de sus movimientos. Renku llevaba la cuenta en voz alta, mientras que Ryu observaba atentamente, muy sorprendido. El joven conductor no pudo evitar soltar algunas palabras de ánimo cuando Kuroka comenzó a mostrar señales de fatiga. Con el rostro enrojecido y el sudor brillando en su frente, la chica terminó la primera tanda de flexiones, y cuando se sentó para tomar un respiro notó la mirada de Shenry encima suyo. El hombre estaba sentado sobre la carreta, de piernas cruzadas mientras que comía una manzana, y sus ojos parecían haber recuperado su naturaleza sombría. Estaba callado y pensativo, como si estuviera juzgando la manera en que Kuroka realizaba las flexiones. 

No podía saber lo que pasaba por su cabeza, pero aun así Kuroka se sintió avergonzada. 

— ¿Las hace con ambas manos? —preguntó Shenry, dirigiéndose a Renku—. Qué lamentable. 

—Guarde silencio, maestro —gruñó el chico, sin siquiera voltear a verlo. 

El chico le murmuró a Kuroka que no le hiciera caso, sin embargo, ella no pudo evitar repetir esas palabras en su cabeza. La voz de Shenry denotaba cierto desdén que no pasó desapercibido y Kuroka utilizó eso como combustible para esforzarse mucho más de lo que nunca había hecho. 

Renku esperaba que la chica hiciera la segunda tanda con ambas manos, sin embargo, se sorprendió al ver que ella apoyó solamente una en el suelo. Antes de que él pudiera decir algo, Kuroka flexionó el brazo con un claro esfuerzo. No se atrevió a distraerla, así que se limitó a llevar la cuenta. Ryu enmudeció al ver eso, pues la idea de hacer flexiones a una mano era completamente desconocida para él. Shenry, por su parte, simplemente arqueó una ceja, incluso más atento que antes. A medida que avanzaba, más parecía cansarse en cada repetición; el sudor le goteaba a borbotones y su rostro enrojecido reflejaba un esfuerzo gigantesco. Pese a todo ello y a que muchas veces pareció estar por desplomarse, Kuroka dejó a Renku y Ryu sin palabras cuando completó veinticinco flexiones con una sola mano.

—Dios mío, Kuroka —exclamó Renku—. ¡Eso fue increíble!

La chica estaba tirada de espaldas, jadeando pesadamente en busca de aire. No tenía fuerzas ni siquiera para responder, por lo que simplemente levantó su dedo pulgar. Entonces dirigió la mirada hacia Shenry, quien mantenía un rostro inmutable pese a todo.

—Supongo que ahora harás lo mismo con la otra mano, ¿cierto? —esas palabras dejaron estupefacta a Kuroka—. Eso pensé. No puedes ni moverte, así que sé más consciente la próxima vez. Kuro, dale agua y ayúdala a ponerse de pie. Ryu, prepara a los caballos. Partiremos en diez minutos.

Kuroka realmente esperaba haber generado algún mínimo de impresión en el erradicador, así que esas palabras fueron bastante desilusionantes. No obstante, Renku le aseguró que acababa de hacer una hazaña increíble; algo que resultaba casi imposible incluso para muchos hombres. El chico parecía estar muy orgulloso, y eso fue suficiente para hacer que Kuroka recuperara su ánimo. 

Cada uno aprovechó un momento para alejarse y hacer sus necesidades. Utilizaron algo de agua que tenían almacenada para lavar sus rostros, y tras haberlo prepararlo todo emprendieron nuevamente su viaje hasta Hoytt. Shenry ni siquiera les dio tiempo para tener algo de desayunar, tuvieron que comer cuando la carreta ya estaba avanzando. El viaje comenzó silencioso y algo tenso luego del asunto de las flexiones y tras unos veinte minutos en lo que solo se escuchó el andar de los caballos y los graznidos de Bum, Shenry habló impaciente. 

Kurogami. Vol# 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora