12. Viserys Targaryen

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Cambiar el vestido azul por uno verde tomó más tiempo del esperado

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Cambiar el vestido azul por uno verde tomó más tiempo del esperado. —Estamos llegando tarde —dije cuando Ser Arryk se unió a nosotros y solicitó hablar con Niclas.

Los tres continuamos avanzando, ambos detrás de mí. Al llegar frente a las puertas de la sala del trono, Arryk las abrió y permaneció junto a ellas. Avancé con Niclas detrás de mí. Podía sentir las miradas de los presentes puestas sobre mí, analizándome, juzgándome, mientras susurraban cosas al oído.

Uno de los presentadores quiso anunciar mi entrada, pero me negué. Opté por caminar entre las personas y aparecer silenciosamente junto a mi madre y mis hermanos.

Alicent me recibió con una sonrisa y una suave caricia en los hombros mientras me colocaba junto a mi hermana Helaena. Alcé la vista hacia mi abuelo, sentado cómodamente en el trono de hierro. Observó mi vestido, asintió levemente y nada más.

Niclas permaneció detrás de nosotras, y podía jurar que analizaba cada rincón y cada persona presente, atento a cualquier posible amenaza o simplemente guiado por su instinto siempre alerta.

—No sabía que las princesas tenían por costumbre llegar tarde.

El comentario de Daemon silenció los murmullos por un instante. Todos esperaban mi respuesta.

Alicent intentó intervenir, pero me adelanté, avanzando un par de pasos hacia el frente.

—¿Ya han iniciado? —pregunté, mirando a quien sería mi tío.

—No. —Daemon respondió, cambiando el peso de una pierna a la otra.

—Entonces, no he llegado tarde —contesté con una leve sonrisa ladeada antes de regresar a mi lugar.

Los murmullos en la sala se reanudaron, y entre las palabras que se distinguían se escuchaban: bastardos, Driftmark, Corlys, muerte, Rhaenyra, Daemon.

Era de esperarse que Rhaenyra y Daemon fueran el centro de especulaciones y calumnias. Después de todo, habían pasado años lejos de la corte, y la Fortaleza Roja se volvía más peligrosa con el tiempo.

Allí estaban, frente a nosotros: los Negros, como solían llamar a la estirpe de Rhaenyra. Juntos, observándonos con atención.

Jacaerys, de pie junto a su madre, tenía la mirada fija en mí. Sus ojos castaños brillaban, y su cabello estaba más arreglado que la noche anterior. Vestía los colores de los Velaryon, por supuesto.

Otto se levantó del trono, aclarando su garganta para llamar nuestra atención.

—Aunque esta corte guarda la esperanza de que Lord Corlys Velaryon sobreviva a sus heridas... —las palabras de mi abuelo resonaron en el salón del trono, silenciando a los presentes— ...nos reunimos hoy para la amarga tarea de discutir la sucesión de Driftmark. Como Mano del Rey, hablo con la voz de Su Majestad en este y en todos los asuntos.

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