Pasados unos minutos, Renku y Kuroka se encontraron junto al resto de la familia para desayunar. Se sentaron fuera de la cabaña, alrededor de una mesa circular repleta tanto de frutas frescas como rodajas de pan. Diana había repartido jarras con jugo y leche para todos los presentes, y ver tantos alimentos frescos llamó la atención de Kuroka. La chica se vio sorprendida, pues cada vez más parecía que aquella familia tenía una calidad de vida mucho más alta que la media. Ella, quien apenas estaba conociendo el mundo fuera de su ciudad, no esperaba que los humildes campos pudieran ofrecer una vida tan cómoda y en lugares tan preciosos como ese; a sus ojos era casi tan bueno como la vida de un noble, por no decir que mejor.
Pronto todos estaban sentados alrededor de la mesa, y tanto Renku como Kuroka se sintieron conmovidos al probar alimentos de esa calidad. Especialmente la chica, pues antes de llegar no habían comido casi nada más que pescado; estaba tan feliz por saborear una manzana jugosa que sintió que podría llorar.
Rob, el hijo mayor, mencionó que estaban de suerte, pues en esos días muchas de las frutas que se hallaban en la mesa eran más frescas que en otras temporadas. Aquel joven robusto, de pelo castaño y corto se mantuvo conversando con Renku sobre las actividades que solían realizar en su día a día; Diana, por su parte, le servía un vaso de leche con miel a su padre, mientras que Dessy, el más joven de los hermanos, terminaba de comer para levantarse y jugar un poco con Rody. El chiquillo, quien no podía superar los diez años, reía mientras que jugaba a jalar una soga con el perro. Desmond, el padre de la familia, sonrió cálidamente ante eso para después dirigirse a sus invitados.
—Le gusta mucho jugar con Rody, siempre se apresura en comer para irse con él. Espero que no les parezca descortés.
—Para nada —respondió Renku—. Es algo agradable de ver.
Desmond era un anciano bastante agradable. Cumplía los cincuenta y cuatro años, y aunque la vida en el campo le brindó un cuerpo fuerte, una lesión en su pierna lo obligaba a caminar con un bastón y le imposibilitaba realizar casi todas las tareas; por ello, era Rob quien prácticamente se hacía cargo del lugar. Aun así, Desmond no había perdido su espíritu y siempre mantenía una actitud enérgica inspiradora para su hijo, y no dudaba en ayudar siempre que le fuera posible.
Padre e hijo mantuvieron absorto a Renku con sus anécdotas e historia de aquel campo. El chico siempre disfrutaba escuchar sobre las vidas de aquellos que conocía en su viaje, y Kuroka, por su parte, estaba demasiado ocupada engullendo todo lo que podía alcanzar. El almuerzo del día anterior y ese desayuno le parecieron como un banquete de la más alta calidad, y solo en ese momento entendió por qué Renku estaba tan emocionado con la comida el día que se conocieron.
—Usted tiene mucho apetito, señorita —mencionó Desmond entre risas, haciendo que se avergonzara al darse cuenta de lo que estaba haciendo.
—P-perdón por eso... hace mucho no comía algo tan bueno.
La familia solo rio.
—De todas formas, es increíble que estén en un viaje de entrenamiento —mencionó Diana, con cierta admiración en su voz—. Cuando ayer nos dijeron que Kuroka era una guerrera, me costó creerlo.
—No soy tal cosa —respondió la chica—, creo que aún me queda mucho por aprender.
— ¡Pues yo creo que es genial! —exclamó la campesina—. No eres mucho mayor que yo, pero cuando los vi ejercitarse realmente me sorprendiste. ¡Nunca había visto a una mujer tan fuerte!
Kuroka pareció encogerse ante eso. Tal parecía que seguía sin acostumbrarse a recibir adulaciones. Además, no todos los días se encontraba con personas que no la juzgaran por querer entrenar y que, en su lugar, la animaran. No era imposible que una mujer tomara el camino que Kuroka había elegido, pero tampoco resultaba algo muy común incluso en esos tiempos. Renku siempre le decía que en el ejercito habían algunas mujeres guerreras con alto renombre, y que muchos gremios u organizaciones privadas contaban con espadachinas o brujas de bastante habilidad; incluso entre los erradicadores habían mujeres enlistadas.

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Kurogami Vol# 2
FantasyLuego de que Renku y Kuroka sobrevivieran a la sangrienta batalla de la villa oculta en el bosque, comenzaron su viaje juntos. En pocos días de convivencia, las interacciones y confianza entre ellos aumenta, sin embargo, Kuroka no deja de notar que...