8. Reclamando mi hombría

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—Mmmmm...

La luz del sol me despertó de mi sueño. Me sentía frío y entumido. Apreté los ojos un par de veces e intenté rodar en el colchón. Fue ahí que hice un gran descubrimiento. Conforme abría los ojos y miraba alrededor, me di cuenta de que otra vez era un hombre adulto, y yacía en la cama completamente desnudo.

—¡¿EH?!

¡¿Qué había ocurrido?!

Una inspección rápida a la sala me hizo darme cuenta de que aún seguía en el departamento de Juliette; la última vez la había visitado por la noche, pero aún podía reconocerla sin mucho esfuerzo.

"¿Entonces qué habrá pasado?", volví a preguntarme.

La explicación fue bastante rápida, me dije, levantándome de la cama: lo que fuera que haya ocurrido los últimos dos "días", eso de que me había convertido en bebé, no había sido más que un tonto sueño. Sí, una pesadilla muy extraña que tuve luego de tener una experiencia sexual con mi ex alumna. Quizás me sentía algo culpable al respecto, pero supuse que me lo merecía.

Así que me quedé sentado por un par de minutos, mirando la pared fijamente.

"¿Me lo merecía...?", me pregunté, perplejo, mientras esas vergonzosas y humillantes (pero también tiernas y excitantes) imágenes resonaban en mi mente.

Se había sentido tan real... ¿había sido una pesadilla... o quizás un sueño del que no querría despertar? La pregunta seguía ahí, pero hubiera pasado lo que fuera, todo parecía ahora menos complicado. Era hora de volver a la realidad.

Sin embargo... me encontraba desnudo, y supuse que también atrapado. Bueno, era de mañana, así que Juliette tenía que andar por ahí, ¿verdad?

—Mmmm... —intenté afinar mis oídos para oír cualquier señal de Juliette.

Pero no encontré nada.

Tenía una gran urgencia por verla, para pedirle una explicación. Aunque claro, aún no estaba yo listo para salir.

Desesperándome, miré por todos lados intentando encontrar mi ropa, pero no hallé ni rastro de mi camisa o pantalones; ni siquiera de mis zapatos. Sin embargo, y justo cuando creí que la cosa no podría ponerse más rara... vi una tela blanca colgada del perchero.

Me acerqué cautelosamente hasta que me di cuenta, intrigado pero también algo aliviado, de que eran mis calzoncillos blancos.

—¿Mmm? —los tomé en mis manos y los examiné, asegurándome de que fueran los míos.

Y lo eran. ¿Pero por qué tendría alguien tan vergonzosa prenda colgando como si fuera una pieza de exhibición...? ¿O una especie de trofeo?

De cualquier forma, decidí ponerme mi trusa de inmediato, así que las coloqué en el suelo y me las subí.

*¡WUUUF!*

Pero aún seguía intrigado por la desaparición de mis otras prendas. Quizás Juliette las había llevado a lavar. Pero bueno... al menos ahora tenía algo de ropa puesta (aun si fuera interior), así que decidí que era el momento de obtener respuestas.

De modo que, aún sentado sobre la cama:

—¡HEEEY! ¡Julieeette! —grité

Pero no obtuve respuesta.

—¡¿Estás aquí...?! —volví a preguntar, luego de 5 segundos.

Nadie respondió, pero esta vez pude oír un ruido de metales a un par de habitaciones de ahí.

*KLINK KLINK KLANK*

"Sartenes... la cocina", pensé.

Pero luego, me di cuenta de que todo lo que sabía del departamento de Juliette probablemente era producto de esa estúpida pesadilla que había tenido. Debía suponer que no sabía realmente cómo era el lugar, aun cuando mi cerebro se aferrara a la idea de que algo de lo que había soñado era real.

En brazos de mi alumnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora