capítulo 4

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Gianna

Después de un rato de conducir, Alessandro se detuvo frente a una mansión impresionante. La casa era enorme, con jardines perfectamente cuidados y un pequeño estanque al lado de la puerta.

—Llegamos —dijo, parecía nervioso. Salió de su coche y camino hacia la casa sin esperarme.

Rápidamente me baje y corrí hacia él, hasta quedarme a unos cuantos centímetros detrás.

Alessandro se detuvo frente a la puerta principal, y se giró hacia mi. Su expresión era seria, no había rastro de emociones. Abrió la puerta sin dejar de mirarme.

—Entra —dijo ahora sin mirarme, parecía irritado— No te quedes ahí parada.

Resople por su cambio de humor, lo seguí a través del vestíbulo hasta llegar a una enorme sala.

—Quedate aquí —ordenó—. Voy a buscar a alguien.

¿A alguien? Asentí confundida.  Mire toda la sala, los colores eran oscuros y no había tantos muebles, solo un plasma sobre la chimenea a hogar, un sofá enorme junto a una mesita de té y una pequeña estantería de libros, después estaba toda vacía.

Escuché como Alessandro subía las escaleras, me acerque a la chimenea para calentarme un poco, y ansiosa espere. Se escuchaba ruidos arriba, Pero no sabía que pasaba. Volví a escuchar pasos en la escalera, me acerque y los ví. Alessandro, con un bebé aúpa.

—¿Qué?—pregunté con la voz entrecortada.

Alessandro bajó las escaleras con el bebé en brazos, su expresión seria se suavizó al mirar al pequeño. El bebé, que no podía tener más de 2 años, miraba a Alessandro con ojos brillantes y sonrientes, era idéntico a Alessandro, hasta tenia sus ojos azules.

—Este es Leonardo —dijo Alessandro, su voz ahora más suave—. Mi hijo.

Me sentí impactada. No esperaba que Alessandro tuviera un hijo tan pequeño. Miré al bebé y luego a Alessandro, intentando procesar la información.

—¿Tu hijo? —repetí, aún confundida.

Alessandro asintió y se acercó a mí, el bebé aún en brazos.

—Sí. Mi hijo —dijo—. Y pronto será tu responsabilidad también.

Sentí un golpe en el estómago. ¿Qué quería decir con eso? ¿Que iba a ser la madrastra de su hijo?

—¿Qué? —pregunté, intentando encontrar las palabras.

Alessandro me miró, su expresión seria de nuevo.

—Como mi futura esposa, será tu responsabilidad cuidar de él —dijo—. ¿Entendido?

Me sentí abrumada. No sabía qué decir. Miré al bebé, que me sonreía inocentemente, y luego a Alessandro, que esperaba una respuesta.

—No estoy lista para cuidar de un bebé —admiti, desesperada por la situación.

Alessandro frunció el ceño, su expresión se volvió aún más seria.

—No tienes opción —dijo, su voz firme—. Como mi esposa, será tu responsabilidad cuidar de Leonardo y de nuestra futura familia.

¿Futura familia? ¿Qué quería decir con eso?

—¿Futura familia? —repetí, intentando entender.

Alessandro asintió.

—Sí. Espero que pronto tengamos más hijos. Y quiero que seas una buena madre para ellos.

Me sentí horrorizada. No había pensado en tener hijos con Alessandro. No sabía si estaba lista para ser madre.

—No puedo —dije, intentando encontrar las palabras—. No estoy preparada para ser madre.

Alessandro se acercó a mí, su mirada intensa.

—No te preocupes —dijo—. Te enseñaré todo lo que necesitas saber. Y Leonardo te ayudará a aprender.

El bebé, que había estado callado hasta ahora, comenzó a llorar. Alessandro lo acunó en sus brazos, intentando calmarlo.

—Shh, Leonardo —dijo—. No llores, hijo. Tu nueva mamá está aquí.

sentí un escalofrío recorrer mi espalda. ¿Nueva mamá? ¿Ya estaba considerando que yo era la madre de su hijo?

—Alessandro, por favor —dije, intentando encontrar las palabras—. No puedo hacer esto.

Alessandro me miró, su expresión implacable.

—Sí que puedes —dijo—. Y lo harás.

Estaba atrapada. Mi vida estaba arruinada. No podría escapar

Amor a la fuerzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora