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—Mingyu algo caliente, para Jimin. Café irlandés con mucho de alcohol. —Mientras Jungkook contemplaba al pequeño intruso, tuvo que sonreír. 

Jimin tenía un adorable cuerpo con lujuriosas caderas, voluptuosas, lo suficientemente amplias como para acunar a un hombre en su suavidad y unos rosados pezones perforados que rogaban por ser saboreados, que sin duda se convertirían en un fetiche para Jungkook. Su piel era hermosa, blanca, como las nubes y sus ojos del color del sirope de caramelo.

Y ahora mismo, esos ojos estaban abiertos como el plato de la cena favorita de su abuela. Cómo había leído las reglas sin entender la naturaleza del club, él no podía comprenderlo. Realmente no debería haberle permitido entrar, con firma o sin ella, pero su desamparo había llamado a todos los instintos de Dom de proteger y cuidar.

—Una bebida caliente sería maravilloso, —Jungkook le dijo al camarero.

Sus ojos se estrecharon, Jimin aún estaba temblando un poco, pero estaba mucho mejor.

El secado con la toalla había ayudado, a pesar de su evidente turbación cuando lo había atendido. Aunque estaba cerca de los treinta años, obviamente no estaba acostumbrado a ser tocado tan íntimamente, claramente síntoma de su poca experiencia. Su rubor lo había dejado con un creciente deseo de tocarlo aún más concienzudamente, de explorar su cuerpo y descubrir sus respuestas.

Pero no había sido capaz de determinar si Jimin agradecería sus atenciones o no. En cuanto a si era un sub... No podría tener un veredicto correcto todavía. Sin embargo, una vez que Jimin superara la sorpresa inicial de ver el club, sería capaz de examinar su mente y ver si el ambiente de la dominación le excitaba.

La noche todavía era joven. 

Si percibía deseo en sus pensamientos, disfrutaría tendiendo su suave cuerpo con olor a vainilla en su cama, atándolo y abriéndolo para su placer.

—Amo J. —Uno de sus nuevos custodios de la mazmorra se detuvo junto a él, su rostro huesudo preocupado. —¿Podría usted interceder por un minuto?

—Por supuesto. —Jungkook miró a Jimin. —¿Necesitas una escolta hacia la entrada o vas a permanecer aquí?

Su boca, de hermosos y rellenos labios rosados, que se verían muy adorables alrededor de su polla, se frunció mientras miraba alrededor de la habitación.

Jimin sintió sus dudas compitiendo con su intensa curiosidad. La curiosidad ganó.

—Me quedaré.

—Buen chico. Valiente.

El cremoso café irlandés quemó todo el camino hacia abajo, iniciando un pequeño fuego en su interior. Celestial. Cuando el camarero volvió, Jimin había terminado y estaba mirando tristemente a la taza ya vacía.

—¿Listo para más?, —Preguntó.

Demonios, su cartera estaba en el maletero del coche y estaría allí hasta que una grúa retirara el coche cuando lo sacara de la zanja.

—No, gracias. Está bien así.

El camarero, inclinó un enorme brazo sobre la barra y frunció el ceño.

—Es obvio que quieres otro. ¿Cuál es el problema?

¿Qué sucedía con estos tipos?

—¿Tú y tu jefe leen la mente o qué? 

La risa resonó, ahogando la música.

—El Amo J es el que lee la mente, yo sólo estoy atento.

Su declaración fue un poco demasiado directa para su comodidad. Sin duda, el gerente no leía... nah.

MAESTROS DE EUFORIA 1 ⛓️ EL AMO JDonde viven las historias. Descúbrelo ahora