7. La bibliotecaria

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Una voz que jamás volvería a escucharse hizo eco en la memoria de Renku.

Aquella que continuaba apareciendo en sus sueños. La misma que no podía olvidar por mucho tiempo que pasara y que jamás podría volver a ver. Tohka, una mujer que se le encargó proteger incluso si significaba dar su vida, pareció haber reaparecido frente a él. 

Su figura, su expresión amable, ese cabello lacio y rojo, sus ojos...

Sus ojos eran diferentes. La mirada de Tohka solía brillar con un hermoso verde esmeralda, sin embargo, la chica frente suyo era adornada por un celeste claro. Ese detalle logró hacer que Renku recobrara los sentidos y pensara con más claridad. Creyó que podría tratarse de un familiar, pero él no sabía de nadie más además de los miembros de la casa Campbell. ¿Su hija, quizás? Renku sabía que Tohka alguna vez engendró un niño, pero nada más.

Tohka tampoco tenía hermanos, sobrinos, ni primos de los que él no supiera. Pronto llegó a la conclusión de que cualquier parentesco no era más que su imaginación jugándole una mala pasada.

Más calmado, Renku le dio un vistazo rápido. Mientras más la miraba más se daba cuenta de que realmente no se podían apreciar muchas similitudes además del cabello rojo.

¿En qué estoy pensando?, terminó por concluir, no es como si fuera un tono de pelo poco común. Esto simplemente es una coincidencia.

—Disculpe, joven —se escuchó decir a la chica, confundida ante las miradas sospechosas que estaba recibiendo—. ¿Se encuentra bien? ¿Puedo ayudarlo con algo?

Renku suspiró. Incluso si era una coincidencia, tenía que asegurarse.

—Discúlpeme, señorita... pero ¿podría decirme su nombre?

Aunque eso la tomó por sorpresa, la chica terminó por mostrar una suave sonrisa antes de responder.

—Soy Cordelia Cobain, es un placer.

Cobain, repitió Renku en su cabeza. Eso terminaba por confirmarlo, pues sus apellidos eran distintos. El chico entrecerró los ojos con algo de desilusión, y no fue sino hasta unos segundos después que entendió lo que acababa de escuchar.

— ¿Cobain?

Se vio exaltado, no tanto por el apellido en sí, sino por el hecho de que tuviera apellido. Hubo dos detalles que llamaron su atención; en primer lugar, esa chica utilizaba su nombre antes que su apellido, y en segundo, fue extraño ver a una mujer de la nobleza sirviendo de encargada en una biblioteca.

La muchacha soltó una pequeña risa, pues pareció entender lo que Renku pensaba tan solo al ver su expresión. 

—Perdón si lo sorprendí, pero no soy de la nobleza... mi apellido es uno que mi hermano nos dio cuando niños, y siempre me dijo que lo usara después que mi nombre.

— ¿Después? ¿Eso por qué?

—No estoy segura, la verdad, pero me gusta. Es lindo. Es cierto que uno puede meterse en problemas por usar un apellido que no le corresponde, pero ya que no está asociado a ninguna familia conocida, no hay crimen por el que nos puedan juzgar. 

—Aun así parece arriesgado.

—Puede ser... pero mi hermano siempre dijo que todo estaría bien, y así ha sido por mucho tiempo —Cordelia sonrió con dulzura—. Entonces, joven, ¿me dirá usted su nombre?

—Sí, perdón. Soy Renku. 

— ¿Solo Renku? Es un lindo nombre. Estoy feliz de conocerlo, la verdad. Considerando la situación actual no hemos tenido mucha clientela, me imagino que sabrá por qué. Pero bueno, no quiero arruinar al ambiente. Dígame, Renku, respecto a lo de antes...

Kurogami. Vol# 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora