Día 9
Pareja: NanaGo
Etiquetas: Criaturas místicas | Dragones | Tritones | Cortejo | Flores |
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Desde que era pequeño, Satoru siempre había soñado con encontrar a su príncipe azul, había escuchado a otros hablar de ellos mientras hablaban sobre lo curiosos y peligrosos que eran los humanos; sin embargo, el joven tritón tenía la esperanza de que no todos eran malos.
Su padre, un experimentado señor del mar pensó que una vez su hijo creciera dejaría de creer en esos cuentos de hadas, pero la realidad era que Satoru jamás dejó de creer en que encontraría a ese príncipe con el que tanto tiempo había soñado.
¡No puedes seguir yendo a la superficie, si los humanos nos descubren, no solo tu sino que toda la colonia estará en un grave peligro! — gritaba el mayor luego de haber atrapado al albino mientras regresaba de un visita rápida a la superficie.
Me aseguré de que nadie me viera. — replicó al instante, la furia por al falta de confianza de su padre siempre había sido un punto de inflexión en su relación desde que tenía memoria y aún ahora que era un adulto la comunicación entre ambos seguía siendo peor que pésima. — Solo fui a ver porqué había tanto movimiento allá arriba, ¿Crees que soy tan tonto como para arriesgarlos a todos? — intentaba justificar su imprudencia, ya que su motivo principal había sido ver a los viajeros que había anclado en el muelle de la isla de la superficie y averiguar si alguno de ellos traía las supuestas flores de las que tanto había leído en los libros.
Si bien el basto mar estaba repleto de coloridos corales y plantas exóticas, sabía que las flores de la superficie eran muy diferentes a todo lo que había visto, según los libros algunas hasta tenía aromas únicos que no podían encontrarse en ningún otro lugar.
Te lo advierto, Satoru, es la última vez que toleraré este comportamiento. — el mayor lo apuntó con el dedo. — Los humanos son seres hostiles, engaños y peligrosos; podrían capturar te o peor aún seguirte y encontrar nuestro hogar, así que si descubro que has ido de nuevo a la superficie no dudaré en expulsarte de la colonia. — sin darle tiempo al joven tritón de replicar, el mayor se retiró nadando a gran velocidad a uno de las grandes barreras de coral.
Satoru comprendía a la perfección que no podía confiar en ellos, que muchos eran peligrosos y que no dudarían en lastimarlo, pero entre esos miedos existía la esperanza de encontrar al menos un alma noble, una que le mostrará los bonitos y vibrantes colores de la superficie con la que tanto soñaba.
Resignado después de la discusión con su padre y sabiendo que lo tendría más vigilado, Satoru se dedicó las siguientes tres estaciones a cumplir con todas sus tareas y rondas de seguridad, no replicaba ni discutía, solo se limitaba a hacer lo que le decían. Había caído en un rutina monótona que todos aceptaban por el bien común, pero para él esto era asfixiante.
Decidido a continuar con su tarea de exploración, esa noche Satoru nuevamente se escabulló hacia la superficie, antes de llegar vio algo que captó su atención había algo flotando. De apariencia pequeña y delicada, pudo ver las curvaturas que le indicaban que eso era una de las flores que tanto anhelaba, pronto se dió cuenta que no había solo una, gran parte de la superficie sobre el estaba cubierta de flores de diversos tamaños y colores, su ojos brillaban de emoción cual estrellas y apresurado se asomó para ver la razón de esa sorpresa tan bella.
Al asomarse vio un velero y en el un joven de piel pálido y dorados cabellos, de grandes barriles caían los pétalos, al parecer el se estaba deshaciendo de ellos.
