Alessandro
Desperte por el sonido de mi teléfono, el cual se encontraba en la mesita de noche. Somnoliento lo tome, contestando la llamada sin ver de quien se trataba
-¿Qué? -exclame
-Señor -era Luis, mi jefe de seguridad, anoche le envié un mensaje diciendo que averigüe por un tal Eduardo, que estaba haciéndose pasar por mi tio.- No tenemos información sobre ese tan Eduardo, Pero quería avisarle que perdimos a varios hombres durante un ataque que hubo ayer
No podía ser
-¿Cuántos? -pregunte, sentándome en la cama, mirando hacia el pasillo, ya que yo dormía con la puerta abierta por si mi hijo me necesitaba. Recordé a Gianna.
-veinte.
Maldición, era mucho hombres caídos.
-¿Sergei? ¿Cómo está él? ¿Está bien? -mi voz estaba cargada de preocupación. Sergei era uno de mis hombres, Pero era como un hermano para mí, nos criamos prácticamente juntos.
-Está grave, señor -dijo Luis con voz apenada. Sentí un golpe en el estómago al escucharlo-. Pero está vivo. Lo tenemos en el hospital privado, bajo custodia.
Sergei era el hermano que nunca tuve.
-¿Qué sucedió?-pregunté, intentando mantener la calma.
-Aún no estamos seguros, Pero parece que fue un ataque planeado.
Enfurecí al escucharlo. ¿Quién podría estar atacandonos?
-Quiero saber quién fue -mi voz baja y peligrosa- quiero saber quién está detrás de esto.
-Estamos investigando, señor -dijo-. Y señor...
-¿Si? -dije, impaciente. En ese momento una de las puertas del pasillo de abrió, mostrando a una somnolienta Gianna.
-Gianna... -dijo Luis-. Ella está en peligro. Eduardo no va a dejar de buscarla.
Mi corazón se aceleró al pensar que algo malo le podría pasar. Gianna. La mujer con la cual estoy comprometido. Gianna. La cual conocí ayer Pero ya siento que debo cuidarla como si nos conociéramos de años.
-No te preocupes -dije-. La protegeré.
-Si, señor -antes de colgar dijo- confío en usted.
Me levanté de la cama, despeinando un poco mi cabello mientras me estiraba. Gianna seguía en la puerta de la habitación que le había prestado, su mirada estaba sobre mi. Le devolví la mirada antes de dirigirme hacia ella. Debería de ponerme una remera para no incomodarla, pero la verdad tanto no me importaba.
-Vamos -Ordene, pasando por su lado, con una expresión seria-. Hay que desayunar.
Gianna me siguió sin decir nada, tengo que admitir que me enfrentará ayer me gustó, su mirada estaba fija en mi espalda. Podía sentir su curiosidad. Nos detuvimos en la cocina, dónde me puse a buscar los ingredientes para hacer unos huevos revueltos con tocino. Espero que le guste el tocino.
Me puse a cocinar con un movimiento brusco, intentando sacar de mi mente la conversación con Luis. Pero no podía evitar pensar en Sergei, en cómo estaba sufriendo en el hospital. Y en Gianna, en cómo estaba en peligro debido a ese maldito Eduardo.
-¿Te gusta el tocino? -pregunté, sin mirarla, mientras revolvía los huevos en la sartén.
Gianna se sentó en la mesa, mirándome con una expresión cautelosa.
-Sí, me gusta -dijo, su voz suave.
Asentí, sin decir nada. No estaba de humor para charlar. La conversación con Luis me había dejado malhumorado.
-Bueno -dije, poniendo los huevos revueltos con tocino en la mesa-. Come.
Gianna se sirvió un poco de comida, mirándome con una expresión de curiosidad.
-Estás muy callado hoy -dijo, su voz llena de preocupación-. ¿Estás bien?
Me encogí de hombros, sin mirarla.
-Sí, estoy bien -mentí, sabiendo que no estaba bien.
Gianna no insistió, pero podía sentir su mirada fija en mí, intentando entender qué me pasaba. Me sentí incómodo bajo su mirada, pero no dijo nada.
Comimos en silencio durante un rato, hasta que finalmente Gianna habló.
-¿Qué hay planes para hoy? -preguntó.
Me encogí de hombros.
-No lo sé -dije-. Pero creo que deberíamos quedarnos aquí, por seguridad.
Gianna asintió, sin discutir. Me sentí aliviado, sabiendo que no tendría que preocuparme por su seguridad tanto.
Pero mientras comíamos, no podía evitar sentir que algo no estaba bien. Que algo estaba a punto de suceder. Y que Gianna estaba en el centro de todo.
Después de terminar de desayunar, me levanté de la mesa y comencé a recoger los platos. Gianna se ofreció a ayudarme, pero la rechacé con un gesto.
-No, no te preocupes -dije-. Yo me encargo.
Gianna asintió y se sentó de nuevo en la mesa, mirándome con una expresión pensativa. Podía sentir su curiosidad, pero no dijo nada.
Una vez que terminé de recoger los platos, me senté neben sie en la mesa.
-Voy a hacer algunas llamadas -dije-. Para asegurarme de que estemos seguros aquí.
Gianna asintió, sin decir nada.
Me levanté y fui a la habitación para hacer las llamadas. Mientras hablaba con mis hombres, no podía evitar pensar en Sergei y en la situación actual. ¿Quién podría estar detrás de este ataque? ¿Y por qué Gianna estaba en peligro?
Después de terminar las llamadas, regresé a la cocina donde Gianna estaba sentada, mirando por la ventana.
-¿Estás bien? -pregunté, acercándome a ella.
Gianna se volvió hacia mí, su mirada seria.
-Sí, estoy bien -dijo-. Pero ¿qué pasa? ¿Qué está sucediendo?
Me detuve, mirándola a los ojos. No quería mentirle, pero tampoco quería asustarla.
-No lo sé -dije, intentando ser honesto-. Pero voy a hacer todo lo posible para mantenerte a salvo.
Gianna me miró a los ojos, su expresión suave.
-Confío en ti -dijo.
Me sentí un calor en el pecho al escuchar esas palabras. Confianza. Algo que no había sentido en mucho tiempo.
-No te preocupes -dije, sonriendo ligeramente-. Estarás a salvo.
Pero mientras hablaba, podía evitar sentir que algo no estaba bien.
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Amor a la fuerza
ActionSinopsis Gianna Bianchi, hija del poderoso Don Bianchi, se enfrenta a un destino impuesto cuando su padre decide que se casará con Alessandro Petrov, el jefe de la mafia rusa. La joven se siente atrapada y sin opciones, ya que su padre amenaza con c...