6. Paseo por el mundo femenino

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Sandra había llegado temprano, o bueno, eran las 10 de la mañana; supongo que como bebé, duermo por más tiempo. Como fuera, llevaba puesta una playera negra con un grafiti de punk/rock, pantalones capri de mezclilla y tacones altos.

—Hola, Juliette —saludó.

—Hola, Sandra —dijo mi 'mami', abriendo la puerta y saludando a su amiga con un beso en la mejilla.

Sandra entró y luego de platicar sobre algunas cosas de importancia, para las 11 de la mañana subieron a mi auto y me llevaron a dar un paseo. Por lo que pude entender sentado desde mi asiento de bebé, planeaban un viaje a un parque acuático. Así que sacaron el auto a la zona del mall y entraron directamente a una tienda departamental.

No puedo explicar lo extraña que es la sensación de ser cargada por las escaleras automáticas por mis ex alumnas... ¡y el mall estaba retacado! Me aterraba la idea de encontrarme ahí con algún otro de mis estudiantes, que fuera a reconocerme y preguntar por mí.

Por fortuna eso no ocurrió (al menos no ese día). Las niñas estaban de buen humor y pasearon por varios departamentos de la tienda. Me entretuvo verlas llegar a la tienda de aparatos electrónicos.

Siempre me dio curiosidad saber la relación entre las chicas y la tecnología; tristemente, mi muy tradicional crianza no me dejaba mucho imaginarme qué tanto sabían sobre eso, pero luego de ver a Sandra probarse diferentes audífonos y reproductores de música, y luego a Juliette hablar sobre escoger una laptop, no pude sino admirar lo independientes que eran.

De hecho, sabían mucho más que yo sobre eso, porque como sabrán, en ese momento yo era (y siempre había sido) un bebé estúpido, comparado con ellas.

Llegaron luego al departamento de bebés. No parecían enternecidas, pero sí entretenidas viendo el surtido de biberones, mamelucos, baberos de bebé, que me mostraron con una amplia sonrisa que casi me asusta, mientras reían y los comparaban para ver si eran de mi talla.

Aunque bastante avergonzado, creo que involuntariamente me sentía también atraído por los accesorios, e incluso le arrebaté a Juliette una sonaja de la mano de forma imprevista, lo cual celebraron y de lo cual se rieron, en verdad sorprendidas de que me gustara. Me la compraron. Por fin, compraron un par de paquetes de pañales, que Juliette pagó con su tarjeta de débito, y me compraron también un colorido carrito de juguete.

Lo siguiente pasó al llegar a la sección de trajes de baño. Las vi considerar distintas opciones de trajes de cuerpo completo, de dos piezas y bikinis. Instantáneamente sentí un escalofrío cuando Sandra, bromeando, sacó una tanga del tipo 'g-string' y la estiró un par de veces frente a la cara de Juliette, preguntándole qué tal se vería con ella.

Juliette solo se rio como si nada, pero yo me perdí en mis fantasías de ver a Juliette usando tan provocativo traje de baño.

Tristemente, me decepcioné al instante al darme cuenta de que nunca vería satisfecha esa excitación, sabiendo cómo –y muy merecidamente– había sido convertido en bebé, y mi hombría, del tamaño de un pulgar, nunca, ni un millón de años, obtendría de Juliette ninguna otra cosa que no fuera un par de risitas al mirar su adorable ridiculez.

Luego de que eligieron sus trajes de baños (un muy delgado bikini negro de dos piezas para el esbelto cuerpo de Sandra, y uno blanco de cuerpo completo para Juliette), las vi mirar y probarse distintos accesorios, incluyendo sandalias y diferentes lentes de sol.

Al mirarlas sonreír, reírse juntas de sí mismas y de la otra, y hacer chistes al respecto, me sentí enternecido y con mi corazón batiendo por alguna razón. Desde luego amaba a las mujeres, amaba la juventud, pero como profesor siempre sentí la curiosidad de saber más sobre mis alumnas.

En brazos de mi alumnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora