Un Matrimonio En Secreto

Capítulo 10

Mariela;

Trate de abrir mis ojos lentamente, la cabeza me punzada y me dolía tanto que al momento de que querer hacer que mis ojos detallaran el lugar en donde me encontraba, se cerraban.

Me pesaban tanto los ojos que se abrían y se cerraban solos, como un imán que atrae a un metal, así se atraían mis párpados.

Trate de hacer memoria, aunque se me dificultara por ese intenso dolor punzante. Solo recuerdo que estaba en una calle solitaria......Y Luego alguien vio como el viento levantaba mi vestido y....... No recuerdo más.

No, no,no, Rodrigo!...

El estaba ahí ¿Y luego?......discutimos, después todo se volvió oscuro.

No recuerdo más, ¿En dónde estoy? ¿Que es este lugar? ¿Que pasó que no puedo mover mis manos?.

-Al fin despiertas.- Oigo una voz, pero la luz está un poco tenue para saber bien quien es y con mi vista borrosa aún no me ayuda en mucho. Visualize una silueta, entre la oscuridad de una esquina de la habitación.

-¿Rodrigo? ¿Que pasó, porque estoy aquí?.- Interrogó algo asustada.

Estaba en una habitación un poco oscura, la poco luz que llegaba desde algún punto del lugar, solo llegaba hasta la cama donde me tenía atada.

-Oh, por lo menos sabes quién soy, pero no entiendo porque no te acuerdas de esas bragas rojas que me mostraste, claro con un poco de la ayuda de mi amigo el viento, pues....

-Idiota ¿Que crees que haces?, Si te descubren que me secuestraste te meterán a la cárcel.- Se empezó a carcajear, como si le hubiera contado el mejor chiste de su vida.

-En verdad ¿Piensas que eso sucederá? Pues yo no lo creo, haz estado durmiendo aquí como dos días y no he escuchado nada de.....- Lo interrumpí.

-Espera, dijiste....
¿Dos días?.- En verdad ¿Estuve inconciente dos días?

-Pues si, creo que se me pasó la mano, pero no me arrepiento de nada.

- Pues creeme que lo harás.- Dije esto tratando de moverme.

Pero por más que trate no pude levantarme, estaba muy bien atada a la cama. Mis manos estaban amarradas y juntas por arriba de la cama. Lo único que estaba suelto eran mis pies.

-Rodrigo no seas cobarde y suéltame.

-No, no lo haré, no hasta que me escuches.

-Bien, habla.- Pues no me quedaba de otra más que escuchar sus estupideces a ver si así me soltaba.

-Primero que nada, quiero decirte que me sigues gustando mucho y que si quieres puedes regresar conmigo, no me importa que estés casada.

-¿Que cosa? Estás loco si piensas que yo regresaré contigo, estás muy.......espera dijiste ¿Casada?.- ¿Cómo se enteró?.

-¿Creías que no me iba a enterar, que te casaste con el imbécil eseee?.- Me grito muy molesto.

-¿Cómo te enteraste? No más bien, ¿Quien te lo dijo?.

-Eso es lo que menos importa, lo importante aquí es que, depende de tí si te libero o no.

-¿Que quieres a cambio de mi libertad?

-Pues, aún no sé ¿Que me sugieres tú?.

-Que te vayas a la mierda por ejemplo.

-Vaya me saliste muy graciosa.- Dijo, de manera burlesca.- Pero pensando lo bien, no quiero que me sugieras nada, más bien tengo algo mejor en mente.