Realidad Alternativa P.4: Minho

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— ¡Mis amores, ya regresó el único hombre que las amara por siempre! —Minho se adentraba por el pasillo, hacia la sala de estar

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— ¡Mis amores, ya regresó el único hombre que las amara por siempre! —Minho se adentraba por el pasillo, hacia la sala de estar. 

Al entrar se sorprendió un poco al ver los muebles fuera de lugar, pero sonrió divertido cuando tú y tu hija aparecieron agarradas de la mano. Sabiendo que le mostrarían lo mucho que su pequeña ensayó. Se contuvo un carcajada al verte vistiendo uno de sus trajes de etiqueta, que te quedaba demasiado holgado. Y sonrió tiernamente al ver a tu hija con su deslumbrante vestido llenó de capas, color rosa, que se acopla perfecto a su talla, era como una princesa. Todo era divertidamente cómico gracias a tu expresión y postura de un mozo de alto nivel. Contrarió a tu hija quién convincentemente mostraba una aire de realeza. Tu puño fue a tus labios, y aclaraste tu garganta, mirando de reojo el reproductor de música. Minho entendió y con un "—claro—" y prisa apretó el botón de play. Lentos pasos diste junto con tu hija y con minutos más tarde con exito finalizaron la coreografía, despidiéndose de su único espectador con una impecable reverencia.  

— ¡Bravo!, ¡Bravo! —aplaudía acercándose para alzar en brazos a su hija, comenzando a darle vueltas con brusquedad. Tú reías, pero al mismo tiempo te asegurabas de que no cayera.  

Minho se detuvo cuando su hija ya le pedía que parará porque estaba mareada. 

— Lo siento, lo siento —acarició la sien de ella, apoyando su cabeza en la entrada de su cuello. 

— No te preocupes papi, estoy bien —esta vez no fue nada creíble por su movimiento que su cabeza hacía de Re calculación, y su manita cubriendo sus ojos mareados. En segundos ella estiró sus brazos a ti, y tú se la arrebataste, como ella evidentemente lo quería. 


— Van a hacerlo excelente en el concurso de la escuela —ambas quedaron heladas unos segundos y lentamente se miraron, y diciendo nada se dijeron todo. 

— Sí, cariño —acariciaste su mejilla— seguro ganamos —con sarcasmo ahogaste una risita. Bajaste tu mano.

— ¿Por qué lo dices de esa manera? —descansó sus manos en sus caderas, ladeando su cabeza, confundido. 

Tu hija te ayudó a distraerlo y lograr que se olvidara del tema cuando le pidió que ahora él bailara con ella. Tú por otro lado te dirigías, negando divertida, a la cocina para preparar la cena.


Una semana después.

Una semana después

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Los bullicios de padre de familia hacían eco por toda la gran cancha de la escuela. Minho con desinformación de lo que pasará, buscaba emocionado sus asientos. Al ustedes ser padres de una participante tenían reservados los asientos de enfrente. Tú te hallabas dándole los últimos retoques al peinado de tu hija. 

— Mami —nerviosa de miró a través del espejo, tú continuaste cepillando su cabello. 

— ¿Qué sucede, cielo? —te detuviste para mirarla. 

— ¿Mi papi ya sabe que tú no participaras? —preocupada fruncía el ceño. Apoyaste ambas manos en cada lado de sus brazos, y con delicadeza descansaste tu mentón sobre su hombro derecho. 

— No te preocupes por tu padre, yo me encargare de él, ¿okey?. Tú sólo disfruta todo esto, ¿sí? —dejaste un beso en su mejilla, ella sonrió asintiendo, volviendo su alegría a su rostro. 


Al ser tu hija la primera concursante te apuraste a llevarla detrás del escenario. Te alejabas marcha atrás, levantando tus pulgares para darles ánimos. Bajaste los tres escalones, y corriste a tu asiento. Cada que pasabas por enfrente de las personas te disculpabas por educación. Minho en todo ese trayecto no distinguió tu silueta al estar concentrado de la emoción en ese telón rojo que cubría a tu hija del otro lado. 

— Justo a tiempo —no lograste sentir el frío de la silla cuando ibas a sentarte, porque un objeto se interpuso entre tu trasero y ella. Miraste un poco confundida a tu marido quien ni cinco de atención de presto. 

— Este asiento está reservado para mi esposa —informó de manera muy respetuosa y tranquila— mi esposa vendrá en unos minutos. Arqueaste las cejas incrédula de que todavía no te haya notado. Aclaraste tu garganta y él volteó, y como si estuviera en cámara lenta, viste con perfección su cambio de mirada a una level mil de confundido. — ¿T/n?, tú, ¿tú que haces aquí? —quitaste el bolso que él te cuidaba, de encima de tu asiento y te sentaste.— ¿No se supone qué debes estar vestida como mayordomo arriba del escenario junto a nuestra bebé? —

— Sí, bueno, hubo... un par de cosas que se me olvidaron contarte —masajeaste tu nuca, nerviosa. 

Minho no pudo interrogarte porque la directora anunció el comienzo de la competencia de baile. De forma torpe sacaste tu celular para abrir la cámara, empezando a grabar, sintiendo la mirada penetrante de Minho en ti. El telón comenzó a subir, y tu con rapidez moviste tu muñeca cambiando la dirección de la grabación hacía la expresión de horror de tu amorcito al ver a su princesita tomada de la mano con uno de sus compañeritos del jardín, pero ahora su acompañante de baile. Sonreíste a la cámara y regresaste a filmar a los protagonistas. 

— No... mi bebé —murmuró y se desmayó en el asiento. Tú alzaste los hombros despreocupada, y continuaste viendo el elegante baile de tu pequeña. 





Quería subirlos a todos juntos. Espero que les guste estos capítulo, porque a mí me encantaron. Chao, chao. 

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⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

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