Al día siguiente, conforme mis ojos se abrían con lentitud, me encontré de nuevo siendo pequeño, y esta vez, estando mojado. No sabía qué hora era, pero parecía ser temprano, y ya estaba desesperado por ver a Juliette. Por fortuna, pude al menos oírla canturreando desde el otro cuarto, lo cual me impidió romper en llanto instantáneamente.
Gracias al cielo, Juliette llegó rápidamente a mi cuarto a revisarme, y me dio los buenos días con un fuerte beso en la mejilla. Ahora estaba descalza, vistiendo cómodos shorts para dormir y una blusa amarrada, que revelaba parte de su blanco y mullido vientre debajo de ella.
—Buenos días, mi hombrecito —dijo Juliette, yendo directo a mí y levantándome.
Me puso frente a su cara y me dio la más sincera de sus sonrisas. Nuevamente libre de maquillaje, y llevaba un pañuelo en la cabeza, su ondulado cabello cayendo en dos copetes por sus sienes, sin necesidad de decirlo, era para mí la mujer más hermosa del mundo.
Cargándome en sus brazos, Juliette comenzó a hacer los deberes de la casa, tarareando en su límpida voz con la tele prendida en un show matutino de fondo. No puedo explicar lo lleno de alegría y maravilla que me sentí simplemente de tener el privilegio de ser cargado por ella, pegado a su pecho, y escuchar los bellos y cristalinos sonidos que hacía. Casi sentí que iba a llorar.
Pero había algo que me tenía un poco incómodo, y era la humedad de mi pañal. Estaba seguro que me había orinado por la noche, quizás hasta más de una vez, y aún estaba algo avergonzado que, estando tan cerca de Juliette, ella estaba más que seguramente consciente de eso, al sentir mi pañal justo sobre su vientre.
Por suerte, mi preocupación no duró mucho. Luego de unos quince minutos, en que terminó con la mayoría de sus labores, Juliette me llevó al baño y me acostó sobre el lavabo. Rápidamente me desvistió y me quitó el pañal mojado, enrollándolo y tirándolo al bote de basura, donde cayó pesadamente (*¡PAHCKK!*), todo mientras seguía tarareando una alegre canción.
Eso fue para mí un alivio, pero aún sentía el frío y humedad en mis partes íntimas, que inmediatamente se encogieron, trayendo aún más vergüenza. Al menos ahora sabía que ella ya estaba acostumbrado a ver el ridículo juguete que tenía entre las piernas su ahora bebé-profesor, y que no parecía importarle en absoluto.
Ya estaba esperando a que Juliette sacara las toallas y otro pañal para vestirme... pero no fue el caso. En vez de eso, me levantó por la cintura y me sentó en la tina. Luego se fue y desapareció tras el cancel por casi un minuto. Quedé totalmente intrigado y como era de esperarse, empecé a inquietarme; no mentiré, estaba a punto de llorar como el pequeño e inútil bebé que era. Pero luego, algo que no esperaba sucedió.
Mis ojos se abrieron grandes y fui recompensado con la más impresionante y gloriosa visión que nunca hubiera visto. Caminando directamente hacia la tina, Juliette abrió su toalla y echándola a un lado...
"Guaaau...", pensé, fascinado, al contemplarla completamente desnuda.
Su cuerpo era tan bello como siempre imaginé, su piel totalmente lisa cubriendo la silueta de su cuerpo llenito, con sus grandes y redondos pechos y carnosos muslos a los que con todo gusto habría abrazado y con los que me habría fundido en cuestión de un segundo... si en ese momento hubiera sido algo más que un bebé inútil, sin ningún control de su cuerpo, congelado del asombro.
Desde luego, mi ex alumna lucía una sonrisa arrolladora mientras miraba a su bebé en tal predicamento, y yo capturé casi en cámara lenta el bamboleo de sus atributos femeninos y de su sedosa cascada de cabello, ahora suelto y extendiéndose para casi cubrir sus nalgas, redondas y jugosas, que me capturaron como una poesía en movimiento.

ESTÁS LEYENDO
En brazos de mi alumna
RomanceThomas Greer es un joven profesor universitario y toda su vida ha estado solo, pero el entrar en relación con una de sus ex alumnas cambiará su vida para siempre...