Dedicado a Jay Eastwood Santos y Noelia Forero:3
Diciembre de 2014
Bogotá, Colombia
Mañana es año nuevo, y ya me resigne a superar a Will. No vale la pena.
De navidad, Christian me regaló una gargantilla rosa con un dije de cascabel; parece más un collar de gato que un accesorio femenino. Igual se ve lindo. Yo sólo le di una tabla de skate. No soy la mejor dando regalos, que puedo decirles.
Hoy iré a su casa porque hay una fiesta. Iré junto con mis amigos (Sara, Nicolás y Carlos), y espero que sea buena la cosa. De todas formas yo no bebo licor y entre todos nos cuidaremos de cualquier cosa que pueda pasar. Me quedé de encontrar con Sara en mi casa y ella recién llegó algo agitada por correr, pues ya se está haciendo tarde. En esta ocasión, mis padres nos llevarán a las dos a la casa de Christian, aunque creen que se trata de una fiesta del club de las donas. Mentirillas juveniles, ustedes entenderán.
Luego de un recorrido por la ciudad finalmente mi padre estaciona frente a una casa de tres pisos. No es ni fea ni linda. Es normal... es como todas las demás del sector. Mis papás comienzan a dudar de dejarme ir, sin embargo, les aviso que es una fiesta sana y que lo máximo que tomaremos será jugo de naranja. Ellos aún inseguros me dejan bajar del auto junto con Sara, luego de habernos despedido de ellos. Nos paramos frente a la puerta y ellos aún no se van, de seguro están esperando que abran la puerta y entremos o esas cosas. Luego de unos interminables minutos después de haber tocado el timbre, abre la puerta Christian, quien al notar la expresión de Sara y mía se fija en que mis padres están presenciando todo. Nos besa en la mejilla a las dos y luego saluda amigable a mis padres con un movimiento de manos y una inocente sonrisa. Oh... si ellos supieran. Veo que ellos relajan un poco la expresión, pero no por Christian, sino por la madre de él que se para también en la entrada, sonriendo en señal de que estaremos a salvo con ella. Finalmente entramos con Sara y Christian mientras mis padres hablan con la madre de él.
Observo su casa: tiene pocos muebles, unos parlantes ya listos para que en cualquier momento empiece la fiesta, y las paredes son absolutamente blancas, pues no hay cuadros ni nada que las decore. Tienen muy pocas cosas, a menos que lo hayan guardado todo para que los asistentes a la fiesta no vayan a robar o dañar algo.
Intercambio miradas de "¿y ahora qué hacemos?" con Sara y ella se encoge de hombros frunciendo los labios. Nos quedamos paradas observando todo y cuando vuelve a entrar la madre de Christian se acerca cruzada de brazos.
– ¿Qué no hablan? –levanta una ceja y me sonrojo. Su actitud creí que sería diferente.
– Sí, pero... creíamos que... –empiezo a responder cuando me interrumpe con un gesto con la mano en desinterés.
– No me importa, total son amigas de mi hijo, no mías. Me iré en un rato y podrán hacer las cochinadas que vinieron a hacer con mi hijo. –nos dedica una mirada de arriba a bajo, inspeccionando nuestros cuerpos y forma de vestir y tenso la mandíbula. No tiene derecho a tratarnos así, no somos putas de medio tiempo.
– Sí, bueno, su hijo me ha hablado de usted. Aunque no es el tema favorito de conversación... –y Sara me mira con los ojos abiertos. De seguro nos van a sacar ahora a patadas de aquí. Pero no, la señora de aproximadamente 40 años me mira ahora con algo de tristeza en sus ojos verdes y me siento mal, así que agrego– Tal vez debería pasar más tiempo con él... y conocer más lo que hace. Al igual que él debería estar más con usted. Su relación podría mejorar...
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La princesa de las donas
Ficção Adolescente¿Alguna vez has conocido personas por internet? ¿o eres de esos que le hacen caso a sus padres y a sí mismos de que no hay que hablar con desconocidos por este medio? Bueno, en mi caso, opté por establecer conversaciones con estas personas. Unas ha...