2. Las palabras que no se dicen

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El vuelo a Hungaroring se había sentido más largo de lo normal. No por la distancia, sino por la incomodidad que colgaba en el aire.

Max Verstappen observaba el pequeño cuaderno negro que le habían entregado; "el diario", como lo llamaban Horner y Marko, le pesaba más de lo que debería.

A su lado, Sergio Pérez, conocido por todos como Checo, permanecía en silencio, mirando por la ventanilla del avión privado de Red Bull, evitando cualquier tipo de interacción con él.

El primer turno era de Max. Tenía que ser él quien escribiera algo. Algo que, sinceramente, no tenía la menor intención de hacer.

Max resopló, abriendo el cuaderno con desdén. Pasó sus dedos por las páginas en blanco, y el olor a nuevo le golpeó rapidamente la nariz ¿qué se suponía que debía escribir? No era un poeta, ni mucho menos alguien que compartía sus emociones fácilmente. Max era reservado por naturaleza, y ahora, por una decisión absurda del equipo, se veía obligado a abrirse, aunque fuera en un pedazo de papel.

"Estúpido diario..." pensó, pero sabía que no podía dejar la página vacía. Con un suspiro, sacó un lapicero y se inclinó sobre la mesa del avión. Su letra era inclinada por lo que poco a poco comenzó a surgir en la hoja.

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Querido diario,
(Era ridículo, pero ¿cómo más se suponía que empezara?)

No tengo ni idea de por qué estamos haciendo esto. Creo que es una completa pérdida de tiempo. Somos pilotos de Fórmula 1, no niños en el colegio compartiendo un cuaderno. Pero si esto va a hacer que Horner deje de joder, supongo que lo haré.

Hoy casi nos matamos en la pista. Estoy seguro de que crees que fue culpa mía, y lo entiendo, porque siempre me culpan a mí. Pero si hubieras visto lo que pasó desde mi punto de vista, te habrías dado cuenta de que fue él quien no me dejó espacio. Es como si no pudieras aceptar que soy más rápido. No importa cuánto lo intentes, siempre estás un paso atrás.

Aunque, para ser sincero, a veces parece que lo haces a propósito. Como si supieras que me sacas de mis casillas y lo disfrutaras. No es solo en la pista. Fuera de ella, tampoco te soporto.

(No se sabe por qué, pero Max cambió de forma de escribir... ya no parecía estar escribiendole directamente al pecoso.)

Es demasiado... simpático. La gente lo adora, y no lo entiendo. ¿Cómo alguien puede ser tan... perfecto para los demás y para...? Siempre sonriendo, siempre el favorito de los fans. Mientras yo, bueno... yo solo soy yo.

De todos modos, no estoy aquí para hacer amigos, y aunque en algún momento te consideré más que uno, me parece que esta es la manera en que podemos trabajar juntos sin que uno de los dos acabe en el hospital.

-Max

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Max cerró el cuaderno con más fuerza de la necesaria, casi arrepintiéndose de haber escrito lo que acababa de poner. Se sentía expuesto y hasta un tanto ridículo, aunque nadie más que Checo lo leería, sentía que el penúltimo párrafo era demasiado revelador.

Volvió a abrir el diario y leyó esa parte:

"Es demasiado... simpático. La gente lo adora, y no lo entiendo. ¿Cómo alguien puede ser tan... perfecto para los demás y para...? Siempre sonriendo, siempre el favorito de los fans. Mientras yo, bueno... yo solo soy yo.

De todos modos, no estoy aquí para hacer amigos, y aunque en algún momento te consideré más que uno, me parece que esta es la manera en que podemos trabajar juntos sin que uno de los dos acabe en el hospital."

El diario del asiento 33B |CHESTAPPEN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora