Elizabeth.
–Es aquí– hablé y Alexander detuvo el auto.
Tomé aire tres veces.
–¿Estás bien?
–Estoy bien– respondí y sonreí– ¿Tú estás bien?
Él sonrió de vuelta.
–Lo estaré mientras tú lo estés.
Bajamos ambos del auto y entramos a la escuela.
Mis zapatos de tacón de suela roja Christian Louboutin resonaron en el suelo mientras Alexander caminaba un paso detrás de mí, ajuste mi bolso YSL sobre mis hombros. Miré de reojo el saco "Sandro" de Alexander que estaba perfecto e impecable.
Nos había hecho arreglarnos impecablemente al venir aquí por una razón.
Para recordarles con quien se metían.
Entramos a la oficina y una mujer pasada de peso ya estaba ahí con un niño en las misma condiciones.
Mi hija estaba sentada en una silla frente a ellos cómo si estuviera siendo enjuiciada. Apreté los puños sintiendo la ira comenzando a crecer dentro de mi pero Alexander tomó mi mano sutilmente y luché por mantener la calma.
El directo se volvió hacía nosotros y pude sentir su mirada escudriñandome especialmente a mi. Pude ver el deseo en sus ojos mientras me devoraba con la mirada. Fue Alexander quien se tensó esta vez y dió un paso frente a mí marcando su territorio y recordandole al directo que él también estaba ahí. El hombre claramente incómodo se aclaró la garganta para hablar.
–Deben ser los padres de Liba.
Miré a mi hermosa hija de once años cuyo nombre había sido elegido por su padre por su significado: mariposa.
Sonreí y la máscara cayó de golpe sobre mi cara.
–Es un gusto conocerlo, director– extendí la mano hacía él y este la recibió de inmediato con demasiado entusiasmo pero la retiré tan pronto como escuché a mi esposo gruñir detrás de mí.
–Usted debe ser el padre– dijo con menos entusiasmo. Alexander volvió a gruñir, tuve que darle un ligero codazo para obligarlo a volver a su papel. Él sonrió finalmente y tomó la mano del director apretandola quizá con demasiada firmeza.
–Cómo ya deben saber los llamé aquí para evaluar el comportamiento de Liba.
–¿Hizo algo malo?
Antes de que el director pudiera hablar la otra mujer en la habitación habló.
–¡Por supuesto que hizo algo malo! ¡Mi hijo ha estado sufriendo bullying y es todo culpa de ella.
La mujer señaló a mi princesa con su regordete dedo. Mi hija se encogió sobre sí misma y se echó hacía atrás en su silla con temor. Alexander estaba junto a ella en un instante y tiró de su silla hacía atrás poniendo mayor distancia entre ella y la mujer sudorosa.
Me volví hacía el director ignorando a la mujer.
–¿Puede ser más claro?
El hombre asintió.
–Parecer que Carlos ha estado siendo víctima de bullying por parte de sus compañeros, él afirma que fue su hija la que inició todo.
Observé mejor al niño y vi que estaba mojado, su cabello empapado y desprendía un olor desagradable cómo si le hubiesen vertido encima desechos de alcantarilla.
Mi hija temblaba mientras mi esposo sostenía el respaldo de la silla dónde estaba sentada listo para saltar por ella en un instante.
Luché por no sonreír con esa imagen.
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¿Quién es la presa?
RomansaIsabella: Sabía lo que comía, cuantas horas dormía, que ropa elegía cada día y con cuantas mujeres había estado, pero ninguna era yo. Requirió un plan de muchos años, pero lo había logrado, secuestré a Alexander Sergeev y ahora era mío, mío y de ni...