Realidad Alternativa P.1: Newt

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Pov: Su hija tiene un baile escolar y tú la ayudas a practicar. 


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— ¡Amor, ya volví! —Newt abrió la puerta de la entrada, pasando con dificultad al tener ambas manos ocupadas con bolsas del supermercado. Él vestía bermuda suelta color gris, una remera blanca, y sus calzados eran unos crocs.

Aunque siempre suelen ir los tres juntos de compras, esta vez decidieron que él se encargue solo, ya que habían otros asuntos más importantes como ayudar con la coreo a tu hija. 

— Hola, amor —saludaste con tu voz agitada al estar saltando, moviendo tus brazos alzados de un lado a otro, imitando a tu hija. — ¿Compraste todo lo de la lista? —viste de reojo a Newt que se dirigía hacia la cocina, dejando las bolsas sobre la mesada.

— Sí, traje todo lo que anotaste —respondió, sacando los productos acomodándolos en una esquina. 

— ¡Hola, papá! —a diferencia de ti la pequeña no mostraba ni una pizca de cansancio, a pesar de ya llevar media hora bailando. 

— Hola, hija —apoyó las palmas de sus manos en la mesada, recargando su torso, viéndolas por la entrada de la cocina que daba justo a la de la sala. — ¿Cómo va esa práctica?, ¿eh?  —sonreía divertido por cómo se te complicaba un paso que involucra coordinar los pies y brazos y moverlos en distintas direcciones. 

— Se supone que es un baile para niños, pero esto es más difícil que una danza de ballet  —te quejaste, posando tus manos en tus caderas, deteniéndote para ver cómo sencillamente tu hija lo hacía. Levemente sorprendida la señalaste volteando a ver a Newt. — ¿Por qué a ella sí le sale? —reprochaste molesta contigo misma por no lograrlo. Tu hija se mantenía desconocida de su conversación. 

— Porque ella no tiene dos pies izquierdo, cielo —bromeó sonriendo, regresando a sacar las cosas de las bolsas. Entre cerraste tus ojos y abriste más tu boca, ahora ofendida, y molesta. 

— Como si fuera que tú podrías hacerlo mejor con esa cojera —devolviste, y le diste la espalda— pendejo —susurraste para continuar torpemente el paso. Newt sonrió negando con su cabeza. 


Mientras él ordenaba la alacena, se entretenía con la escena de su hija alentándote alegremente entre saltitos y aplausos, y tú esforzándote a más no poder. 

— ¡Vamos mami, tú puedes! —no pudiste 






Muchas gracias a todas las personas que votan las historias. Me hace muy feliz. 

PD: No tiene nada que ver con el día de la madre, sólo se me ocurrió. Chao, chao. 

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