Monarca: Capítulo 11

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El sol se alzaba lentamente sobre el horizonte, tiñendo el cielo de un cálido color naranja. A pesar de la belleza del amanecer, una pesadez se asentaba sobre mi pecho. Había pasado mucho tiempo desde que fui descubierto como el omega del rey, y cada día en el palacio me hacía sentir más distante de la vida que solía llevar.

Caminé por los pasillos del palacio, sintiendo cómo mi corazón latía desincronizado. Las miradas de los guardias, con sus ojos escudriñadores, me seguían mientras avanzaba. Sabía lo que pensaban. No solo era el omega del rey; también era un recordatorio de lo que significaba ser un omega: débil, frágil, incapaz de defenderse. No era más que un juguete en manos de un alfa.

Recordé las risas y los secretos compartidos en la cocina con mis amigos betas, SeokJin y HoSeok. Ellos eran mi refugio, un bálsamo en tiempos de incertidumbre. Pero ahora, el peso de mi nueva identidad me separaba de ellos. No sabía cómo se sentirían al verme como un omega. ¿Me verían diferente? ¿Con desprecio? La última vez que los vi, fue antes de que todo cambiara. La memoria de sus sonrisas me atormentaba y la distancia entre nosotros se hacía cada vez más grande. Nunca me imaginé que ser descubierto podría hacer que todo se desmoronara.

Los murmullos a mis espaldas eran constantes. "¿Por qué el rey lo eligió a él?" "Es solo un omega" "¿Acaso no los odiaba?" Las palabras se enredaban en mi mente como espinas, y la incomodidad me seguía a cada paso. La carga del desprecio de los demás era abrumadora. Me había convertido en una curiosidad grotesca, un objeto de discusión.

El palacio, que alguna vez fue un lugar de refugio, ahora era una prisión de miradas inquisidoras y susurros burlones. La gente no podía evitarlo: el omega del rey, la víctima de su propio celo.

En mi mente, luchaba contra una batalla constante. ¿Era realmente tan diferente del chico que trabajaba en la cocina? La dignidad que había cultivado se desmoronaba a cada instante.

Mientras el día avanzaba, sentí que el peso de mi soledad se hacía más intenso. La presión en mi pecho aumentaba, y el eco de mis pasos resonaba en los pasillos vacíos, convirtiéndose en un recordatorio doloroso de mi aislamiento. En un momento de vulnerabilidad, vi a SeokJin y HoSeok, hablando en voz baja. Sus expresiones eran serias, como si el aire estuviera cargado de una preocupación palpable.

El ambiente se tornó denso y pesado, como si el destino mismo estuviera esperando a que diera un paso hacia adelante. Me detuve un instante, observándolos desde la distancia. SeokJin, siempre tan maternal, tenía la mirada fija en HoSeok, que a su vez parecía juguetear con sus manos nerviosamente. Pero en su rostro había una seriedad que contrastaba con su habitual ligereza.

—JiMin... —dijo SeokJin, su voz suave, casi un susurro, pero su tono era firme, cargado de la preocupación que había mantenido en secreto.

HoSeok lo miró, su expresión cambiando rápidamente de preocupación a un semblante más serio, aunque su naturaleza juguetona intentaba asomarse por las rendijas de su rostro.

MONARCA | YoonMin [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora