L I A
Soy idiota. No entiendo cómo he podido actuar así. Nunca había venido nadie a mi casa y luego, de repente, aparece un chico amable, y lo invito. Ni siquiera lo conozco bien. Me comporté como una completa tonta. Seguro que lo asusté con mi ataque de pánico, y él, por pena, sintió que debía quedarse a ayudarme. Se habrá visto comprometido, y sin quererlo acabó en mi apartamento, jugando a juegos de mesa como si todo fuera normal... cómo si no hubiese visto mi ataque de pánico.
Ahora lo pienso mejor y estoy segura de que no voy a poder mirarlo a la cara nunca más. Sentí cómo su cercanía me hacía olvidar todo, me hacía sentir bien por un momento, y por eso cometí el error de acercarme tanto. En mi cabeza sigue rondando el momento en que casi nos besamos. ¿Cómo pude pensar que eso estaba bien?
Me arropo en la cama, pero no puedo dormir. Todo me pesa: mis pensamientos, mis emociones... Y él. Asher. No dejo de pensar en esos ojos oscuros, intensos, que parecían observarlo todo, incluso aquello que trato de esconder. Él es diferente a cualquiera que haya conocido. Tiene una seguridad, una calma que no encuentro en los demás. Me hizo reír, algo que ya no recordaba cómo se sentía, y durante unas horas, me olvidé de mis problemas.
Pero luego se fue. De la nada, sin explicación alguna. Quizá yo mal interpreté todo. ¿Será que me sentí tan aliviada por estar con alguien que no me juzgara que me convencí de que había algo entre nosotros?
Me giro en la cama, frustrada. Mis pensamientos no me dejan descansar. No puedo dejar de pensar en esos labios suyos, tan carnosos, que casi rozaron los míos. Me pregunto cómo habría sido sentir su piel tan cerca de la mía.
Me odio por siquiera imaginarlo. No soy el tipo de chica que hace esas cosas, que invita a un chico a su casa y luego espera... ¿qué? Ni siquiera sé qué esperaba. Tal vez solo quería compañía. Joder, ni si quiera me he dado mi primer beso, es lamentable.
Su presencia es como una tormenta tranquila, un caos controlado. Es guapo, no se puede negar. Alto, al menos 1,85, y fuerte. Su cuerpo es imponente, pero se mueve con una ligereza que no encaja con su apariencia. Parece mayor de su edad, aunque en realidad no sé ni su edad. Su cabello azabache, oscuro como la noche, cae de manera desordenada sobre su frente, y sus ojos... esos ojos oscuros me derriten cada vez que me miran. Es como si pudiera ver más allá de lo que muestro, como si supiera que detrás de todo este desastre, hay algo más en mí.
¿Por qué alguien como él se fijaría en alguien como yo? No tiene sentido. Seguro que fue la situación, la coincidencia de habernos encontrado en ese momento, cuando estaba en mi punto más bajo.
Y sin embargo, aquí estoy, preguntándome qué habría pasado si no lo hubieran llamado. ¿Habría pasado algo entre nosotros? Cierro los ojos abrazando mi colgante, tratando de bloquear esos pensamientos. Me siento estúpida por pensarlo, pero su imagen sigue allí, como un fantasma que no me deja en paz.
—Eres patética, Lía —murmuro para mí misma, escondiendo el rostro en la almohada.
Tengo miedo. Miedo de hacer el ridículo, miedo de abrirme de nuevo, miedo de que esta vez no sea un ataque de pánico lo que lo aleje, sino algo peor: que se dé cuenta de que soy un desastre.
No puedo evitar cuestionarlo todo. ¿Por qué me sigue hablando? ¿Por qué es tan amable conmigo? ¿Qué ve en mí? ¿Ve algo en mí? Porque, en realidad, yo soy nadie. No sé quién soy ni hacia dónde voy.
Finalmente, me rindo y me quedo mirando al techo, recordando cómo sus manos rozaron las mías mientras movíamos las fichas del juego, cómo su voz baja y grave resonaba con esa seguridad que me hacía sentir a salvo. Que alguien esté empezando a ocupar un lugar importante en mi cabeza me aterra, debo evitar que me conozca más, que sepa de mi desgraciada vida, pero sobre todo debo evitar sentir algo por él.
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El amuleto de los dioses
FantasyCupido, el dios del amor, ha pasado siglos asegurándose de que cada corazón humano encuentre su par. Su habilidad con las flechas es legendaria, hasta que se enfrenta a un caso imposible: Lía, una joven común e invisible para el mundo, parece inmune...