Capítulo 3: 𝘽𝙤𝙡𝙖𝙨 𝙙𝙚 𝙛𝙪𝙚𝙜𝙤 𝙮 𝙗𝙖𝙡𝙖𝙨 𝙙𝙚 𝙥𝙖𝙣𝙚𝙘𝙞𝙡𝙡𝙤𝙨.
El horario escolar había dado a su fin. Los adolescentes salían del colegio, unos aún con euforia en sus cuerpos y otros arrastrando sus pies después de horas seguidas de estudio.
"Pobres tontos", pensó Keigo.
Este no dudo en abrir sus escandalosas alas y dar vuelo, viendo a los demás bajo él. Y es que, si había algo que en realidad adoraba el próximo héroe, era volar. Sentir la fresca brisa y las cálidas caricias de los rayos del sol abrazar su piel, era una experiencia que agradecía poder contar. Sin mencionar las magistrales vistas, cuando en sus noches de insomnio salía al edificio más alto a admirar el firmamento manchado de las estrellas, presumidas por su brillo propio y las luces hipnotizantes de los edificios. Eran panoramas que reconfortaban su mente en sus momentos de ansiedad.
– Llegaste rápido, ¿qué tal te fue en tu primer día? –saludó Mera, recibiendo al pequeño– ¿Hiciste amigos? ¿Fueron amables?
El bombardeo de preguntas al segundo de haber pisado la casa fue agobiante.
– Hey, dame un respiro –dijo Hawks, quitando sus tenis en la entrada–. Primero, yo siempre soy rápido. Segundo, me fue bien, supongo que fue interesante. Tercero, sí, sí hice amigos, quiero pensar... Y, por último, sí y no, conocí al hijo de Endeavor; Touya –tras terminar dio una bocanada de aire, yendo al primer sillón que se pusiera frente él y tirándose–. ¿Por qué no me dijeron que la escuela es tan agotadora?
– Kei, tus entrenamientos son mil veces peor.
– Eso lo sé, pero al parecer usar batería social te consume aún más –se quejó.
Mentía, claro que prefería un día escolar a sus entrenamientos habituales. Pero dramatizar era esencial en su día a día.
– ¿Y qué amigos hiciste?
– Dios, me siento como un jodido My Little pony, negándome primero a tener amigos y terminando envuelto en la magia de la amistad –dijo el rubio, agarrando una almohada y abrazándola, hundiendo su cara–. Conocí a una chica llamada Rumi, debo admitir que es genial.
El adulto ignoró la referencia pop del chico, ya acostumbrado a escuchar cosas que ni esforzándose entendía, yendo hacia el chico y sentándose en el espacio que sobraba.
– Dijiste que conociste al hijo de Endeavor, ¿cómo estuvo eso? –preguntó el mayor, pasando sus dedos por las hebras doradas.
– Obviamente es increíblemente cool, pero también se ve que es un tipo presumido y arrogante –respondió arrugando la nariz, y relajando su expresión al instante tras sentir las caricias.
Había una sola persona en el mundo que goza del permiso del rubio para tocar su melena, y ese era Mera.
– Oh, esa actitud me suena conocida... –dijo Yokumiro con gracia, viendo de reojo al menor.
– No, no preguntaré de quién, porque si dices que de mí, juro que me clavo una de mis plumas para desangrarme frente tuyo y se te quede en la memoria.
– No era necesario ser tan sádico –señaló con disgusto el adulto, dándole un leve sape en su cien, teniendo como respuesta un gruñido.
– Pero fuera de todo eso... Me ha gustado el día –las palabras salían de su boca forzosamente, pues nunca estaba en sus planes darle la satisfacción al adulto de tener la razón.
– Me alegro mucho, Kei –musitó suavemente, continuando con el masaje en el cuero cabelludo del muchacho, casi podía jurar que este ronroneaba por las caricias–. Hey, hey, no te quedes dormido aquí –ordenó al notar como los párpados del menor habían caído rendidos por el cansancio–. Lávate y a dormir a tu cama.
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Simple Teenage Life // DabiHawks
Hayran KurguDos a seis semanas. Se preguntarán, ¿dos a seis semanas qué? Dos a seis semanas es lo que un pájaro permanece en su nido antes de partir, cuando deciden finalmente abrir sus alas para tomar vuelo al mundo exterior. Cuando Hawks después de estar los...