Clarisse nunca pensó ser amable con ningún campista ,pero cuando vio la tristeza en los ojos del nuevo ,la hizo sentir conmovida y decidió no molestarlo , cuando ella se acercó para darle algo apoyo por lo de su madre no esperaba que el le diera una...
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Pedido especial de mi querida : @SweetVelantine , reina es el primero algo corto pero puedo hacerlo de nuevo o mas largo igual falta el otro .
Percy normalmente era alguien que no se dejaba domar por nadie. Su espíritu libre y su carácter indomable lo hacían destacar entre sus amigos. Sin embargo, había una persona que tenía el poder de hacer que su corazón se acelerara y su voluntad se desvaneciera: su novia, Clarisse La Rue.
Cada vez que ella le lanzaba una mirada pícara y le pedía algo, Percy se encontraba incapaz de resistirse. Era como si sus palabras tuvieran un hechizo que lo envolvía, y no podía evitar querer cumplir cada una de sus órdenes románticas. Desde un simple beso robado bajo la luz de la luna hasta dejarse llevar por la pasión de un abrazo apretado, cada momento con Clarisse era una mezcla de desafío y ternura.
A pesar de su naturaleza rebelde, había algo en la forma en que Clarisse lo miraba que lo hacía sentir especial. Era como si ella viera más allá de su fachada de chico duro, descubriendo la parte de él que anhelaba ser vulnerable. Cuando ella le decía que la besara, Percy no solo cumplía con su deseo; se entregaba por completo, dejando que la chispa entre ellos encendiera una llama que lo consumía.
Clarisse observó a su novio con una sonrisa, habia notado que percy era muy sumiso con ella y ella lo amaba.
- Percy mi amor - llamo Clarisse desde su cama mirando a Percy que estaba comiendo gomitas de azúcar azules- Ven y mima a tu novia ¿ Quieres?
Percy, con una sonrisa traviesa en el rostro, dejó caer las gomitas de azúcar azules en la mesa y se acercó a la cama de Clarisse. La forma en que ella lo miraba, con esos ojos llenos de complicidad y desafío, lo hacía sentir como si estuviera bajo un hechizo.
—Claro, mi amor —respondió, acercándose lentamente, sintiendo cómo su corazón latía más rápido con cada paso. Se sentó al borde de la cama, sintiendo la calidez de su presencia.
Clarisse se acomodó, apoyando su cabeza en la almohada, y lo miró con una mezcla de ternura y autoridad. —Sabes que me encanta cuando me miman, ¿verdad? —dijo, jugando con un mechón de su cabello.
Percy asintió, sintiendo una oleada de emoción. —Lo sé, y me encanta hacerte feliz —respondió, su voz suave y casi reverente. Se inclinó hacia ella, dejando que su aliento acariciara su piel.
—Entonces, ven aquí —ordenó Clarisse con un tono juguetón, extendiendo su mano hacia él. Percy no dudó ni un segundo; se acercó más, sintiendo cómo la conexión entre ellos se intensificaba.
—¿Qué quieres que haga? —preguntó, su voz casi un susurro, mientras se acomodaba a su lado, listo para cumplir con cada deseo de su novia.
—Quiero que me beses y me digas lo mucho que me amas —dijo ella, sonriendo con picardía.
Percy sintió que su corazón se aceleraba ante la petición de Clarisse. La forma en que ella lo miraba, con esos ojos brillantes y llenos de complicidad, lo hacía sentir como si estuviera en el centro de su mundo.
—Claro, mi amor —respondió, acercándose un poco más. Se inclinó hacia ella, sintiendo la calidez de su piel y el aroma dulce de su cabello.
—Eres todo lo que he querido —susurró, antes de cerrar los ojos y presionar sus labios contra los de ella. El beso fue suave al principio, un roce delicado que rápidamente se transformó en algo más profundo y apasionado. Percy se entregó por completo, dejando que la chispa entre ellos encendiera una llama que lo consumía.
Clarisse respondió al beso con fervor, sus manos se enredaron en el cabello de Percy, atrayéndolo más cerca.
—Dímelo —murmuró entre besos, su voz llena de deseo.
—Te amo, Clarisse —dijo Percy, separándose un momento para mirarla a los ojos, su voz llena de sinceridad. —Te amo más de lo que puedo expresar. Eres mi todo.
Ella sonrió, satisfecha, y lo besó de nuevo, esta vez con más intensidad, como si quisiera que cada parte de él sintiera la profundidad de su conexión.
—Y yo te amo a ti, Percy —respondió, su voz suave y llena de emoción. —Eres el mejor.
Percy sintió que su corazón se llenaba de felicidad. En esos momentos, todo lo demás desaparecía; solo existían ellos dos, atrapados en su propio mundo de amor y complicidad.
