MONARCA | YoonMin [+18]

Monarca: Capítulo 13

(Advertencia: el capitulo a continuación posee contenido sexual explicito que puede alterar al lector. Por favor, leerlo con discreción.)

Sentado en la cama, la luz del sol se filtraba a través de las cortinas de seda, creando patrones danzantes sobre el suelo de piedra. Sin embargo, la calidez de esos rayos no alcanzaba mi corazón, que latía con un ritmo desincronizado, lleno de confusión y un desasosiego que no podía ignorar. El aire en la habitación era denso, casi opresivo, como si cada suspiro que tomara estuviera cargado de la presión de las decisiones que aún no había tomado.

La soledad me rodeaba como un manto pesado. No había nadie allí que pudiera escuchar mis pensamientos, nadie que pudiera entender la tormenta que azotaba mi mente. Las paredes del palacio, con su esplendor, se seguían sintiendo como una prisión. ¿Cómo había llegado a este punto? Recorría mis recuerdos en busca de respuestas, de momentos que me hubieran conducido a esta angustia.

La escena de aquella noche volvía a mi mente como un eco. YoonGi, arrodillado frente a mí, su mirada fija en la mía. Las palabras que intercambiamos resonaban en mis oídos.

—Lo siento —murmuró, y el aire se detuvo entre nosotros, pesado con la revelación de esas dos sílabas.

Ese simple perdón me había desarmado. No era la súplica de un rey, sino el susurro de un hombre que, como yo, estaba atrapado en las garras de un destino que no elegimos. La confusión en sus ojos reflejaba mis propios sentimientos, un abismo de emociones que no sabía cómo abordar. Mi corazón se aceleró, y en ese instante, la conexión entre nosotros pareció hacerse más fuerte, un lazo invisible que me mantenía atado a él, a su dolor y a su lucha interna.

Las palabras se habían formado en mi mente, una maraña de emociones que deseaba expresar, pero me ahogaban antes de salir. No se trataba solo de odio o amor; se trataba de la aceptación de lo que éramos el uno para el otro.

Mi mano buscó el manto que había estado envuelto a mi alrededor, un símbolo de su poder, y lo abracé con fuerza. La tela suave me recordaba su presencia, su capacidad de desplazar la calma en mí, de sacar a la superficie sentimientos que había tratado de enterrar. ¿Por qué no podía liberarme de este vínculo? ¿Por qué me era tan difícil dejar de sentir?

Recorrí con la mirada la habitación, y cada objeto parecía observarme, juzgarme. ¿Podría realmente ser parte de su mundo? Lo odiaba como rey, lo detestaba por todo lo que representaba, pero en el fondo había una chispa de deseo que me mantenía anclado, un deseo que me aterraba.

—No puedo... —susurré al aire, como si hablar en voz alta pudiera aliviar la presión en mi pecho. Las lágrimas se agolpaban en mis ojos, pero no caían. Mi orgullo, aunque herido, aún luchaba por resistir. Recordé la mirada fría de YoonGi en la biblioteca, sus palabras resonando en mi mente, desgarrándome desde adentro.