Monarca: Capítulo 10

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La luz pálida de la mañana luchaba por abrirse paso a través de las cortinas gruesas que colgaban en mi habitación, un débil recordatorio de que el día había comenzado. El palacio, aunque majestuoso, parecía más un mausoleo en momentos como este. El silencio se sentía opresivo, como una manta que sofocaba cualquier atisbo de vida.

Me puse de pie, sacudiendo de mi mente el rastro persistente de la noche anterior. JiMin. Había algo en su mirada, en cómo sus ojos brillaban con una mezcla de miedo y desafío, que me irritaba. Era como si, a pesar de su fragilidad, hubiera una chispa que se negaba a apagarse. Pero no me importaba. No podía permitirme sentir compasión por un omega, y menos por uno cuyo destino no significaba nada más que una carga que no había pedido.

Mi caminata hacia la gran sala fue acompañada por el eco de mis propios pasos en los pasillos de piedra. El sonido retumbaba, acentuando la vacuidad de este palacio que yo había convertido en mi reino. NamJoon esperaba fuera de las puertas, su postura era erguida pero su expresión tenía una preocupación que siempre parecía rondarlo.

—Majestad —me saludó con su habitual formalidad.

—¿Qué ocurre ahora? —respondí, dejando entrever mi creciente impaciencia. No tenía tiempo para trivialidades, y las intrigas de la corte rara vez lograban interesarme.

—TaeHyung sigue protegiendo al omega JungKook en los apartamentos de los sirvientes. —NamJoon no necesitó decir más. Ya conocía esa historia.

Dejé escapar una risa seca, casi burlona. TaeHyung, ese alfa cucaracha que caminaba por el palacio con la cabeza siempre baja, como si temiera que el peso del mundo lo aplastara. Era patético, un insecto bajo mis botas, y ahora, con la responsabilidad de un omega preñado, se había convertido en aún más despreciable a mis ojos.

—TaeHyung... —repetí con desprecio—. Un alfa insignificante, un inútil. No me sorprende que esté envuelto con un omega. Su naturaleza débil lo delata.

El embarazo de JungKook no era ninguna revelación para mí. Ya lo sabía. NamJoon me lo había informado antes, pero ¿qué importaba? Los omegas eran una distracción, una molestia innecesaria. Prohibí su entrada en este palacio por una razón, y ahora uno de ellos se había colado en las sombras, protegido por un alfa que no valía nada.

—Déjalo que cuide a su pequeño juguete —dije, mi voz impregnada de indiferencia—. Al final, no son más que un par de insectos, y los insectos son fáciles de aplastar.

NamJoon, fiel como siempre, asintió, aunque pude ver la duda en sus ojos. Su lealtad hacia TaeHyung y JungKook no escapaba a mi mirada, pero sabía que nunca se atrevería a desafiarme. Él también entendía que la cadena de poder en este palacio era firme, y los que estaban abajo no tenían derecho a aspirar a más.

Al llegar a la sala del trono, los murmullos de la corte se detuvieron de inmediato. El ambiente era tenso, cada mirada fija en mí, temerosa de lo que pudiera suceder. Me senté en mi trono, observando a los nobles, a los alfas y betas que se movían como peones en un tablero del que yo era el único maestro.

MONARCA | YoonMin [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora